Capítulo X

1.8K 108 190
                                    


Temo se quedó de pie justo donde había tenido su discusión como Mateo. Sin querer, empezó a analizar cada una de los encontronazos que había tenido con Symanski, en todas esas veces que el propio Diego, a manera de broma, decía que Mateo estaba interesado en algo más que generar una absurda discusión.


Salió del edificio hecho un mar de ideas. Subió a su coche y empezó a transitar por la ciudad con rumbo al departamento. Por primera vez agradeció que el tráfico fuera tan pesado. El andar lento de aquellos coches le ayudaron a encontrar las respuestas a sus mudas preguntas. Si bien era cierto que, hasta ese día, Mateo no había sido nada más que un verdugo, después de lo que había sucedido entre ellos, Temo, se dio cuenta que la mayor tortura que ejercía Symanski era con él mismo.


Entró al departamento y encontró a Diego sentado en el camastro del balcón leyendo una nueva novela de Diana Palmer. En cuanto su amigo lo vio supo que algo había pasado. Temo se sirvió una taza con la infusión que Diego tenía en una jarra decorada a mano por la mismísima Yolotl Rey.


—Symanski me besó...


Temo le contó todo a Diego quien, a medida que iba escuchando la historia, más se sorprendía. Ciertamente para Diego había dejado de ser divertido desde que Mateo se había puesto inusualmente frontal y al parecer las cosas tenían un arraigo superior al que él pensaba.


—No mames... —Diego se quedó de una pieza y sin saber exactamente qué decir —. Ya me estaba temiendo que las cosas no eran precisamente sencillas con Mateo pero no pensé que llegaría a lo físico contigo.

—¿Quién llegó a lo físico con quién? —Preguntó Yolo entrando al balcón. Temo dio un respingo de sorpresa e intentó disimular.

—¿Cómo está Ari? —la azul mirada de la chica lo analizó por un momento.

—Está dormido. Se tomó su medicamento y al parecer lo relajó suficiente para que decidiera tomar una siesta —Yolo se giró para ver a Diego — ¿Qué les ocurre? Tiene una cara de circunstancia que da miedo.

—Mateo besó a Temo...

—Diego —el tono de regaño de Temo hizo que Diego se encogiera en hombros.

—¿Quién es Mateo? —Yolo ignoró por un momento el desafío de miradas que se traían Temo y Diego.

—El tipo que golpeo a Aris.

—Wow.

—Diego, no te lo conté para que empezáramos un debate sobre la vida y obra de Mateo Symanski —Diego negó.

—Tú me lo dijiste a mí. Yo se lo conté a Yolo ¿qué diferencia hay?

—Creo que Temo tiene razón —Yolo comentó como si nada mientras empezaba a servirse algo de la bebida de Diego —. Por lo visto Mateo Symanski es una persona que está lidiando una lucha interna y eso no siempre es una bueno cuando se combina con hablar de los motivos que lo llevan precisamente a tener esa pugna. Lo que sucedió, tanto con Ari como con Temo, es una llamada de atención. Symanski está llegando al límite. Ninguno de nosotros le conoce lo suficiente, así que no sabemos que puede hacer o que no. Además, cuando se acorrala a alguien temperamental, no suele reaccionar de la mejor manera. Lo mejor es guardar escrupuloso silencio.

—¿Crees que pueda pasar a más? —Temo le preguntó a la rubia que se encogió en hombros.

—Qué podemos saber nosotros, Temo. No somos terapeutas. Lo mejor es hacer lo que dice Yolo —Temo apretó los labios dibujando una línea con ellos —. No mames, Temo. Conozco esa pinche mirada, tú... madre Teresa.

Tal vez construir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora