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-¡Do! ¡Soldado Do! -El mencionado giró su rostro cuando su nombre fue repetido, buscando la voz-. ¡Do! -Era su sunbae, lucia agitado y corría a toda prisa hacía él.

-¿Qu...? ¿qué sucede? -lo recibió con la postura firme.

-Tu mensaje... resultó -dijo entrecortado por el cansancio, producto de la carrera que había dado-. Grupos de personas han empezado a llegar y justo ahora vino uno grande, quizá tu familia...

Ni siquiera espero a que su hyung terminara de hablar cuando salió corriendo en dirección en la que venía su superior, con el corazón martillando fuertemente, estaba nervioso, inquieto y el camino se le hizo eterno. Comenzó a sonreír mediante se fue acercando, comenzando a ver a varios civiles, niños, ancianos, jóvenes, mujeres, adultos y hombres. De todo.

Algunos lucían cansados y mal heridos, siendo atendidos por otros soldados, mientras que otros que se veían en mejores condiciones ayudaban y repartían agua y algunos alimentos.

Sin embargo, al detenerse e inspeccionar toda el área su sonrisa fue decayendo, era cierto, había muchas personas, pero ninguna era su esposa, o sus padres, ni tampoco estaba KyungSoo.

Sintió un nudo en la garganta y sus ojos se enrojecieron. Intentaba sonreír cuando alcanzó a escuchar a un soldado de su pelotón gritar "¡mamá!". Y no parecía ser el único reencuentro. Una mano se posó en su hombro, encontrándose con el mismo hyung, este al ver su expresión entendió que no se encontraban ahí.

-¡Soldado Do! -el chico brincó en su lugar cuando la estricta voz del general llegó a sus oídos, volteándose y poniéndose firme en cuanto lo vio que se dirigía a él; y a decir por su expresión, no lucía feliz-. Tengo que hablar con usted, sígame a la tienda. Solo. -Recalcó cuando vio al otro soldado.

El más joven siguió a su superior con temor.

Sabía que el haber mandado aquel comunicado por la radio le traería problemas, sanciones y eso sería lo más leve.

Una vez dentro esperó a que el general comenzara hablar, este se sentó en la silla detrás de un escritorio improvisado donde tenía radios, papeles y demás cosas que no se encargó de ver por miedo a que se ganara un regaño al estar de fisgón.

-¿Tiene alguna idea de lo que quiero hablar, soldado? -preguntó con voz seria, sin apartar sus ojos del más joven.

-Sí, general -contestó con la voz más firme que pudo.

-Pues bien, escucho. Quiero saber la razón de aquella idea.

Se mantuvo firme, sin flaquear, era cierto que estaba nervioso, pero él estuvo en lo correcto, su corazón y cerebro se lo decían y cuando recordaba a todas esas personas que llegaron con vida, encontrándose con otras que creían muertas, le dio aún más coraje.

It's not the end of the world. [En Transmisión]Where stories live. Discover now