Our Last Vacations [Satzu] 🔶

Un abrazo que lo calma todo

"No puedo creer que Chaeyoung y tú lo hayan hecho. Simplemente-no, no me lo puedo creer" decía Sana, mientras iba por su segundo cigarrillo.
"Y yo no puedo creer que seas tan adicta a la nicotina" contestó Mina mientras que Sana se descuidó y le pudo quitar su cigarrillo.
"¡Oye! Aún no lo terminaba"

Habían caminado un buen trecho hasta llegar al lago. Era de noche y la luna junto a los árboles y las estrellas se reflejaban en el agua que se movía de manera pacífica. Antes de regresar a casa, justo en la estación, Mina le pidió hablar en privado a Sana. Principalmente para disculparse, pero la razón verdadera era contarle sobre esos increíbles momentos que había pasado con Chaeyoung, y cómo ahora no estaba segura de lo que debería hacer.

"¿Y bien? ¿Qué se supone que debo hacer?" dijo Mina esperando a que su amiga le ofreciera la solución a todos sus problemas.
"¿Por qué me lo preguntas? Por si no te has dado cuenta no soy la más indicada para dar consejos de relaciones" Sana estaba un poco molesta luego de haber perdido su caja de cigarrillos por haber sido decomisada por su amiga.

"Vamos Sana, eres la única que lo sabe. Yo... Solo... No sé qué pensar. Digo, ¿qué va a pasar? ¿Vamos a salir? ¿Y cómo se supone que se lo diré a mis padres? Papá me mataría. Me echaría de la casa igual que a Hideki. Sana, no puedo[...]" la voz de Mina de comenzaba a quebrantar. Estaba teniendo un ataque de pánico.

Sana tomó su mano y la sentó junto a ella. Acto seguido, se quitó su chaqueta y se la puso encima, para luego rodearla con sus brazos y susurrar en su oído que ella siempre estaría ahí. No se movieron de su posición hasta que el cuerpo de Mina dejó de temblar.

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"Mucho gusto, me llamo Mina. T-tengo 13 años y soy de Estados Unidos, pero mi familia es de Japón. Espero que... Eh... Que nos llevemos bien" el discurso que había preparado con antelación se le había ido en el aire cuando comenzó a hablar frente a toda la clase. En verdad esperaba que la profesora la presentara, pero parecía que le tocaría hacerlo ella misma.

Cuando terminó de hablar, hizo una reverencia muy grande y tomó su asiento lo más rápido que pudo. Sacó su cuaderno bordado de marca y una pluma que su padre le había regalado. Las clases iniciaron normales y Mina trataba de ponerle mucha atención. Era difícil, el coreano no era su idioma después de todo. Mina aún, en medio de matemáticas, tenía el tiempo de lamentarse de haberse portado mal y que la cambiaran de escuela. Lo peor, era una escuela privada común, nada exclusiva ni de élite como lo habían sido las instituciones a las que había ido toda su vida. Los chicos usaban un uniforme sencillo, y el tinte y accesorios no eran permitidos.

Un impacto la sacó de su trance. Miró hacia su derecha y su izquierda, pero no halló señales de la fuente. Sintió otro, y está vez decidió mirar atrás. Una chica, de ojos lindos y con aspecto curioso la saludaba mientras escondía el obvio papel en su mano.
"Sé que fuiste tú, no finjas" dijo en un pequeño susurro lo bastante fuerte como para que la otra lo oyera.
"Lo siento... Solo creí que eras tímida. Soy Sana, Minatozaki Sana" dijo, presentándose, en otro susurro.
"¿Eres japonesa?" dijo curiosa y volteando por su sorpresa.
"¿Qué? ¿No se nota?" respondió Sana sonriendo.

"Digo, te ves un poco diferente a las demás niñas, pero no creí que fueras japonesa"
"Já. Ahora sabes mi secreto" dijo Sana.
"¿quieres acompañarme después de clases?" continuó.
"¿Eh?" Mina estaba confundida. ¿Cómo era posible? Apenas se habían presentado y la otra chica quería invitarla a salir a algún lado. Estuvo a punto de negarse, pero cuando vio que tal vez era su única (y tal vez última) oportunidad de hacer amigas ahí, no tuvo más remedio que decir sí.

Saliendo de la escuela, una camioneta grande, negra y polarizada con un hombre gigante deteniendo la puerta, esperaban a Mina.
"E-ese es mi transporte..." dijo la menor señalando con su dedo.
"¡¿QUÉ?! ¿Eres hija del ministro? ¿O UNA PRINCESA? ¡¿ERES UNA PRINCESA?! " dijo Sana, dando un grito de sorpresa e incredulidad.