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Mi cuerpo se altera ante su presencia, tiemblo y sudo más de lo normal. Las palabras no salen de mi boca, mi lengua se traba y mi garganta se seca.

El agua chorreando de su pelo recorre su torso de tal forma que parece estar dibujando sobre sus tatuajes.

Pelusa acomoda la toalla de su cintura y yo salgo del trance en el que me había enredado su piel mojada.

-¿Qué estas haciendo acá?- preguntó sorprendido.

-Perdón, es que el baño de mujeres tiene la puerta trabada- respondí intentando no tartamudear.

-Pero no te podes meter en cualquier baño. Mira si se mete un pajero y te hace algo, tene cuidado.

-Si... tenes razón. Perdón, ya me voy- respondí y camine hacia la salida procurando mirar el piso y no su torso.

-Julieta - dijo antes de que saliera del baño.

Mi piel se erizo y sentí demasiadas cosquillas en la panza al escucharlo pronunciar mi nombre.

-¿Lucas te está esperando?- preguntó.

-No, Lucas no vino. Me voy sola- respondí.

-Ah bueno, si queres esperame y te llevo. Así no te vas sola- expresó amablemente dejandome en shock por algunos segundos- si es que vos queres- agregó al ver que no respondía.

-Si, esta bien. Te espero afuera- sonreí disimulando la emoción.

Una vez fuera del vestuario, los nervios se apoderaron de mí.
¿De qué se supone que voy a hablar con él durante el camino a casa? ¿Y si hago el ridículo otra vez?

Antes de poder entrar en una crisis nerviosa Pelusa salió del vestuario luciendo un pantalón gris y una remera blanca que le sentaba demasiado bien.

Subimos a su auto, un Peugeot 508 color rojo impecable.
La situación me resultó bastante amena y es que él es tan amable.
Su manera tan relajada de hablarme calmo mi nerviosismo casi al instante.

La charla se inclinó hacia un campo en el que me siento cómoda, que me apasiona y del cuál entiendo: el fútbol.

-Yo creo que es una mierda, un invento para beneficiar a los poderosos y para seguir currando- expresé frunciendo el ceño.

-No creo que este hecho para beneficiar a alguien pero si comparto que es una mierda. Es querer meter precisión a un deporte que no lo es, es como...- dijo buscando las palabras.

-Romper la magia- respondí.

-Totalmente, vos me entendes- me sonrió y casi muero- estoy cansado de los fundamentalistas del VAR. Es una cagada.

-Si, igual despues de la Copa América cada vez son menos.

-Ni me hagas acordar de la Copa que todavía tengo una re bronca. Esos brazucas siempre nos cagan- bufo golpeando el volante.

- Espero que la próxima seas uno de los convocados- confesé con un poco de vergüenza.

-Sería un sueño pero todo llega a su tiempo- rió y sus ojos se iluminaron, supongo que imaginando el momento en que eso pase.

Llegamos a la puerta de mi casa y le agradecí por el gran gesto de acompañarme.

-Mañana hacemos una joda en mi casa para festejar el partido de hoy. Me gustaría que Lucas vaya, capaz vos lo podes convencer. Obvio que también estas invitada- sonrió.

-Voy a intentar pero no te prometo nada. Es un poco difícil para él- respondí.

-Lo sé, lo entiendo pero sigue siendo mi mejor amigo y quiero poder seguir compartiendo estas cosas con él- expresó con un poco de nostalgia.

-Voy a hacer todo lo posible- le sonreí.

Al entrar a mi casa no pude evitar suspirar como una niña de nueve años enamorada de su compañerito de primaria y es que en el fondo así me sentía.
Como en mi tierna infancia cuando pasaba horas viendolo jugar a la pelota. Todo cambia y todo se transforman pero mis suspiros por él siguen intactos, inmunes al paso del tiempo.

Saco mi celular y marco el número de Lucas buscando en mi cabeza las palabras correctas para convencerlo.
No podía perderme una noche en la casa de Pelusa.

Pelusa - croazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora