Advertencias: Mutilación, desmembramiento.
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El comedor debía estar desolado, pero tres sillas eran usadas. De un lado Taffy y Tsurugigozen, y frente a ellos Fumus. Los serafines mirando lo que estaba sobre la mesa; el de cabellos oscuros apretando los dientes, hombros tensos y ojos llorosos. El rubio se mantenía impasible, pero sus cejas se fruncían por segundos y sudor frío caía por sus sienes.
Fumus tomó uno de los tantos frascos y lo agitó, el interior mezclándose y el ambarino líquido creando burbujas, el sonido del agua rompiendo el fúnebre silencio. Sonrió y lo colocó frente suyo, observando el contenido con asombro y autentico interés. Dejó el tarro de cristal junto a los otros, creando una línea sobre la mesa.
Los ángeles observaron el conjunto de dedos mutilados dentro del tarro moverse; Tsurugigozen apretó los labios, tragando la bilis que subió hasta su garganta. Taffy inhaló largo, intentando calmar su corazón desenfrenado. El Dios continuaba mirando las falanges moverse, danzando en el agua de brillante color.
Junto a los dedos había un tarro con ojos de distintos colores; las pupilas dilatadas y el brillante color de los iris pasaron a ser un color opaco. En otro las lenguas desmembradas daban asco de solo verlas, las papilas gustativas se veían claramente. Las tapas de los tarros mostrando aún sangre fresca después de haber sido cerrados por el Dios. Fumus golpeó uno de los frascos, haciendo tintinear el cristal y Tsurugigozen respingó en su lugar.
Fumus los miró y sonrió. Al final de la fila de frascos había uno más, el líquido ámbar parecía oro fundido ante la luz que se colaba por la ventana. No había nada dentro del último tarro y eso aterraba al serafín de oscuros cabellos, dedicó una mirada fugaz a Taffy; el semblante impasible del ángel jefe lo alteraba más que tranquilizarlo.
El Dios se levantó y Tsurugigozen se sobresaltó, mirándolo de nuevo. Fumus tomó las tijeras que estaban a su lado y caminó hasta el serafín, deteniéndose a su lado y sentándose en la mesa. Con la mano izquierda sujetó el mentón de Tsurugigozen e hizo que el ángel lo mirara al rostro. Los expresivos y atemorizados ojos rojizos parecían brillar por las lágrimas que intentaba ocultar.
Fumus le dedicó una sonrisa y despejó del rostro del ángel. Con sus dedos sostuvo los parpados del ojo izquierdo, sintió las largas pestañas y como un par de lágrimas salían. Metió el dedo índice y pulgar en la cavidad ocular, sintiendo la viscosidad del órgano. Tsurugigozen se mordió los labios, mirada aun atenta en el Dios y lágrimas corriendo por sus mejillas, manos inmóviles en sus rodillas.
Sacó el órgano con lentitud, procurando no herirlo. Sangre y lágrimas mezclándose, derramándose en las manos de Fumus, cuando lo sacó por completo cortó los nervios con las tijeras, el chasquido del metal resonando en la silenciosa habitación. Al finalizar el corte escuchó un jadeo lastimero y una respiración agitada.
Cerca suyo Taffy apretó los dientes y mantenía la mirada fija en los tarros, sus manos sudaban en sus rodillas y sus hombros tensos dolían. El gemido de Tsurugigozen le contrajo el corazón y estuvo tentado a mirarlo; quería comprobar la situación de su amigo, otorgarle el poco e inútil apoyo que podía inventar.
El Dios tomó el ojo, mirando el órgano viscoso y disfrutando como el brillante color del iris se complementaba con la sangre. Dejó las tijeras en la mesa y se giró. Tsurugigozen temblando y sus manos hechas puños sobre sus rodillas, el serafín inclinó el rostro, agonizando ante el dolor punzante de su herida abierta, se forzó a ver a los tarros frente suyo de nuevo.
Fumus abrió el jarrón vacío y metió el ojo, observándolo flotar en el líquido, la sangre mezclándose con el ámbar y desvaneciendo. La sonrisa que tenía se borró y cerró el jarrón de nueva cuenta, tomó las tijeras y se acercó a Taffy, deteniéndose detrás del ángel jefe lo tomó del mentón y sus dedos reptaron hasta los labios; acarició la suave piel y metió los dedos, sintiendo los marmolados dientes y la húmeda lengua.
Tomó el musculo con los dedos y la sacó de la húmeda cavidad. Por el rabillo del ojo Taffy notó el brillante y ensangrentado metal, lo siguiente que sintió fue el filo sobre su lengua; el sabor a sangre y metal esparciéndose por las papilas y saliva cayendo por los dedos de Fumus. Taffy apretó las manos sobre las rodillas y aguantó la respiración.
El Dios cortó el musculo, el ángel respingando en su lugar. Mientras cortaba, alejaba la mano y llevaba consigo el rosado musculo, sangre cayendo en el regazo de Taffy y las manos de Fumus. Las tijeras se cerraron al llegar al final, el chasquido dando un ultimátum. Fumus se alejó del serafín y tomó el frasco donde estaba el solitario ojo, introdujo la lengua y la observó colisionar con el órgano.
Ambos danzaron dentro del líquido, dando vueltas y dispersando la sangre de la lengua, los nervios del ojo parecían largas estelas y cuando la sangre se limpió por completo, la lengua tenía un hermoso color rosado. Cerró el frasco y se giró, mostrándoselo a los serafines; lo agitó y el contenido comenzó a dar vueltas.
Taffy cerró la boca, sangre y saliva saliendo por las comisuras, corriendo por su mentón y cuello, ojos brillantes por lágrimas contenidas. Tsurugigozen temblaba en su lugar, el hueco donde antes estuvo su ojo encharcaba la sangre y las lágrimas que no podía detener. Fumus rio y agitó el jarrón una vez y otra y otra y otra vez.
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Ruko — (Mete cabezas de juguetes a un jarrón de cristal) They're inside.
Azu — Why?
Banana — v':
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Jarrón
FanfictionGuardar cosas en jarrones es divertido. Advertencias: *Mutilación. *Desmembramiento.