XII. Con los ojos bien abiertos.

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Maratón 3/5

Habían pasado un par de horas y Clarke no despertaba. Eso no le gustaba para nada. Preocupada miró a Becca que seguía dormida en su forma de lobo, y luego a Allie. —¿Por qué no despierta?— Allie la miró, pero no dijo nada, pronto volvió la mirada a la rubia. Aden se había dormido hacía poco luego de jugar hasta cansarse. —Respóndeme, por favor.— pidió y Allie volvió a mirarla.

—Solo existen dos razones por la que un ser no despierta del sueño lúcido, la primera es que no quiere, y la segunda es que no puede. Ya sea porque no se ha dado cuenta de que está soñando o porque su cuerpo no tiene la energía suficiente para hacerlo.— Allie habló de manera robótica y calmada, sin inmutarse en ningún momento.

¡Eso era! Clarke no había comido en días, era obvio que no podía despertar por eso. Sin pensarlo demasiado, acomodó a Aden sobre unas mantas que tenía en su mochila, y lo colocó en el suelo despacio, con cuidado tomó la daga de Clarke de sus manos y se acercó a ella despacio, se veía tan preciosa, le provocaba tanto robarle un beso. Sin pensarlo mucho, se acercó a ella y juntó sus labios con suavidad, fueron apenas unos segundos, pero sintió todo su mundo alborotarse. Sonrojada se separó de ella y acarició su rostro con cuidado. Llevó sus dedos a sus labios y con sumo cuidado abrió su boca unos milímetros. Con la daga de la rubia, hizo un corte en su mano, no fue fácil, a decir verdad sobretodo porque su brazo seguía doliendo y le costaba horrores moverlo. Rápidamente acercó la mano sobre la boca de la rubia, y apretó el puño para que las gotas de sangre cayeran en la boca de Clarke.

***

La rubia aún se encontraba en la misma posición dentro de su muralla. Se sentía segura ahí, y no quería salir. De pronto, todo empezó a temblar, sintió algo en su corazón, fueron sólo unos segundos, pero bastó para que su mundo entero se tambaleara, escuchó su muralla agrietarse, y pronto el olor a sangre la invadió. —¿q… qué?— no entendía lo que estaba pasando. Observó la oscuridad a su alrededor, y de repente empezó a sentir que sus fuerzas volvían a ella. ¿Qué estaba pasando?

***

¿Qué estaba pasando? Le había dado de comer, y los colmillos de la rubia, así como su cabello rojizo habían desaparecido, ¿por qué no despertaba? ¿Acaso Allie tenía razón? ¿Acaso ella no quería despertar? ¿Acaso lo que había encontrado en el sueño era mejor que ella? ¿Mejor que Aden? Empezó a hiperventilar y tuvo que ser fuerte para evitar llorar, no podía permitírselo. —¿C…Clarke…?— acarició la mejilla de su rubia con cariño, sin darse cuenta que una de sus lágrimas se resbalaba y caía sobre la mejilla de su bella durmiente.

***

¿C…Clarke…?

Escuchó la grieta hacerse más grande, pronto un pedazo de la muralla cayó, todo a su alrededor temblaba, no entendía qué pasaba, ¿acaso está a soñando? Sintió un cosquilleo en su mejilla y otro pedazo de la muralla cayó a sus pies. Pronto sintió algo mojado en su mejilla, ¿acaso estaba llorando? Otro pedazo y aún más grande cayó a sus pies, el lugar no dejaba de temblar, ni las grietas de formarse, Clarke tenía miedo y no sabía qué hacer.

***

—Amor escúchame…— Lexa no se estaba conteniendo ya, dio un pequeño beso en la frente de Clarke y luego pegó sus frentes mientras acunaba sus mejillas entre sus manos. —Nada de eso es real. Nada.— susurraba la más joven sobre los labios de la mayor, no quería perderla, no podía perderla, la amaba más de lo que podía pensar. —Regresa a mí, regresa conmigo, por favor…— Lexa cerró los ojos mientras sus lágrimas caían sobre el rostro de Clarke. —Te amo…—

Becca despertó al olor de la sangre de la muchacha. Se transformó nuevamente y miró a su hermana, le parecía una escena muy tierna de ver, sin decir nada tomó la mano de Allie y la jaló, en silencio se adentraron en la cueva para darles privacidad, ya tendrían tiempo de hablar.

***

Amor escúchame…

Sintió su corazón latir con fuerza mientras más pedazos de aquella muralla caían a su alrededor. Sentía que se ahogaba, se sentía perdida, no pertenecía a ese lugar, ¿en dónde estaba Lexa? —¿Lexa? ¿Eres tú?— preguntó con miedo, cada vez que miraba hacia fuera de la muralla una sensación de abandono cruzaba su pecho, y la hacía retroceder. —¿Lexa?—

Nada de eso es real. Nada.

—Ya lo sé… O eso creo…— se abrazó al sentir algo cálido en su frente, y sonrió por inercia, sin querer llevó su mano a su frente y la acarició despacio. Un nuevo trozo aún más grande, rompiéndose frente a ella la sacó de aquel extraño momento. —¿En dónde estás Lexa?—

Regresa a mí, regresa conmigo, por favor…

—¡No sé cómo hacerlo!— Gritó desesperada, sentía las lágrimas en su rostro y se abrazó con fuerza al no saber qué hacer. —Ayúdame…— Susurró entre sollozos.

Te amo…

Fue entonces cuando la muralla cayó por completo y una luz de fuera  la cegó obligándola a cerrar sus ojos y despertar.

Madre Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora