"Tras unos largos siete meses en coma Elizabeth despierta"
Abrí los ojos.
-¿Qué?- Dije exaltada.- ¿Do-donde demonios estoy?- Dije con un tono de voz tímido y suave. Miré de un lado a otro desesperada.- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué ha pasado?- Recuerdo que pronunciaba ese "qué" con una voz muy temblorosa. No paraba de repetirlo, de preguntar una y otra vez donde estaba hasta que vino una enfermera.
-Hola Elizabeth. No tengas miedo. Todo va a estar bien ahora. Relájate y te lo explicaremos todo.- Eso último lo comentó mientras un doctor entraba a la habitación.- Como puedes ver estas en un hospital pero, antes de contarte que pasó, ¿qué recuerdas?
-¿Hospital? ¿M-mis recuerdos?- Estaba realmente confusa.
-Tranquila, no te esfuerces demasiado, relájate. Ahora el doctor te hará algunas preguntas y luego te haremos unos análisis. No te preocupes, todo irá bien.- Me maree un poco cuando dijo análisis, yo odio las agujas.
-¿Como te sientes?- Dijo el doctor.
-Mareada, confusa.- Dije mientras observaba a la enfermera ir de un lado para otro.- Puede contarme que ha pasado, ¿p-por qué estoy aquí?-Respire ese agradable olor a hospital, no se porqué pero siempre me ha gustado, aunque casi nunca he estado en uno. Creo que solo dos o tres veces hasta ese momento.
-Tranquila te lo contaremos todo en cuanto te sientas mejor. Ahora dime todo lo que recuerdes. ¿Sabes quien eres?
- Me llamo Elizabeth, tengo 10 años y quiero ver a mis padres, tengo miedo. ¿Por qué estoy aquí?- Estaba realmente nerviosa y desesperada.
-Por favor, no tengas miedo. Ahora vendrá un psicólogo y te explicará que pasó con tus padres.
-¿¡Les ha pasado algo?!- Dije muy exaltada.
-Por favor, relájate. Ahora empezaremos los análisis.- Dijo mientras me clavaba una aguja por vía intravenosa. Ya estaba conectada a un gotero por una de las manos, mientras que por la otra me sacaban sangre y hacían otras cosas. Estaba muy inquieta.
-Bueno, ahora cuéntame que recuerdas de la noche del treinta y uno de octubre del año pasado.- Me dijo el doctor.
-Halloween... ¡¿Del año pasado!? Como es eso posible... No recuerdo mucho, se que estábamos en casa de mi tío en una fiesta y poco más...
-Tranquila, esta bien. Llevas siete meses aquí.
-Elizabeth, ahora se irá el doctor y nos quedaremos hablando, ¿vale?- Dijo el que parecía el psicólogo.
-Esta bien.- Acabaron todas las pruebas y lo que fuera que estaban haciendo y el señor, algo mayor vestido con un traje negro y una corbata de un tono azul muy inusual, se sentó a mi lado y comenzamos a conversar. Y tras un rato hablando...
-Elizabeth. No quiero que te asustes. Pero lo que te voy a decir puede afectarte mucho.- Dijo mientras cogía mi mano.- Lo que pasó ese treinta y uno de octubre, ¿lo quieres saber? ¿quieres saber por qué estás aquí, ¿verdad?-
-Sí, quiero saberlo todo.- Yo siempre había sido una chica muy curiosa y sin miedo a nada.
-Ese día hubo una explosión de gas, y bueno, todos los asistentes murieron, todos menos tú.- Lágrimas inundaron mis ojos y seguido mis mejillas.
-¿Mis padres?
-También.- Dijo con tono compasivo.- Pero ahora tú tienes que ser fuerte. El estado se encargara de ti, pero no te preocupes la herencia de tus padres será bien administrada. No se utilizará para nada, así podrás pagarte los estudios cuando cumplas la mayoría de edad. Sé que esto te va a ser difícil de afrontar pero, como ya he dicho, tienes que ser fuerte. te ayudaremos a superar el trauma poco a poco.
¿Mis padres muertos? ¿Mi familia muerta? En ese memento desee estarlo yo también. Una vida sin tus conocidos, sin tus seres queridos, sin tu familia. No, a eso no se le puede llamar vida.
-¿Puedo estar a solas? Necesito asimilar todo esto.- Mis padres siempre dijeron que parecía una adulta ya que mi personalidad siempre fue seria y fría cuando había que serlo pero cálida y agradable en los mejores momentos.
-Claro, tomate todo el tiempo del mundo, y si necesitas algo solo tienes que pulsar el botón que esta al lado de tu cama. Todo estará bien, ya lo verás.
Me acosté a dormir, así no pensaría en nada. Así podría soñar con ellos. Así podría intentar descansar.
No podía explicarme como había sucedido todo esto. El gas... El gas mató a mi familia. El gas me mató.
Pasó un tiempo hasta que salí del hospital a una casa de acogida, por suerte una agradable familia tuvo el honor de elegirme a mi entre todos los niños adoptivos.
Mery y Marc, así se llamaban mis nuevos padres. O eso me habían dicho. Era mi primer día allí, y Dilan, un asistente social me había acompañado a conocer a mi nueva familia.
-Estoy nerviosa, ¿y si no les gusto?
-Todo va a salir bien, eres una niña encantadora.- Dilan era el único con el que me llevaba bien. Era mi único amigo.- Dilan, ¿antes de entrar puedo preguntarte algo?
-Lo que sea pequeña.
-¿Seguiremos en contacto?
-Claro, tienes mi número, solo has de llamarme si te sientes sola o si surge algún problema.
-Muchas gracias por todo de verdad.- Le dí un fuerte abrazo justo antes de que tocará el timbre.
-Hola señores Jonhson, soy Dilan, el asistente social. Y esta pequeña, como ya saben, es Elizabeth.-
-H-Hola.-Dije algo nerviosa, no estaba, ni estoy acostubrada a conocer gente.
-Pasad por favor, déjame tus maletas Elizabeth, las llevaré a tu nuevo cuarto.- Parecían una familia agradable.
Fuimos al salón y los cuatro comenzamos a charlar. Luego Dilan se marcho y eso me puso algo nerviosa, pero no me importaba demasiado. Me mostraron mi habitación, eso si que era una habitación bonita, aun que le faltaba mi toque personal que le acabe agregando con el tiempo.
Era un cuarto grande en tonos verdes. Al fondo una cama alta con muchos cajones para guardar ropa debajo de ella. A la derecha un espejo, una ventana y un escritorio. No había mucha cosa, pero me dijeron que no querían comprar nada hasta que llegará yo y eligiera lo que más me gustará. A la izquierda un gran armario empotrado. "Podré guardar mucha ropa ahí"
Por suerte era verano y no tendría que empezar a mitad de curso, es más, repetí ya que falté durante más de siete meses a la escuela. Casa nueva, vida nueva, familia nueva.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de la realidad
Misterio / SuspensoParecía normal. No era diferente a simple vista. No, no lo era. No hasta que me dí cuenta de la realidad que la rodeaba. Pero, ¿por qué? ¿por qué a ella? Y lo más importante ¿no confiaba en mi? Nunca me lo dijo, ni mucho menos me dio una respuesta a...