Para siempre.

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Disclaimer n°1: "Love Live! Sunshine!" no me pertenece, por eso escribo fanfics :'c
Disclaimer n°2: Los versos mostrados en esta historia tampoco son de mi creación. Bendita sea el alma capaz de dar vida a tan bellas estrofas c':

N/A: De Fanfiction a Archive of Our Own, este fic se ha convertido en mi carta de presentación (y no, no la de Despacito). 

He tomado prestados versos de canciones de una gran banda española de folk rock, Saurom. Os comparto el tracklist de los fragmentos que estáis por leer, si gustáis oidlos.

- Músico de calle
- La leyenda de Gambrinus
- El hada y la luna
- Mírame (vida)
- Pintor de suspiros
- Dalia
- Para siempre

Espero que vosotros también podáis disfrutarlo c:

—o—

Era temprano aún cuando tres almas a toda velocidad corrieron en dirección a la plaza. A su paso iban dejando miradas curiosas mientras sorteaban a quienes desde temprano atendían sus deberes. Esquivaron un par de carretas con mercadería durante su carrera y uno que otro caballo que tuvo que ser acudido por su dueño para evitar se quedara alterado. Cogieron unas cuantas manzanas de un pequeño puesto ganándose la reprimenda de la mercader que no pudo detener el hurto y no hizo más que amenazarlas con una escoba. Se dedicaron cierta sonrisa de complicidad mientras un pequeño grupo de niños había empezado a seguirles el paso a la misma velocidad.

Se ubicaron en el centro mientras extraían sus instrumentos de unos estuches de cuero, bastante gastados ya, sus armas personales para atacar el aburrimiento matutino. Se colgó la guitarra en un movimiento ágil sobre la cabeza, su compañera la imitó colgándose una pequeña mandolina, la tercera de ellas lo hizo también con un laúd. Los niños que las habían seguido las rodearon expectantes a lo que podrían mostrar, su pequeña ansiedad solo las motivaba más.

Un, dos, tres, va.

La mandolina y el laúd rompieron el silencio mientras la guitarra se le unía compases más adelante. Se veían divertidas, disfrutaban de cada rasgueo que daban, pequeñas coreografías aparecían al ritmo de la melodía. Los niños se levantaron de sus asientos y se unieron a la danza, algarabía que atrajo a más curiosos que deseaban enterarse sobre aquel pandemónium que había alborotado un poco la mañana.

Su compañera cambió la mandolina por un violín, una chispa algazara hizo brillar aún mucho más aquella mirada azulada. Quien traía el láud lo cambió por una bandurria mientras acomodaba su largo cabello cobalto en una cola. La del cabello naranja se alzó sobre todos balanceando su peso sobre la fuente central para lograr ser oída.

«Hoy será un gran día, tengo ganas de salir y situarme en una esquina mientras templo mi violín. Hoy será un gran día si te dejas embrujar por mi alegre melodía y la magia del compás.»

Adelantó hasta donde se hallaban los espectadores, su gesto facial era de confidencialidad, como si estuviera contándoles un secreto.

«Monto un escenario de cartón y uso la imaginación. Hoy mi foco puede ser el sol y una nube mi telón.»

Volvió hacia sus amigas, cambió la guitarra por una pequeña flauta dulce. Improvisaron un pequeño solo que las personas acompañaron con palmas. Ellas danzaban al compás de cada nota, narrándoles a todos el porqué de su estadía, la razón de aquella greguería.

«Estoy aquí en tu ciudad, acércate, voy a tocar. Fabrico sueños con mi voz, regalo sentimientos en clave de sol.»

No muy lejos de allí el cortejo real hacía su rutina matutina acompañando al rey durante su recorrido habitual. Benevolente y austero, pero severo. El bullicio formado metros más adelante atrajo su atención y decidió averiguar de forma personal que estaba ocurriendo mientras pensaba en el castigo que tendrían que asumir los causante de aquel barullo.

Para siempreWhere stories live. Discover now