Alexánder.

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Llegamos a la fiesta, todas las personas iban vestidas de gala, había muchísimas chicas con hermosos vestidos largos y brillantes, Katherin siempre había sido una chica muy bonita, morena, alta y tenía una figura espectacular además hoy había decidido usar lentes de contacto se veía hermosa, Valentina por su parte no se quedaba atrás, ella tenía la estatura promedio, ni muy alta ni muy baja, rubia y tenía una sonrisa increíble al lado de Katherin ella era bastante delgada, y luego estaba yo... Qué decir, mis ojos me encantaban, verdes, aunque me acomplejaban mucho mis pecas, el vestido me hacía un favor, era pegado y largo, me hacía lucir una bonita figura, las tres decidimos a llevarnos un vestido con el mismo color negro, la verdad es que eramos el trío perfecto.
En la entrada se encontraba una pareja, él era alto al lado de ella los dos tenían antifaces, nos regalaron uno a cada quién y nos dejaron entrar; todos los invitados llevaban puesto un antifaz diferente, estaba algo obscuro y las luces aparecían y se iban, nos acercamos a la barra.
-Dame tres mojitos- gritó Kat al Bartender.
Tomamos los mojitos y nos dirigimos a la pista, bailamos por un largo rato, Kat era una de las chicas más extravagantes que pudiera conocer pero no podía negar que se movía bastante bien, Valentina era un poco más reservada así que solo se movía de un lado a otro con timidez hasta que llego su chico y se la llevo.
-Las dejó niñas las veo en momento.- gritó Valentina antes de irse.
Kat puso los ojos en blanco y se soltó a bailar como una loca.
-Ahora vuelvo iré a tomar unos bocadillos, no tardo.- Kat ni siquiera me prestó atención y siguió en lo suyo.

Tenía mucha hambre, es que siempre me da hambre, me acerqué y tome varios bocadillos, los coloque en un plato y me senté en una esquina a comer, mire a mí alrededor y suspiré, me hacía falta algo en la vida, pero no sabía que, miraba a todos bailando, riendo, besándose, gritando y bebiendo hasta perder el control perdidos en la música y el éxtasis, me sentía vacía... Seguí comiendo, y meditando qué podía hacerme falta, si lo tenía todo, hasta que una voz interrumpió mis pensamientos.
-¡Hola!- me gire y vi a un chico extendiendo su mano para llevarme a la pista de baile, llevaba puesto un antifaz color vino y un smoking negro.
-No, no sé bailar.- mentí.
-Vamos que yo te enseñó.
Tiró de mí, extendí mi mano para alcanzar a dejar el platillo en la mesa pero el fue más rápido el plato cayó, y en un segundo yo estaba en la pista de baile frente a él, era bastante alto, para mí, y es que mi 1.52 metros de estatura no me ayudaban en nada, me tomo por la cintura y me pego a su cuerpo, bailando una de esas canciones románticas que aparecen en las películas cuando los chicos enamorados salen a la pista, me sentía muy incómoda.
-Oye, creo que los bocadillos me hicieron un poco de daño, tengo que ir a vomitar.- fue lo mejor que se me pudo ocurrir.
-Paloma, no mientas, baila, siente la música y por un momento olvídate de todo, ¿Quieres?- sonrió.
-¿Qué?, me confundes, no me llamo Paloma, y en serio tengo que irme.- me solté como pude y salí corriendo lo más rápido posible, empujé la puerta del baño y entré, me miré por unos segundos en el espejo, saqué mi celular y escribí a Kat:
*help me!!!! Me tienen acorralada en el baño, esto es de vida o muerte ven yaaaaa.*
Al parecer estaba bastante ocupada porque me dejo esperando como quince minutos, hasta que me decidí a salir, caminé y justo al dar la vuelta él estaba parado, tenía el antifaz en la mano derecha, era Alexander, me miró, sonrió y me dijo:
-Paloma, no tienes que esconderte de mí, solo di que no quieres bailar y lo entenderé, no lo aceptaré pero lo entenderé.
-Ya te dije que no me llamo Paloma, y si, no quiero bailar, ¿Tienes algún problema con eso?
-No, ninguno, pero tal vez quieras comer algo, vamos, te invitó.- me examinó con la mirada esperando mi respuesta.
-Esta bien, solo porque tengo hambre y no me dejaste terminar de comer, me lo debes.- era eso y que quería saber todo lo que mis amigas me estaban escondiendo, está era mi grande oportunidad.

Caminamos al estacionamiento y él se acerco a una motocicleta, no sé mucho de motos pero parecía una Chopper, a un costado decía Harley Davidson.
- Estás loco si piensas que subiré ahí.- me crucé de brazos negandome a subir.
- Pues lamentablemente no hay otro transporte Paloma, tendrás que hacer un esfuerzo, sube.- se montó a la moto y la encendió.
- Solo porque de verdad tengo hambre.- y dudas dije en mi interior.

Llegamos a un restaurante bar, pedimos hamburguesa de arrachera con papas, era un lugar cómodo, tipo de los años 80's, me agradaba.

-Bien, ¿Y cuál es tu historia?- le dije mientras bajaba la mirada, para no ponerme roja cuando me mirará a los ojos.
-¿Mi historia?- sonrió.
-Sí, háblame de ti.
- Pues... Estudiamos en la misma escuela, tengo 19 años, estudió psicología, y soy el amor de tu vida.- esbozó una media sonrisa.
- Muy gracioso, ¿Quién eres?, ¿Por qué mis amigas no quieren que te acerques a mí?- pregunté.
- Ya te lo dije, el amor de tu vida.
- Hablo muy en serio.- me estaba irritando un poco esto.
- ¿Ya lo olvidaste?- preguntó en un tono serio.
- ¿Si sabías que estuve en un accidente hace unos meses y que no recuerdo muchas cosas?
- No lo sabía.- mintió.
- Claro que lo sabías, de lo contrario no estarías haciendote el gracioso.- dije un poco exaltada.
- Tranquila Paloma, si nos conocemos, no hablamos mucho, intenté coquetearte y tú me bateaste, es por eso que tus amigas no quieren que me acerqué piensan que soy un casanova.- soltó una carcajada.
- Bien, pues tienen razón, llévame a casa.- había algo que no me dejaba creerle.
- Vamos a cenar, ya ordenamos y no me movere hasta que te termines todo.- dijo autoritario.

Comimos y conversamos durante un par de horas, resultó ser muy interesante, compartíamos muchas cosas, me agradaba su compañía, y la verdad es que era muy atractivo, me encantaba como me miraba, como si no se creyera el tenerme enfrente, pero no caería en su juego, había algo que me decía que debía alejarme de él.

Salimos y me monté en la motocicleta, no me había percatado de que tenía una espalda bastante ancha, se veía que pasaba horas en el gimnasio, lo abrace por la cintura y sentí un calor intenso en mi cuerpo, una electricidad que me parecía familiar, no quería soltarlo, al ver todos los edificios y estrellas en la noche me sentí un poco mejor conmigo misma, creo que todo se empezaba a acomodar.
Al llegar a mí casa le di su casco, y me despedí, tomo mi mano me miró por unos segundos como queriéndome decir algo se puso el casco rápidamente y se marchó. Fue algo raro, me quedé atónita, meditando unos segundos, ¿Qué había sido eso?, entré y me tumbe en mi cama, había sido una noche extraña, decidí dormir.

April.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora