La humanidad perecía cada vez más con el paso de los años, mientras ya no existía la pureza en el aire. Las personas morían indeterminadamente todos los días, a toda hora.
Ya no se podía confiar en nadie. Todos hacían lo posible para sobrevivir. No quedaban recursos naturales en el planeta. En el año 2050, un hombre científico buscaba una solución allá por el norte de la Tierra.
En ese lugar, yacía una cueva, por la cual apenas pasaba una persona. Nadie nunca había descubierto esta cueva cubierta de hielo. A la hora de entrar, ya no sentía frío. Parecía que el ambiente se desvanecía con cada paso que daba.
Al final del camino vio una luz, siendo para él una luz de esperanza y felicidad. Al poder salir de aquella estrecha cueva vio un paraíso. No podía creer lo que veía. Habían millones de árboles de colores increíbles. El aire era completamente puro.
Era totalmente místico y desconcertante. Amaba lo que veía. Se quedó contemplando esa maravilla por mucho tiempo. Luego, pensando en su descubrimiento, sabía que eso salvaría a la humanidad, pero tenía que escoger entre dos cosas: la humanidad o la ciudad de los árboles, o así fue como la bautizó.
No sabía que hacer, porque él tenía en cuenta que cuando anunciara esto, las personas volverían a destruir esto, al igual como lo hicieron con el mundo.
Pensando y pensando, se le ocurrió una idea macabra para hacer que el lugar permaneciera intacto: purgar a toda la humanidad. Él solo quería acabar con el sufrimiento de la tierra.
Empezó su plan escogiendo a diversos niños de los lugares más pobres. Niños que agonizaban y tenían esperanza de que algún día pudieran tener una vida plena, sin preocuparse de que podrían morir en cualquier momento.
Tomó 20 niños. 10 de ellos niños y las otras 10 niñas. Los llevó a todos a la ciudad de los árboles y con bombas que él mismo había planeado desde hacía mucho tiempo, se deshizo de toda la humanidad.
Inició por los países con más sobrepoblación que habían en el mundo y luego a los demás, hasta que no quedó ni uno. De inmediato acudió a la cueva para hacer estallar todas las bombas que había colocado en los distintos lugares. Los niños estaban hambrientos y casi muriendo.
El científico estudió todos los árboles y sus propiedades para darles a los niños del fruto que producían. Habían 10 árboles principales. El primero era amarillo, el segundo era azul, el tercero era rojo, el cuarto era verde, el quinto era rosado, el sexto morado, el sétimo café, el octavo naranja, el noveno blanco y el décimo era negro.
El científico no ubicó ninguna toxicidad en estos árboles que eran tan grandes. Cada uno tenía sólo 2 frutas. El las tomó todas y socorrió a los niños dándole de comer de estas frutas que tenían forma de pera. El científico los formó en parejas, niño y niña, y ambos comieron de estas frutas sin presentar cambio alguno en su comportamiento o físicamente.
Los primeros dos niños comieron la fruta del color amarillo, los otros la azul, la roja y así sucesivamente. El científico tenía demasiada tecnología a mano y podía hacer lo que quisiera, entonces construyó una casa con solo presionar un botón.
Los niños fueron a dormir a cada una de sus camas para a la mañana siguiente ser examinados nuevamente por el científico. A lo que concierna, tuvieron un sueño acogedor, pero muchas pesadillas.
La mayoría de niños dieron testimonio de haber soñado acerca de un líquido del color de la fruta que comieron corriendo por sus venas. En el sueño, sentían un poder con el cual podían hacer lo que quisieran y controlar una cosa en específico, pero no sabían como.
Los niños que comieron la fruta amarilla, fueron 2 niños asiáticos, llamados Dundi y Torio. Los de la fruta azul eran esquimales llamados Rishing y Frant. Los de la fruta roja eran de los Emiratos Árabes Unidos, llamados Alí y Sarah. Los de la fruta verde eran de Brasil, llamados Corse y Reisha. Los de la fruta rosada eran de Japón, llamados Iroshi y Yosako. Los de la fruta morada eran estadounidenses, llamados Burne y Catalina. Los de la fruta café eran sobrevivientes de África, llamados Daniskh y Katrish. Los de la fruta naranja eran indígenas llamados Dalah y Jolik. Los de la fruta blanca son de América Central, llamados Carlos y María. Y por último los de la fruta negra, eran del caribe, llamados Bond y Clarisse.
Ellos pensaban que nada pasaba al principio, sin embargo no sabían lo que estaba por ocurrir.
ESTÁS LEYENDO
La Ciudad de los Árboles
FantasiaLos árboles que muchos conocían como "míticos", fueron descubiertos en el año 2050, cuando el mundo ya no tenía esperanza alguna y la humanidad desaparecía poco a poco.