XIV. Esta es nuestra historia.

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Maratón 5/5

La mujer en el suelo abrió los ojos despacio y regresó a mirar a Clarke. Sus ojos se abrieron con sorpresa y lágrimas empezaron a caer de sus ojos mientras negaba. -No es posible, no...- murmuró llevando una mano a su boca e intentando sentarse con algo de torpeza -¿qué pasó? Lo último que recuerdo es la pelea con Diana...- vio que la cara de la rubia se tensaba un momento y suspiró, la rubia se acercó a ella y se arrodilló a su lado.

-Eso pasó hace cientos de años, madre.- la voz de Clarke estaba pegajosa y algo rota. -Pensamos que habías muerto...- Abby miró a su hija con sorpresa, la última vez que la había visto era tan sólo una pequeña niña... sintió como Clarke retiraba algo de su pecho, y entonces pudo notar su daga, la que le había dejado cuando era tan solo una niña. Sonriendo sacó de su pecho aquel collar de oro, el dije de un rubí brillaba con intensidad en aquel lugar. Clarke escuchó los pasos de Lexa acercándose hacia ellas, y se giró para mirarla. Aden parecía despierto y se entretenía con el cabello de la castaña, que la miraba expectante y con algo de miedo.

-De hecho, ella lo está. Solo estás hablando con su alma.- escuchó la voz monótona de una pelinegra que se acercaba a ellas caminando despacio. -Acabas de liberarla de su castigo. Ahora puede irse y descansar en paz.- relató la pálida mujer mientras observaba de reojo a la castaña.

-Allie, no seas tan fría. Al menos ten algo de tacto al decir cosas como esas.- Clarke vió a una copia menos pálida de la muchacha que se acercaba y la miraba. -Un placer, mi nombre es Becca y ella...- señaló a Abby que las miraba con reconocimiento -... tiene que venir con nosotras.- dijo con paciencia y calidez.

-¿Qué? ¡No! Es mi madre, no... Ella...- Clarke había empezado a reclamar, pero sintió la mano de Lexa junto a la suya y poco a poco se calmó. -¿Qué castigo, de qué hablan?- preguntó mientras Abby se ponía de pie y miraba a su hija con curiosidad, no sabía quién era la muchacha a su lado, ni tampoco sabía quién era el bebé. Reconocía su olor, era una loba, pero jamás en su vida la había visto.

-Cuando Abby fue a enfrentar a Diana, recibió un golpe por parte de ella, un maleficio, sabes que Diana tenía un poder mágico inconcebible para cualquiera. Castigó el que tú madre se atreviera a enfrentarla, condenándola a pasar el resto de sus días encerrada en aquella bestia que viste.- Becca narraba la historia despacio, intentando que todos comprendieran porqué estaban aquí. -la única manera de liberarla, es que un ser que haya enfrentado sus miedos, y se haya encontrado a sí mismo, viniese a enfrentarla.- suspiró y miró a Clarke con una sonrisa. -Tú lo hiciste Clarke. Créeme cuando te digo que no eres la primera en quedar atrapada en aquel sueño, hay muchos que jamás han despertado.- Becca hizo un movimiento con su mano, y la piedra se abrió mostrando a varias personas dormidas en el piso. Muchos de ellos vampiros, otros eran seres que no identificaba. Dentro de su ser, se alegró de que Octavia no estuviese allí.

-¿Quienes son ustedes?- preguntó la rubia girándose para mirarlas nuevamente mientras la roca volvía a su estado natural. Lexa aún miraba aquel lugar lleno de cuerpos aún vivos que no lograban despertar con miedo y asombro. -¿cómo sabían que iba a despertar?-

-No lo sabíamos.- Dijo Becca con simpleza.

-Pero ustedes...- Lexa interrumpió sin entender.

-Dije que había que esperar a que Clarke despertara, no que lo haría. Aún seguimos esperando que todos ellos despierten.- Becca respondió con algo de pesar. -Clarke no iba a despertar sola. Tú la ayudaste.- dijo mirando a Lexa, quien se sonrojó y miró hacia otro lugar.

-¿Cómo?- Está vez era Abby la que preguntaba. -¿Como la despertó?- preguntó mirando a Becca con curiosidad. La pelinegra solo sonrió y señaló a ambas. La rubia miraba a Lexa con asombro y ternura, mientras que Lexa evitaba mirarla a toda costa, su rostro estaba completamente enrojecido.

Madre Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora