Nova caminaba por un pasillo lleno de personas vestidas en un estilo elegante y futurista con colores blanco y gris claro.
Las mujeres llevaban puestas unas largas batolas grises con una franja blanca en el medio que descendía desde el cuello hasta el final de la batola sin perder su estilo futurista peculiar: cuellos altos, cortes punteagudos, algo extravagantes y elegantes a la vez.
Los hombres, en cambio, iban de blanco con una franja gris claro, en un traje de chaqueta larga cerrada de cuello alto y unos pantalones casi ajustados al cuerpo a juego con zapatos de vestir. Sus cabellos estaban pulcramente peinados de distintas formas —sin sobrepasar la elegancia— al igual que las mujeres.
Caminaban de una dirección a otra, sonriendo, hablando, debatiendo con elegancia. El ambiente era pacífico, tanto para ser un lugar ubicado en el desastroso Planeta Tierra.
Nova se adentraba a un gran salón de paredes de cristal que mostraban un verdoso paisaje en sus alrededores. La chica cabellos rosas echó un rápido vistazo a sus ropas, vestía lo mismo que ellos: su cabello recogido en un elegante moño rosado, su maquillaje suave y natural y aquel vestido que le hacía parecer una bata de dormir, aunque el suyo no llevaba mangas, descubriéndole los hombros salpicados con algunas pecas marrón claro.
Sorprendentemente, Nova conocía este lugar, era una de las Cápsulas Residenciales.
Una mujer de cabellos castaños, lacios y largos hasta sus hombros, se acercaba a ella sonriéndole. Podía reconocerla, se alegraba también de verla.
—Nova —exclama Aurora por lo bajo, con esa dulce voz que tanto añoraba la muchacha escuchar.
—¡Mamá! —exclamó con alegría y esperanza, le sonreía de oreja a oreja, una sonrisa resplandeciente y llena de amor.
Corre hacia los brazos de su madre, que le esperaban para abrazarle con ternura, la apretaba con fuerza sin hacerle daño, no podía sentir su abrazo y eso le desconcertaba, no entendía el porqué no lograba hacerlo. Rompe el abrazo para poderla mirar otra vez.
Su madre era una mujer hermosa y muy dulce, sus ojos cafés claros, algo cansados, le sonreían con ternura al igual que sus labios. Nova había sacado todo de ella, junto con un toque de la fuerte personalidad de Elliot. Era esbelta, un poco más alta que Nova, tez blanca como la porcelana y un rostro angelical que de seguro atrapaban todas las miradas cuando era una veinteañera.
—Mamá, estoy feliz de verte —expresó con inocencia, aún sonriéndole a su madre, esta vez sin mostrar su dentadura.
—Nova —la voz de su padre le retumbó en los oídos.
El hombre cabellos dorados que Nova tanto amaba, ya estaba al lado de su mujer sonriéndole a su hija menor.
También resplandecía bajo ese traje tan pulcro, parecía un hombre de negocios utopianos, su rubio cabello casi blanco peinado hacia un lado con elegancia, Neff era su copia viviente, pero más joven.
—Me alegra de ver que están bien —dice en voz baja, seguía sin comprender el porqué no podía sentir sus manos.
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UTOPÍA
Science Fiction"Un futuro utopíco donde se podía vivir en paz, sin enfermedades, sin angustias. Donde la economía no existe, no es dañina, donde los valores y la cultura social prevalece, y donde la tecnología avanzada lo es todo." El ser humano ha sido desde...