4: Dioses Olímpicos.

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—¿Qué se supone que quiere decir con eso de "tic toc"?— Pregunta Jadz tomando su taza de café.

—No lo sé— Me recargué el asiento de mi auto soltando mucho aire por la nariz— Lo más coherente es que se trate de algo así como "Se te acaba el tiempo"— Dije haciendo comillas con mis dedos—Pero tiempo de qué— Me cuestioné a mí misma.

—El tiempo de buscar respuestas, quizá— Levantó los hombros— ¿No has pensado en la posibilidad de qué sea alguien jugándote una broma pesada?— Preguntó pensativo.

—No lo creo, quiero decir, ¿Con qué propósito?— Pregunté de la misma forma.

No había dejado de pensar en la nota y sí quizá Jadz tenía razón, podía ser una broma pesada pero eso no quita el hecho de que el "once cuarenta y dos cero cinco" signifique algo.

Nos dirigíamos a el departamento de Alicia, ya que me dejó todo a mí -cosa que aún me cuesta asimilar- tenía el derecho de ir hasta allá sin ningún problema. Necesitaba encontrar algo que me ayudara con esto. Necesitaba respuestas.

Bajamos del auto y entramos a el edificio. Un edificio muy impecable y moderno.
Subimos por el ascensor y finalmente llegamos a su departamento.

Me ponía ansiosa el hecho de entrar aquí. Obviamente ya había estado aquí antes, pero es raro entrar y ver sus cosas cuando sabes que ya no está.

—Wow— Dijo Jadz en un tono de asombro entrando en el departamento.— Alicia tenía buen estilo.

—Tenemos que buscar documentos, fotos, todo lo que nos pueda dar información— Le ordené.

Jadz asintió y se movió por el lugar buscando posibles cosas que nos sirvieran.

Fui hasta una de las librerías y tomé un libro que llamó mi atención y ojeé un poco la primera página.

    "Con mucho amor, Dan Herzogk"

Este libro era de mi padre. Una punzada recorrió todo mi pecho y dejé el libro en su lugar.
Respiré profundo, debía enfocarme en lo que venía a buscar.

Noah tienes que ver esto— Me llamó Jadz desde el otro extremo de la habitación.

—¿Qué mierda...?— Un enorme panel computarizado salió de la pared.—¿Cómo encontraste esto, Jadz?— Le pregunté acercándome al panel.

—Me tropecé con eso— Señaló una pequeña mesa— Choqué con la pared y eso salió.

Presioné uno de los botones. Una voz computarizada se escuchó por todo el lugar.

—Contraseña incorrecta.

Jadz dio un pequeño salto en su lugar y giró su cabeza en todas las direcciones.

Mi mente se iluminó al instante.

—¡Claro!— Exclamé— Once cuarenta y dos cero cinco es la contraseña— Di un pequeño salto en mi lugar de la emoción.

Respiré y presioné los botones colocando la contraseña.

Bienvenida de nuevo Alicia.

Las paredes se abrieron y una gran sala se dejó ver detrás de éstas.

Jadz y yo entramos con cautela y las paredes detrás de nosotros se cerraron.

Examiné el lugar; Una gran sala con computadoras, estantes de documentos y otras cosas muy modernas que no logré reconocer. Además que se podía ver todo el departamento desde adentro, ya que la pared era transparente y habían cámaras de seguridad con las que noté que afuera no podía verse.

N O A HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora