El único recuerdo que tenía de su madre —de sus padres biológicos en general— era de ella diciéndole entre lágrimas que nunca dejase que nadie le borrase la sonrisa. Irónico. Bien, por pormenores de la vida, Wei Ying había aprendido a base de caerse y levantarse una y otra vez, cosa que no siempre era fácil, aunque lo intentaba con ahínco. De sobra sabían sus conocidos que su sonrisa luminosa siempre estaría ahí incluso en situaciones imposibles para levantar el ánimo de todo el mundo. Los que le conocían mejor, los más cercanos, sabían que había unas pocas, poquísimas, excepciones a esa regla de oro. Ese momento fue una de ellas.
Su mano derecha estaba entrelazada con la de Lan Zhan mientras con la izquierda sostenía un chocolate caliente, cortesía de su novio. Hacía frío, pero porque en Copenhague siempre hacía un frío del demonio. Era la tercera vez que el joven abogado iba a visitarle a Dinamarca y, por más veces que pasasen por lo mismo, la despedida nunca sería fácil. Todo lo contrario, cuántas más veces ocurría, más le dolía el corazón cuando llegaba el momento de despedirse. El avión de Lan WangJi salía en dirección a China a las cuatro de la mañana, en doce horas. Eran las cuatro de la tarde, y ellos estaban dando un paseo por los jardines botánicos después de comer, aprovechando las escasas horas de luz. Por mucho que lo intentase, Wei WuXian no era capaz de sonreír. El abogado lo sabía, lo que no sabía era cómo podría animarle. Dar apoyo moral no era lo suyo y menos todavía cuando era tan dolorosamente consciente de que solo les quedaban unas doce horas juntos. Doce horas y contando. Eso era lo que les separaba de otro medio año sin verse.
-Lo siento, Lan Zhan. -Musitó Wei Ying con voz queda tras un rato de paseo en silencio y sin mirarle a la cara mientras arrastraba los pies levantando polvo por un camino arenoso-. No me gusta estar tan callado pero no... no sé qué decir.
-No tienes que decir nada si no quieres.
-Pero quiero, ese es el problema. Quiero decirte tantísimas cosas que tu avión despegaría y yo seguiría hablando.
-Podría perder el vuelo...
Una mueca torcida cruzó por los labios del estudiante de ciencias que poco a poco se estaba haciendo un hueco en el mundillo de la investigación. No era una sonrisa exactamente, pero estaba cerca.
-Tu sentido del humor siempre me pilla con la guardia baja. -Adelantándose un par de pasos se colocó frente a Lan WangJi. Cuando se detuvieron en mitad del camino, rodeados por setos de hoja perenne, le tomó de las manos. Tenían suerte de estar solos, pero no a mucha gente se le ocurriría la idea peregrina de ir al jardín botánico en pleno febrero-. No, no puedes. Tú tío me mataría, y ahora trabajas en su bufete.
-Mi hermano me apoyaría. -Murmuró él también en un tono de voz un poco más tembloroso de lo que su firmeza neutra acostumbraba a ser-. Tú quieres que me quede.
-Sí, lo quiero, lo quiero con toda mi alma, pero me temo que no se puede. Al menos, no de momento. -Wei WuXian dejó escapar un suspiro hondo y desgarrador. Odiaba cuando la vida le obligaba a tomar un rol adulto-. Si por mi fuera, te secuestraría y haría que te quedases conmigo para siempre.
-Quiero quedarme.
-Y sabes tan bien como yo que no puedes. Decimos estas cosas porque se nos acaba el tiempo, Lan Zhan.
Tragó saliva. Era muy consciente de que si seguían por ese camino, el llanto sería inminente. Sabiendo que el otro estaba haciendo lo mismo, los dos se obligaron a ser fuertes y a mantener la compostura. Wei Ying se elevó sobre las puntas de los dedos para alcanzar los labios del abogado, con las manos todavía entrelazadas y el vaso de cartón del chocolate olvidado en un banco a su lado. Su beso fue corto, un roce que precedería a una lluvia de ellos, cada uno descontando los segundos en un reloj de arena. Tras besarlo de esa forma tan pura, tan dulce y a la vez tan dolorosa, se escondió entre sus brazos. Hundió la nariz en el hueco de su cuello y aspiró ese suave aroma a sándalo que tanto le reconfortaba. Compraba incienso del mismo tipo y marca por internet solo para sentirse cerca de él. Fue entonces cuando permitió que el más quebradizo de sus susurros escapara.
-Quiero que te quedes conmigo...
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Kissing [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
Fiksi PenggemarA veces los abrazos se quedan cortos. Los besos también suelen, por eso a Wei WuXian le gustaba tantísimo pasar a palabras mayores, pero los besos es verdad que suelen ser capaces de dar una mejor definición del estado de una relación. ¿Eran amigos...