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Agosto llegaba ya a su fin y se notaba en los días que empezaban a hacerse más cortos. Esta semana la había aprovechado para acostumbrarme a la vida en mi nueva ciudad y conocer algo más a Miriam, mi otra compañera de piso. La gallega había encajado a la perfección con la pequeña y ya no sabía cómo decir que no a cuando le ponía su mejor cara de no haber roto nunca un plato. El tiempo había pasado volando, en los próximos días tendría ya mis primeros castings y Lola comenzaría también el colegio, por lo que empezaba a estar un poco atacada ante tanta novedad y a ello, además,  se sumaba el estrés de tener a Ricky todo el rato detrás intentando convencerme para salir de fiesta con él.

Al final, después de que Miriam se ofreciera para cuidar de Lola argumentando que no le apetecía demasiado ir de fiesta aquel día, decidimos salir el sábado por la noche con algunos de los amigos de Ricky que yo ya conocía de antes. Así que, tras dedicarle todo el día a mi ratona que me había suplicado ir al parque del Retiro, me encontraba frente al armario sin saber qué modelo escoger.

- ¡Rubia! ¿Todavía estás así? – Ricky tenía por costumbre entrar sin avisar en mi habitación

- Si me ayudases a decidir qué puedo ponerme a lo mejor habríamos adelantado algo – exclamé

El mallorquín estuvo un rato mirando la ropa que tenía y terminó escogiéndome un conjunto formado por una falda larga negra con una abertura a un lado y un top del mismo color, la verdad es que me gustaba su decisión, así que tras elegir el calzado que mejor le venía al conjunto y maquillarme salí al salón para esperar por Ricky que al final se había entretenido más que yo.

- ¡Qué guapa mami! – A Lola se le iluminó la cara nada más verme entrar en el salón donde jugaba con Miriam y Loleta.

- ¿Te gusta ratona? – y ella me afirmó enérgicamente mostrándome sus dientecitos y a mi solo me entraron ganas de comérmela a besos.

Ricky salió por fin de la habitación volviéndome a meter prisa, menos mal que ya le conocía y en el fondo le adoraba, porque sino le habría mandado a la mierda hace ya varios años. Le di unos cuantos besos más a Lola y me aseguré con Miriam de que sabía todo lo que tenía que hacer para que la pequeña se acostara y la verdad es que no había podido elegir mejor niñera para ella.

- Ya verás, te va a encantar el sitio donde hemos reservado para cenar – me comentaba Ricky mientras caminábamos para llegar al sitio.

Allí ya nos estaban esperando Juan, Mónica y Laura y después aparecieron Pablo y Luis para completar el grupo. Nos sentamos en la mesa que teníamos reservada y empezamos a charlar en lo que nos servían nuestros platos. Mónica y Laura me contaron que ellas también se iban a presentar a algunos de los castings en los que yo también me había apuntado, así que decidimos quedar para ir juntas y así no perderme de camino. La conversación fue muy agradable y pronto las botellas de vino comenzaron a vaciarse.

Al terminar la cena, Pablo y Luis se fueron a casa, pero para los demás, Ricky ya nos tenía el plan adjudicado en un karaoke que habían abierto hace poco y donde conocía a uno de los camareros.

El lugar era bastante moderno, tenía un pequeño escenario donde la gente salía a interpretar la canción que había elegido, varias mesas enfrente de diversos tamaños y una barra bastante grande. Decidimos sentarnos cerca del escenario y pedimos la primera ronda de cervezas. Ricky estaba empeñado en que debía cantar con él algo de las Spice Girls, pero yo prefería más hacer una actuación de las que a mí me gustaban con cualquier canción de Lady Gaga. Juan no se decidía a subir, mientras que Laura y Mónica que ya iban bastante contentas gracias al alcohol, preferían darlo todo con algo de Sonia y Selena.

Mientras nos decidíamos, una chica morena del grupo de al lado era animada por todos sus amigos para subir a cantar, hasta ese momento no me había dado cuenta de que estaba allí, pero cuando empezó a entonar las primeras notas de Bachata Rosa de Juan Luis Guerra no pude apartar mi mirada de ella. De sus ojos brotaban algunas lágrimas llevadas de la emoción con la que sentía lo que estaba cantando y yo me quedé eclipsada con esa luz que desprendía y esa mirada aguada que no podía dejar de observar.

- Mimi, hija, parece que te has ido a Marte – comentó Ricky una vez terminó la canción y ante las risas de los demás

Me disculpé contando que estaba pensando en mis cosas y salí fuera un rato alegando que quería preguntarle a Miriam cómo estaba Lola, pero la verdad es que necesitaba que me diera el aire después de aquel momento que me había parecido tan mágico.

Llamé a la gallega que me aseguró que la peque se había portado muy bien y que dormía desde hacia horas confirmándomelo con una foto donde aparecía dormida con Loleta vigilando su sueño. Estaba tan concentrada en la foto que no me di cuenta que alguien había salido también del local hasta que no noté su presencia a mi lado y me sobresalté.

-Perdona, no quería asustarte – y allí estaba ella, la chica morena que había ocupado toda mi atención los minutos antes.

- No te preocupes, estaba concentrada en el móvil y no vi salir a nadie – comenté intentando calmar mis nervios. No sabía qué me pasaba, siempre había sido una persona muy abierta, pero en aquel momento su presencia me ponía nerviosa.

La chica sacó de su bolso un paquete de tabaco y me ofreció uno, pero lo decliné, aunque no me habría venido mal en aquel momento. Estuvimos un rato allí en silencio las dos hasta que la puerta se volvió a abrir para dar paso a Ricky que salía para avisarme de que me tocaba subir a actuar. Me despedí de la chica para volver dentro cuando su mano se colocó suavemente sobre mi hombro para que me girara.

- Me llamo Ana – pronunció mientras apagaba su cigarrillo y me sonreía con cierta timidez.

- Yo Mimi, encantada – le devolví la sonrisa y sin más, volví al interior.

Ricky y Mónica me habían apuntado para cantar Bad Romance de Lady Gaga, así que sin pensármelo mucho subí al escenario y comencé a cantar mientras improvisaba un pequeño baile que parecía gustar a la gente. Cuando terminé de cantar, miré al público y vi que ella me observaba desde la puerta con sus amigos, me dedicó de nuevo una sonrisa y se perdió con el resto de la gente que la acompañaba.

Continuamos un rato más en el local y después decidimos continuar la fiesta en algún bar de Chueca para terminar la noche dándolo todo en la pista. Tanto fue así que llegamos a las siete de la mañana a casa con las únicas ganas de meternos en la cama y no levantarnos de allí en todo el día.

Sin embargo, dos horas después, Lola comenzaba a darme pequeños golpes en el brazo diciendo que tenía hambre y quería desayunar. No pude remolonear mucho en la cama, así que muerta de sueño seguí los pasos de mi hija hasta la cocina donde ya estaba Miriam tomándose un café y leyendo guiones para los castings que iba a hacer. 

- Lola, deja tranquila a Miriam un rato – dije mientras veía cómo desde que habíamos entrado por la puerta la pequeña ya estaba encima de la gallega

Miriam hizo un gesto quitándole importancia y comenzó una sesión de cosquillas a Lola en lo que yo terminaba de preparar el desayuno. Preparé un café y una tostada para mí y una taza con cereales para la pequeña que en cuanto vio que ya estaba todo preparado se sentó en su silla. Y allí, mientras me tomaba mi café y hacía caso a las tonterías que nos hacía Lola, en mi cabeza no dejaba de rondar el nombre de Ana. 

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora