Kyungsoo adoptó un gato color negro al cual llamó Jongin. Era un nombre simplemente genial, según él, quedaba perfecto para su nuevo compañero. El felino era muy travieso, siempre tiraba las cosas al suelo (cosas que después se convertían en sus juguetes), saltaba por todo el departamento y le agarraban esos ataques de atacar a Kyungsoo cuando lo veía caminar de clavar sus garras en las piernas de su dueño.
Un día, se vio en la necesidad de comprarle un collar. ¿Por qué? Era tan negro que se le perdía en las sombras y tan silencioso que ni de esa manera era capaz de encontrarlo. Por las dudas, por miedo a perderlo o que huyera sin que lo notara, un collar rojo con un cascabel que tintineaba, colgaba del cuello del felino negro.
Kyungsoo ya sentía que lo amaba, esa criatura había llenado su vida con algo que jamás había tenido, el sentirse acompañado.
Incluso hasta dormían juntos. Todo porque Jongin, lo seguía siempre a donde fuere y, si alguna vez su dueño le cerraba la puerta dejándolo afuera, maullaba y rasguñaba con sus garritas la puerta hasta que el otro desistiera para que lo deje entrar.
Ocurrió una noche cuando, perdido en sus pensamientos y acompañado de su felino que se encontraba estirado, durmiendo plácidamente sobre su estómago; Kyungsoo se preguntó cómo se sentiría... Cómo sería si tuviera alguien quien durmiera en su estómago de esa manera, que lo acompañe todos los días, que lo haga refunfuñar y después todo termine lleno de "lo siento" y quien sabe, cómo se sentiría dar cariño a esa persona especial. Poder besarla, abrazarla, mimarla. Y por un momento deseó que el felino fuera un humano. El calor que le brindaba el pequeño no era suficiente, quería más. Si fuera un chico normal, con brazos y piernas humanas podría abrazarlo por completo, al menos.
—Jonginnie, desearía que fueras una persona— Y río porque qué tan ridículo sonaba aquello. Ya, se sentía demasiado solo y estaba seguro que sería de esas personas que morirían solitarias y con su gato.
Con aquel deseo y sus bobos pensamientos, concilió su sueño.
—
Cuando despertó al siguiente día, lo hizo sobre el suelo.
Al parecer se había caído de la cama y no se había dado cuenta o, fue por eso que acaba de despertarse. La razón no era de importancia, eso no calmaba sus adoloridos huesos que parecían haber descansado sobre aquel piso alfombrado por bastante tiempo.
"Que tonto fui", pensó mientras una de sus manos se posaba en su frente y levantaba su flequillo. Se levantó para recostarse sobre su amado y cómodo colchón de nuevo, cuando se percató de que había semejante bulto ocupándolo todo. Su preciada cama. Abrió sus ojos de manera que parecían que se caerían en cualquier momento de la sorpresa.
Lo que captó a simple vista fue, el cabello azabache, despeinado, la piel bronceada, esa espalda grande, la curvatura de ella... Y estaba solo cubierto por las finas frazadas blancas de la cama, parecía no tener ropa. NO TENÍA ROPA.
El pánico recorrió por toda su anatomía. ¿Quién era este extraño y por qué estaba en su cama? ¿O acaso de sonámbulo, trajo un chico a su casa? Incluso podría ser un ladrón, uno que había entrado a usurpar su casa.
— ¡AHHHH! —Gritoneó como un bobo, quedándose estático en el mismo lugar, mirando esa espalda-- esa persona extraña. El cuerpo intruso comenzaba a removerse sobre las sabanas. Sin mencionar que el ajeno poseía un rostro hermoso, sus ojos penetrantes y sus labios simplemente... Dejaron al mismo Kyungsoo sin aire. No estaba seguro si era por esa vista que tenía del ladrón, intruso, extraño, secuestrador, o porque tenía miedo. Se quedó boquiabierto, sin poder articular palabra alguna.