- ____, sé que esto no se repetirá, sé que esto no está bien… pero necesito besarte. Tal vez sea la última vez que lo haga, tal vez después de esto me odies y no quieras volver a hablar conmigo, de aquí hasta que se termine el crucero. Tal vez nos lastimaremos a ambos pensando que cada quien tiene su pareja, pero… -él me miraba fijamente a mis ojos, yo no sabía ni qué expresión tenía mi cara- necesito hacerlo, necesito besarte, necesito probar de nuevo tus labios dulces y acaramelados. Necesito… que… me beses como solo tú lo haces, necesito que mi corazón se acelere al contacto de un verdadero sentimiento… necesito…
Pegué mis labios a los de él. Entrelacé mis brazos detrás de su cuello y fieramente besé sus delicados labios rojos. Él me apretó a su cintura y ciñó mi blusa. Nuestros labios se movían en total sincronía, primero de una forma salvaje y fiera, tanto que sentía que mis labios sangrarían, pero luego se tornó a una forma dulce y linda que hizo que mi mente realmente divagara, lanzándome imágenes de la primera vez que lo vi, de la canción que él cantó, de cuando dormí en su habitación, de la maravillosa sonrisa que él me mostraba cada día. Me cargó en sus brazos y yo crucé las piernas en torno a su cintura. Mordí sus labios y un gruñido proveniente de su pecho hizo que mi piel se erizara y luego su traviesa lengua se abrió paso entre mis dientes para juguetear con la mía. Realmente lo estaba disfrutando.
- Gracias –susurró entre nuestro beso.
- Fue un placer –dije dándole un beso en la nariz. Bajé de él y tomé su mano. Me encaminé hacia la puerta y luego él me regresó a sus brazos y me dio otro beso dulce en los labios.
- Lo siento, tenía que hacerlo –dijo riendo un poco. A lo cual yo solo me sonrojé.
Abrí la puerta lentamente para ver si Kelly ya se había ido. Salimos de allí caminando lentamente una vez que nos aseguramos de que ella ya no estaba. Yo venía con una sonrisita extraña y él venía demasiado cerca de mí; de vez en cuando tomando mi mano.
- Vamos a desayunar y luego… a los videojuegos que están en la parte de abajo –dije dulcemente.
- Muy bien –dijo feliz.
Bajamos en el elevador y llegamos a un restaurante muy bonito. Pedimos hot-cakes y un poco de jugo. Allí él me mostró un lindo truco con la servilleta, parecía ser un sostén de mujer, yo no paraba de reír con eso. Luego me comenzó a hacer voces extrañas y reía sin parar. La demás gente en el restaurante se la pasaba mirándonos y en ocasiones tenía que callarlo para poder comer, sino escupiría la comida.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? –le dije.
- Claro –dijo él aún comiendo. Me quedé callada analizando lo que le diría.
- ¿Es cierto lo que dijo Dean anoche? –pregunté medio sonrojada.
- ¿Qué cosa? –dijo mirándome atentamente- Dijimos mucho en nuestra discusión.
- La parte en la que… decía que tú estabas enamorado de mí –susurré a penas y yo me escuché.
- Bueno… la verdad es que… -él miraba hacia el pasillo.
- No… no me lastimarás si me dices que no, no me importaría… solo quiero saber la verdad.
- Estoy muy confundido –dijo honestamente, o eso creí-, cuando estoy contigo siento que no existe nada más. Que tengo todo lo que necesito y sabes bien que pienso acerca de ti, lo dulce, lo maravillosa, lo especial, lo ruda y salvaje –dijo recordando el beso-, que puedes ser… y me encanta eso- yo sonreí- pero… siento una responsabilidad con Kelly que no me puedo quitar de encima, siento… como lo dijiste tú… que terminar con ella justo ahora, sería una crueldad.