Ciertamente el tráfico en la Ciudad de México era peor de lo que había imaginado. A pesar de que los primeros años de su infancia vivió en ella y hubo un tiempo en que los viajes de negocios le hacían visitarla, lo que recordaba era muy diferente a lo que ahora enfrentaba. Ya iba más de veinte minutos retrasado y aun le faltaban varios kilómetros para llegar a su destino. Maldijo mentalmente a todos los conductores ineptos que tenía en frente. Nunca fue una persona paciente, menos aun cuando a la impaciencia se añadía preocupación.
La decisión de mudarse de ciudad no fue fácil, sin embargo después de la muerte de su madre, ya no había nada que lo atara a su antiguo hogar. Todo lo valioso que tenía estaba esperándolo en la escuela a unas cuadras de distancia, en su primer día de clases. Pudo haber optado por cambiarse a otra ciudad de Estados Unidos, pero dado todo lo que había pasado, era mejor cortar de raíz e iniciar prácticamente de cero. Por fin los autos parecían moverse más rápido y se desvió hacia una avenida menos transitada. En pocos minutos llegó a su destino, encontrándose con otro problema: no había dónde estacionar el carro, afortunadamente luego de dar un par de vueltas a la manzana, se desocupó un lugar. Bajó rápidamente del auto y prácticamente corrió hasta la entrada del colegio. Mostró rápidamente su identificación para poder ingresar y una vez dentro la buscó con la mirada en el patio principal entre los pocos niños que aún permanecían ahí. No estaba. De inmediato su corazón se aceleró, y aunque sabía que era prácticamente imposible que algo malo hubiera pasado, era inevitable no preocuparse. Caminó entre un grupo de niños mayores que tapaban su campo de visión y con eso bastó para localizarla: estaba sentada en una jardinera del fondo en compañía de otra niña mayor que ella. Se acercó a ellas y pudo notar que la pequeña le mostraba un cuaderno a la mayor. Cuando estuvo lo suficientemente cerca para ser percibido, ambas niñas voltearon hacia él.
- ¡Papi! - Exclamó con entusiasmo la más joven a tiempo que corría hacia él y se abrazaba fuertemente a su cintura. De inmediato una sonrisa se formó en su rostro y unos tiernos ojos marrones lo miraron con alegría. - ¡Qué bueno que llegaste...! - dijo la niña con alivio mientras su padre acariciaba gentilmente su lacio cabello.
- Perdón por la tardanza "abejita"... - respondió inclinándose a su altura para darle un abrazo.
- ¿Ves? Te dije que tu papá pronto llegaría - dijo una voz entusiasmada a lado de ellos - No tenías por qué preocuparte. Mis papás a veces llegan tarde por mí. No pasa nada - Finalizó mientras tomaba su mochila.
- Gracias por acompañarme - repuso la pequeña sonriendo tímidamente - Él es mi papi - agregó mirando hacia él.
- No hay problema, además tus dibujos que me enseñaste son muy bonitos. Tiene una hija muy talentosa. - contestó la otra niña dirigiéndose a ambos con aire despreocupado.
- Ella se llama Valentina y ya es mi amiga.... ¿Verdad? - preguntó la pequeña, esto último con timidez
- Claro que ya somos amigas. Mucho gusto señor, pero pueden decirme Vale, creo que mi nombre completo es demasiado largo. - repuso extendiendo la mano ceremoniosamente hacia él, lo que hasta cierto punto le daba un aspecto cómico.
- Mucho gusto señorita - contestó el adulto, siguiendo a corriente - Ricardo Calderón, a sus órdenes. Debo agradecerle por haber acompañado a Lucy mientras yo no estaba.
- No hay de qué. Le decía a Lucy que dibuja realmente bien para su edad, mi papá también dibuja y hace exposiciones, por eso sé lo que le digo.
Ricardo la miró divertido. Ésta niña no pasaba de los diez años, a pesar de que trataba de expresarse como alguien mayor. Llevaba el uniforme un poco desarreglado y algunos rizos caían frente a su cara, escapando de la trenza que retenía el resto de su cabello. Sus ojos claros lo miraban vivazmente.
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Betty en NY Aquí está mi amor
FanfictionQuitando los últimos episodios. Armando decidió casarse con Marcela. Lo mejor para Betty era que su vida tomara un rumbo nuevo, lejos. No sentirse acorralada entre dos opciones, debía haber más que eso y estaba dispuesta a descubrirlo.