Capítulo 9.

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-He preguntado yo primero. 

+Perdone señorita, vaya. 

-No me vaciles Dani, que no estoy de humores ni con ganas para seguir discutiendo.

Me quité de su lado y me dirigí a las escaleras para irme cuando me cogió el brazo e hizo que girara, quedándonos cara a cara. 

Pude notar su respiración agitandose al compás de la mía.

Tenía los labios secos y la garganta rasgada. No quería ni podía articular palabra o gesto alguno.

+No, tú no te vas a ningún lado. - dijo Dani en un tono completamente serio. 

Me solté y me metí en mi habitación, a lo que él me siguió. 

Entró y cerró la puerta tras él. Se quedó apoyado en la puerta y yo me senté en la cama mirando hacia otro lado, incómoda. 

Pasaron unos minutos y vi que seguía ahí.

-¿Qué quieres? - pregunté molesta. 

Dani me miró con una cara de asco, y no se dignó a hablar.

-Dani, si no quieres nada vete, que tengo que hacer cosas mejores que perder el tiempo contigo. 

+¿Si? ¿Cosas mejores? ¿Cómo qué? ¿Cómo quedar con Víctor y seguirle el rollo a todo o qué? Ya veo, ya. 

Me levanté de la cama alterada y me dirigí hacia él. 

-Pero vamos a ver, gilipollas, ¿¡De qué vas?! ¡Eres tú el que me dice que no es un putón, que tiene sentimientos, que quiere cambiar y coge y se lía con la primera que le viene bien, y encima no podía ser otra que esa zorra de mierda! ¡Justamente tenía que ser esa!

+¡Y yo que sé, no sabía que había sido ella con la que el subnormal ese te engañó! Y además, ¡no tienes ni puta idea de lo que pasó! ¡No hables sin saber, porque fue ella la que vino y se empezó a liar conmigo, ni si quiera sentí nada! 

-Sí machote. Claro que sí. Pues lo mismo digo, no tienes ni puta idea de lo que yo hablé con Víctor, joder. - empecé a bajar el volumen. 

+Aquel abrazo no daba esa impresión, eh...

Estaba hasta las narices, cuando creí haberme calmado me volví hacía él con las intenciones de darle una bofetada, levanté el brazo y me paró a tiempo, cogiéndome por la muñeca.

Cuerpo a cuerpo de nuevo, profundas miradas cruzadas. La respiración agitada y el corazón a mil. Otra vez. Miré sus húmedos labios, tan pretenciosos como siempre.

No, no y no. Se repetía una y otra vez en mi cabeza. Esta vez no podía hacerlo. 

Se acercó más aún a mí  y rodeó mi cintura con sus brazos, posé mis manos en su nuca y pegó su frente con la mía, haciendo que nuestras narices se rozaran. Pude notar como el corazón se me iba a salir del pecho, se me entrecortaba la respiración. Y tenía muchas ganas de hacerlo. Los labios de Dani se iban acercando cada vez más a los míos. 

En mi cabeza resonaba una vez más el "no". Una vez tras otra, sin descanso.

Pero esta vez estaba segura. Así que seguí, por fin nuestros labios se juntaron. Creo que le besé como nunca antes había besado a nadie. 

Me subió y rodeé su cintura con mis piernas mientras él me tenía cogida por detrás. Se acercó a la cama. Y me dejó lenta y suavemente sobre ésta. Nuestros labios seguían juntos y no tenían la intención de separarse. Nos sentamos sobre ella, sin separarnos. Nos despegamos un momento, y nos miramos a los ojos. Le miré a esos ojos castaños, demasiado sencillos como para perderse en ellos. Y lo abracé, lo abracé con todas mis fuerzas. Y pude susurrar un "te quiero" en su oído. 

Mi sur, mi norte y mi agonía. (Daniel y Jesús Oviedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora