La baja y ronca voz de David interrumpe el silencio entre nosotros — ¿Cómo es que tu novio te deja sola en medio de la noche? —algo en su repentina pregunta me inquieta.
Pienso un instante, no sé cómo responder porque tampoco lo entiendo.
Lo observo detenidamente, sus ojos profundamente azules se clavan en los míos, esperando una respuesta clara.
Me remuevo en mi lugar incomoda y aclaro mi garganta —Es la primera vez que ocurre —miento.
Su mirada me analiza, buscando algún destello de mentira en mis facciones. Vuelve su vista al lago al cabo de unos segundos.
Sorbo de la pequeña botella entre mis dedos y prosigo con las preguntas — ¿Y tú?, cuéntame algo, ¿Qué debo saber sobre ti?
David enciende un cigarrillo y le da una calada —No mucho, solo me dejo llevar por las situaciones que se presenten— puntualiza señalando nuestro alrededor y añade —, puede ser el destino el que te lleve a lugares inciertos con las personas menos pensadas, Evans —considera.
— ¿En tu destino esperabas estar embriagándote con una novia fugitiva?—sugiero.
— Eso es lo divertido de dejarse llevar, es inesperado, ¿lo ves? —Susurra con una sonrisa de costado y añade —, es bueno escaparse de los problemas de vez en cuando, pero eso lo dejaremos para otra ocasión, si nuestros caminos se vuelven a cruzar, claro —propone, guiñándome un ojo y volviendo su vista al paisaje frente a nosotros.
Es una noche veraniega tan hermosa, la brisa cálida acaricia mi piel y me relaja. El silencio me tranquiliza. La cercanía de alguien que apenas acabo de conocer no me molesta en lo absoluto, es más, la presencia de David me trasmite una especie de seguridad.
— ¿Puedo? —señalo el atado de cigarrillos, David me mira inseguro pero asiente al final tendiéndome el atado y el encendedor.
No es una adicción para mí pero cuando hay momentos que me frustran, me agobian, o me superan, no lo rechazo.
Enciendo el cigarro y la bocanada logra destensar mi mente unos segundos, me descalzo y entierro los pies en las pequeñas piedras.
— Nunca había traído a alguien aquí —suelta David en un susurro que apenas llego a oír —, tu compañía no resulto ser fastidiosa, Evans —declara con pura honestidad.
— Y tú no resultaste ser tan irritante —agrego con diversión, giro para mirarlo y sus ojos me atrapan, un escalofrió recorre mi espina dorsal y erizan cada vello de mi nuca, mi corazón palpita frenéticamente contra mi pecho y un hormigueo invade las palmas de mis manos. David parece no inmutarse en lo más mínimo.
Se remueve un poco en su lugar cortando la escasa conexión de nuestros ojos. Coloca ambas manos en los extremos de su chaqueta y se la quita. No puedo desviar mi vista de cada movimiento en sus brazos, sigue por quitarse la remera.
Mis mejillas arden, y no logro pensar con claridad.
Un carraspeo me despierta del trance.
— ¿Disfrutando el paisaje, Evans? —suelta con arrogancia y diversión.
— Retiro lo dicho, si eres bastante irritante —mi voz suena más dura de lo que pretendo.
David hace un bollo con su remera y la deja con la chaqueta a un costado. Cuando se impulsa para levantarse nuestras manos rozan, el toque repentino parece quemar, pero no logro mover mi mano de la suya, y el tampoco parece esforzarse en alejarse.
Sus ojos hacen contacto con los míos y nos miramos por lo que parece una eternidad. No sé si es el efecto del alcohol en mi sistema, que me hace notar sus ojos más oscuros, o la oscuridad de la noche con el suave reflejo de la luna que nos acompaña. Cuando el ardor en los dedos de mi otra mano me hacen apartar la vista bruscamente.
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Indesición
Novela JuvenilLas decisiones correctas te llevan a lograr algo bueno... pero cuando decidimos lo incorrecto aun sin saberlo, nuestra vida puede cambiar completamente. Quizás sea esa la explicación del porque me encuentro sentada en el pasto frente a la laguna -la...