Secreto éramos nosotros

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Sé perfectamente cuáles eran las consecuencias. No hay salida para esto y solo queda aceptarlo y afrontarlo como se debe. Hay un momento en la vida que llega a su límite y no se puede huir de lo que es seguro que ocurrirá; lamentablemente así está toda la cosa y toca solo retarla de manera madura y eficaz, aunque poco parezca.

Luego de algunos meses finalmente se dio la batalla final, esa batalla a la que tanto temíamos Chris y yo. Todo fue una caja de sorpresa; realmente no teníamos idea cómo iba a resultar todo, porque sí, pensamos que sería como claramente lo hicimos. Los acontecimientos se dieron lentamente: pareciera que el desierto se mantendría así, serio, sin nada interesante y, por así decirlo, en el olvido. Sin embargo, nunca hubo conocimiento de que podía haber dentro de un tiempo una tormenta de arena.

BangChan y yo nos mostramos ante todos. Soltamos la verdad y se dio a saber lo necesario que tuviera que ver con nuestras personas. Éramos un secreto, sí que lo éramos. Sinceramente me alegra ya haber dado ese último paso que impedía que fuéramos cien porciento felices.

"¿Es que acaso lo que me estás diciendo es una broma?", preguntó esa vez Tzuyu, incrédula por lo que le había dicho Chris. Sabía que muy pronto el rubio le diría todo en la cara de su novia, pero no creí que fuera tan rápido, o que fuera en un momento que menos esperaba. Vaya que hasta a mí me tomó por sorpresa.

"No, Chou, no lo es. No me interesas ni en lo más mínimo y te quiero lejos de mí", esas fueron las palabras mágicas por parte de mi chico. Abrí los ojos en grande. Escuchar eso por parte de él era extremadamente raro. Nunca había sido algo grosero de su parte. Pero, bueno, tampoco es que la otra fuera una santa. No obstante, lamentablemente no puedo decir que yo sí lo sea.

"Pero ¡¿qué mierda te pasa?!" expresó molesta. Se la veía exasperada y airada. No supe cómo reaccionar, pero sí reconocía que la actitud que estaba tomando ella me la esperaba mucho. "¿Te das cuenta de lo que haces? ¿Eres estúpido?"

"No voy a permitir que le hables así", lo defendí a la vez que me acercaba a su lado, mostrándole mi enojo a la chica de cabellos castaños y arreglados. Me molestaba el hecho de despreciarlo como si no fuera nada. ¿Cómo es que Chan pudo soportarla? Ahora entendía algunos datos.

"¿Y tú qué te metes? ¿Qué tienes que ver en todo esto? Solo estás estorbando y metiéndote en donde no te importa o necesitan, MinRea"

"Ella, para mí, es lo más importante",  comentó molesto Chan, sosteniéndome de paso la mano para entrelazar mis dedos con los suyos. Admitía que me sentía nerviosa por la actitud de la chica. Podía hacer lo que pudiera hasta verte hundido profundamente, o eso decían la mayoría de las personas. Ya no me parecía muy buena su forma de ser.

"De ella no me separas" dijo seguro él. Intenté poner un rostro serio para no lucir débil, pues muchas personas estaban viendo el "espectáculo".

"Así que tú eres la zorra que me quitó a mi novio", furibunda, se acercó a mí para intentar hacerme algo. Sin embargo, sus amigas le impidieron que lo hiciera, lo cual me causó cierta confusión y curiosidad, al igual que los que espectaban el escenario. No entendía del todo. Ahí se suponía que vendría su parte: expresar lo horrible que fue humillarla. Por una parte me sentía algo triste, pero BangChan me dijo que no debía sentirlo. Sinceramente, me parecía lo mejor.

Supuestamente todo andaba en popa; las cortas semanas de calma estuvieron de nuestro lado, pero solo un tiempo. Sí, las malas miradas que recibíamos por parte de algunas personas de la institución nos importaba poco; éramos él y yo despreocupados de gente que ni conocíamos, no teníamos que hacer hígado por eso. Sin embargo, y por desgracia (aunque era de esperarse, Chris y yo sabíamos la actitud de la chica), luego de la tranquilidad se vino la tormenta, la maldita tormenta.

Cuando estaba sola, sacando mis cuadernos del casillero para cambiarlos por otro para el siguiente curso, un grupo de chicas se me acercaron y empezaron a decirme ciertas palabras hirientes. Iba a admitir que mi corazón se encogió, pues nunca en mi vida había tenido problemas con el acoso escolar. No obstante, no expuse ese sentimiento y solo callé e ignoré. Pero la mala suerte fue que, de lo verbal, se transformó en físico. Y ese momento de mi vida se volvió un obstáculo grande, porque los abusos que empezaba a llevar se volvieron más perennes y consecutivos.

No se lo conté a Chris, no lo hice por miedo y por no preocuparlo; temía que estuviera atento más a mí y no dejara de intentar protegerme o algo por el estilo, no luego de los problemas que tuvo con su familia (conforme pasaban los días me iba contando lo que sufría, por lo que yo terminaba subiéndole el ánimo. Fue, por así decirlo, y sin exagerar, o así me dijo él, como si conmigo estuviera en una bonita terapia). Aparte que podía defenderme; sabía defenderme, pero lo malo era que no podía hacerlo todos los días, a cada hora.

Ahí vino uno de los peores momentos que viví: la relación comenzaba a marchitarse cuando Chan poco a poco se enteraba de las mentiras que le hacía. Sabía que antes había dicho que juntos saldríamos de ese hueco oscuro y sin nada bueno, que en las buenas y en las malas estaríamos juntos. No supe por qué me entercaba, no supe ese tiempo por qué reaccionaba así. Yo estaba mal en la relación, no hablaba y no decía nada; BangChan no tenía la culpa. Literalmente, estuve así por unos días, pensando en cómo le diría todo, porque luego de otro tiempo comprendí mis palabras, comprendí que no solo tenía que hablar y jurar, sino cumplirlas y hacerlas. Fue por eso que decidí contarle todo, le dije lo que estaba sufriendo y él, en vez de enojarse por todo el tiempo que estuvimos en crisis, lloró y me abrazó. Sí, yo también lo hice y nos consolamos en silencio. Volvimos al pasado y recordamos lo que hacíamos, cómo tratábamos de solucionar todo y cómo hacíamos para ser felices. Nos dimos una segunda oportunidad de lo casi podrido. Limpiamos el florero para volver sacar las flores marchitas y poner unas nuevas, pero esa vez tuvimos que cuidarlas para que nunca murieran, y fue así que nunca sucedió esa desgracia, porque finalmente hicimos las cosas bien y reflexionamos a todo.

Ese secreto, que éramos antes, se desvaneció para volverse en algo evidente, pero del lado bueno. Ahora sí somos una relación verdadera, sin nadie o alguien que estuviera en nuestro medio.

—Oye, Nita, ¿vamos por una pizza? —propone mi novio a la vez que alza mi mirada con sus manos, pues está ahorita mismo tratando de consolarme después del llanto que me di hace poco.

—¿No te parece tonto consolar a alguien, que ha llorado solo por la muerte de un personaje principal, comprando una pizza? —pregunto con un puchero a la vez que sorbo mi nariz.

—Supongo que sí, pero prefiero mil veces, sea la razón que sea, verte bien y no triste —suelta una risa y soba mis mejillas con sus dedos pulgares, quitando de paso todo tipo de lágrimas que probablemente ha quedado.

—Te pasas, Poco, te pasas —le sigo la corriente riéndome y llamándole por el apodo que he creado hace tres años de nuestra relación oficial y verdadera—. Pero esta vez yo pago

—Oh, por supuesto que no vas a hacer eso

Reímos por lo recién dicho y yo niego con la cabeza, pues sé que, por más que insista, no me va a ceder la oportunidad. Terminamos levantándonos de la cama de la cabañita que compramos para hospedarnos y salimos a ponernos nuestros abrigos para salir. Decidimos escaparnos un día de todo nuestro alrededor para solo ser nosotros dos. Actividad algo peculiar pero que nos gusta en lo absoluto.

Cada vez que uno de nosotros estamos mal, el otro lo consuela comprándole algo o haciendo algo que le parece tierno. Las veces que he hecho eso con BangChan le he llevado por ejemplo a una postrería o una cafetería. Quedaba encantado por esos detalles y me agradecía, al igual que yo lo hacía con él. Nos propusimos que poco a poco dejáramos esa rutina ya que sería un propósito de dejar ya de estar tristes y melancólicos. La idea sí que fue beneficiosa, pues los malos momentos reducieron y se volvieron más alegres. Ya muy pocas veces sucedía las caídas. Casi nada.

Al fin puedo decir que mi lindo bubalu y yo tenemos un amor grande.

Y estoy segura de que esa amalgama auténtica perdurará y perseverá.

Secreto » BangChan; Stray KidsWhere stories live. Discover now