-𝑜𝒿𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝑜𝒸𝑒́𝒶𝓃𝑜; 𝑒𝓃 𝑒𝓁𝓁𝑜𝓈 𝓂𝑒 𝓅𝓊𝑒𝒹𝑜 𝓅𝑒𝓇𝒹𝑒𝓇.

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Sus ojos eran de color marino, pero de aquella parte más oscura del océano. De un azul profundo, casi negros. Lo interesante era que si un destello de luz cruzaba esos orbes, se podía apreciar por breves segundos un poco de claridad en ellos, como el cielo de una tarde de verano: un azul brillante e imponente. 

Es por eso que a Kim SeokJin le encantaba caminar de regreso a su casa junto a Jeon Jungkook, con el sol de las cuatro de la tarde como su confidente, aquel que está por ocultarse, dejando destellos naranjas y rosas por todo el vasto cielo.

SeokJin escuchaba sin escuchar todo lo que su amigo le decía, pues su ser despistado no le permitía escuchar y apreciar al mismo tiempo; por lo que hacía como que escuchaba mientras solo miraba embelesado aquellos ojos que brillaban con el sol. Aquel día, los ojos del más alto brillaban más de lo usual, pero llegó un momento en que SeokJin salió de aquel maravilloso trance, pues las palabras que escuchó de su amigo le perforaron el pecho como navajas muy afiladas.

Jungkook hablaba muy emocionado de "TaeTae". Según la memoria del mayor, Kim Taehyung era el amigo de infancia del menor, pero por cómo este hablaba de él, parecía que eran algo más que solo amigos...

El sol empezaba a ocultarse y aquellos ojos que tanto cautivaban al mayor se iban oscureciendo de nuevo, sin darle la oportunidad de apreciar aquella transición tan sublime como él hubiera querido. Pero es que su mente ya no estaba ahí, estaba en un lugar frío y vacío, en donde todas sus ilusiones se rompían y la realidad lo golpeaba sin piedad.

La realidad que le decía que era un bicho raro, torpe e indeseable. La realidad de que alguien tan vivaz y extrovertido como lo era Jeon Jungkook jamás se fijaría en alguien como él. La realidad de que los años pasaban pero él no se movía. Seguía ahí, junto a sus miedos de la niñez y a sus traumas de la adolescencia. No entendía cómo el menor siquiera era amigo de él, un chico mayor que él, muy torpe, muy frágil, muy raro. Pero tampoco era de extrañarse, Jungkook le hablaba a todo el mundo. Él era así, siempre amable, siempre alegre, siempre tan seguro de sí mismo. Siempre tan perfecto...

—SeokJinnie... ¡SeokJinnie! ¿Estás escuchándome?— preguntó Jungkook, quien había parado de hablar al percatarse de que el mayor no le estaba prestando atención.

El susodicho regresó en sí y se maldijo internamente por no poder evitar sonrojarse al tener a Jungkook justo frente a él, mirándolo fijamente a los ojos.

Tragó grueso.

—Eeh... Sí, Jungkook. Estoy escuchándote...

—Mentiroso— recriminó mientras entrecerraba sus ojos y hacía un puchero que hizo resaltar un piercing al costado de su grueso labio inferior. A su vez, se cruzó de brazos y SeokJin, por más que lo intentó, no pudo evitar desviar su mirada hasta aquellos fuertes brazos llenos de tatuajes, que lo hacían caer más por el menor.

Suspiró con pesar.

—Lo siento, tienes razón. No estaba prestando atención.

Jungkook reprimió una sonrisa. Claro que no pasó por desapercibido el gesto del mayor. SeokJin era tan transparente y Jungkook tan seguro de sí mismo, que rápido pudo darse cuenta de los sentimientos de su hyung. Incluso se le hacía tan tierno que el mayor perdiera su compostura a veces y se mostrara tan tímido alrededor de él, sobre todo porque él también estaba perdidamente enamorado de SeokJin.

Enamorado de sus lindos y grandes ojos; de sus labios, gruesos y rosados; de cómo lucía con sus gafas, que cubrían gran parte de su rostro (lo cual también era una pena porque SeokJin era muy atractivo, aunque él mismo no se viera de esa forma). También amaba cómo se miraba con sus suéteres tres tallas más grandes y cómo su naricita se ponía roja cuando hacía frío.

En resumen, se podía decir que Jeon Jungkook estaba perdidamente enamorado de Kim SeokJin. Y la mayoría del tiempo se le hacía divertido lo despistado que podía ser el mayor respecto a él, que lo trataba como a nadie. Lo trataba como si fuera un príncipe y a veces parecía que todos se daban cuenta, menos el mismísimo SeokJin. Claro, todo esto le hacía gracia al menor, por su naturaleza liberal y despreocupada. Pero la realidad era que el mayor la pasaba muy mal queriendo ocultar su enamoramiento y sus celos hacia alguien como Jungkook, que tenía a medio instituto a sus pies. Cuando el menor se daba cuenta de esto, se esmeraba más en proteger al mayor y de dejarle saber lo especial que era para él.

De alguna forma, Jungkook ya no podía con aquella situación, quería abrirle su corazón al mayor de una vez por todas. Quería amarlo de una vez por todas.

—Te decía que TaeTae vendrá mañana para presentarme a su novio.

—Oh...—SeokJin levantó la vista, sus ojos de cachorro con un brillo de esperanza.

—Y yo quiero presentarle al mío.

Listo. Lo había dicho, y siendo el atrevido que era, no se echaría para atrás. Solo esperaba que la suerte estuviera de su lado en esta también.

—¿Ti-tienes n-novio?—preguntó SeokJin, alzando un poco la voz por la sorpresa.

Jungkook suspiró. Su hyung no tenía remedio y él ya no quería callarse y simplemente ignorar esos sentimientos que habían florecido entre ellos a través del tiempo.

Se acercó un poco más al contrario, quien levantó su vista un poco más para mirarlo, ya que pese a que era el mayor en cuestión de edad, era un poco más bajo que el menor.

SeokJin se quedó sin aire. Por alguna extraña razón mágica, un último rayo intenso de sol le permitió ver los ojos del contrario como tanto le gustaba verlos: con galaxias en ellos.

Jungkook posó una mano en el rostro del mayor, sosteniendo su mandíbula firme y protectoramente.

—SeokJin, sé mío. Sé mi novio.

SeokJin no podía dar crédito a lo que escuchaba, se sentía mareado, con un ejército de mariposas danzando dentro de su estómago. Un fuerte sonrojo azotó sus mejillas. Al principio no se lo creía, pero aquella mano tan cálida y aquellos ojos que lo miraban con tanta seguridad y tanto amor quitaron toda duda dentro de él y solo atinó a asentir. Luego cerró sus ojos, dejando que la calidez de aquella mano lo reconfortara. Todo aquello se sentía tan surreal, como si no le estuviera pasando a él.

Jungkook sonrió al ver que SeokJin abultaba levemente sus labios. Quería ser besado y quién era él para negarle eso a su ahora novio. Además, él mismo había esperado por ese momento por mucho tiempo.

Besó a su hyung tan delicadamente que este se estremeció al sentir aquel contacto tan sutil. SeokJin llevó sus manos hasta el pecho del contrario y arrugó la tela que ahí se encontraba. Estaba dando su primer beso a su primer amor y se sentía tan bien. Era un inexperto pero eso no lo detuvo de querer experimentar, por lo que saboreó el labio inferior del menor y, una vez más, se estremeció al sentir el helado metal del piercing. Suspiró y Jungkook sonrió en medio del beso.

SeokJin sentía las orejas calientes y su corazón latía desbocado. Se refugió en el pecho del menor y lo abrazó de la cintura. El contrario hizo lo mismo, sosteniéndolo fuertemente entre sus brazos. 

Una brisa alborotó el cabello y no pudo evitar sonreír. 

Al fin tenía a SeokJin y jamás lo dejaría ir.

En esa tarde de otoño le prometió al viento que haría feliz a SeokJin. Y que se encargaría de hacerle saber lo hermoso que era cada día de su vida.


—𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑒

-be mine. [KookJin]Where stories live. Discover now