Extra 2.

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Kirishima se quedó unos segundos mirando al mar. Ahora todo estaba en manos de Soren.

- ¿Qué hacemos Kirishima? - preguntó uno de los hombres.

- Volved a la oficina y esperad nuevas instrucciones - contestó Kirishima quitando sus gafas y masajeando el puente de su nariz. Estaba agotado y aún le quedaba una tarea por hacer que no le gustaba nada.
Los hombres se retiraron de allí, dejando a Kirishima solo.
Unos minutos después, el asistente subió al coche y salió del muelle a toda velocidad. Cuanto antes terminara con eso mejor.

No tardó más de media hora en llegar hasta su destino, el hotel Mandarín Oriental.
Kirishima observó la lujosa entrada y dando un sonoro suspiro, se dirigió hacia los ascensores. Presionó el botón que llevaba a la última planta y esperó a que el ascensor hiciera su recorrido. El sonido de una campana le indicó que había llegado a su destino. Se abrieron las puertas y recorrió el corto pasillo para llegar a la única puerta que había allí.
Golpeó varias veces para hacer notar su presencia y casi al momento la puerta se abrió dejando ver a un rubio con el pelo húmedo y en albornoz.

- Bien, ya estoy aquí, acabemos con esto de una vez Arbatov - dijo Kirishima suspirando hastiado.

- Pero lyubov'- dijo el ruso cerrando la puerta y acercándose hasta Kirishima - yo no quiero que esto termine nunca.

Mikhail sonrió al ver el gesto de Kirishima que parecía un puchero. Ese tierno y sádico gigante le tenía loco.
El ruso abrazó a Kirishima por la espalda atrayéndolo hacia su cuerpo.

- Mi amado Kei, ten por seguro que al final de esta noche, serás tú quien no quiera que termine jamás - susurró en su oído, haciendo que el japonés se estremeciera aún sin querer.

- Así que Yoh era tu contacto dentro de la mansión de Feilong ¿eh? - comentó Kei deshaciendo el abrazo y avanzando por la habitación - ¿ como conseguiste que nos ayudara? Eso en serio me... Impresionó.

Mikhail sonrió de lado y retiró suavemente la chaqueta a Kirishima dejándola en el sofá.

- Me debía un millón de favores - contestó el ruso encogiendose de hombros, restando importancia a su hazaña - no hablemos de eso ahora...

Mikhail tomó a Kirishima de la cintura con una mano y lo acercó a su cuerpo. Llevó su otra mano a la nuca del japonés y acariciando su corto cabello comenzó un beso tierno que se fue volviendo más demandante y apasionado.

- Me...me voy a dar una ducha - dijo Kirishima zafandose de los brazos del ruso.

- Claro lyubov...ahí está el baño, ten - dijo el ruso dándole una bolsa de papel con un lazo - ponte esto cuando termines.

Kirishima miró extrañado el paquete.

- ¿Qué demonios es esto? - preguntó precavido el japonés.

- Oh, solo es un pequeño capricho mío, ¿si? Compláceme en esto...me lo debes ¿no?

- Está bien - contestó Kirishima con un sonoro suspiro de derrota. Realmente había vendido su alma al diablo.
El japonés entró al baño y comenzó a llenar la bañera de agua caliente. Una ducha no iba a conseguir relajar en nada su tenso cuerpo. ¿Cómo había llegado a esa situación? En aquel momento le pareció una buena idea, Soren había desaparecido y Asami estaba desesperado, pero ahora...ahora no estaba seguro si podría cumplir todas las condiciones que le impuso Mikhail.
Mientras enjabonaba su cuerpo, recordó aquella conversación que tuvo con ese estúpido ruso sexy...

"¿Kei?"

"Si, soy Kirishima"

"Mi dulce lyubov, ¿me llamas por fin para tener una romántica cita conmigo?

El Tritón del Yakuza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora