Toqué su hombro y me miró sobresaltado.
-¿Qué pasa?-me agaché frente a él para quedar a su altura y agarré su cara, notando la humedad bajo mis dedos.
-Nada.-se levantó y agarró su abrigo-Salgo un momento.
-Pero...Cerró la puerta antes de que pudiera decir nada y suspiré. Me senté en el mismo lugar donde él estaba antes, giré la cabeza hacia la ventana y me di cuenta de que desde allí se veía el jardín.
-Joder...-musité levantándome para intentar alcanzarlo lo más rápido posible.
Caminaba a paso ligero por la avenida frente al hotel cuando lo encontré sentado en la acera, sus hombros subían y bajaban muy deprisa, su cabello escurría entre sus manos, que parecían presionar los mechones dorados con fuerza. Me acerqué y toqué su hombro, ya con una rodilla en el suelo de manera que cuando giró la cabeza, pude verlo de frente.
-Brian...
Sin más, me abrazó casi haciéndome caer sobre mi espalda y sollozó sin dejar de estrecharme. Yo lo rodeé con mis brazos y dejé que se desahogara. Cuando su respiración volvió a la normalidad, se separó y pude ver su cara salpicada de lágrimas. Palpó sus bolsillos pero me apresuré a sacar del mío el pañuelo de tela blanco que me dio en el jardín de Los Angeles. Sequé el agua que había dejado de brotar de sus ojos y sonrió levemente.
-¿En serio lo llevabas contigo?-susurró.
-No lo dejaría.-lo imité, me puse de pie y le tendí una mano.La tomó sin pensarlo demasiado y empezamos a caminar de vuelta sin tomarnos la molestia de romper el enlace de nuestros dedos.
-Gracias.-me miró aún con la nariz y los ojos rojos.
-No hay por qué darlas.Sonrió de lado con los labios sellados, mirando por un segundo nuestras manos unidas. Nada más cruzar el recibidor, vimos a Mick, quecambió la expresión a una de rabia pero lo ignoré y subimos a la habitación.
-¿Ya has elegido la ropa para esta noche?
Negó con la cabeza.
-Te ayudaré.-estampé un beso en su mejilla antes de tirar de él para apresurarnos.