Capitulo 35: Fotos

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Aunque la decisión está fresca en mi mente, se siente definitiva. Nunca he sido de los que hacen las cosas a medias, y no voy a empezar ahora.

Con mi pecho apretándose, trato de determinar mis próximos pasos.

Seungkwan podría traer la paz durante cien años. Sé malditamente bien que El Jefe no quiere que eso suceda. Está ávido de almas, y su vida definitivamente estropearía un nuevo inventario. Sin embargo, él no enviaría un coleccionista a hacerle daño físicamente. No hay manera de que pudiese lastimar a un ser humano sin molestar al Gran Hombre y arriesgarse a una guerra. Pero con estas apuestas amplificadas, siento una punzada de duda sobre lo que El Jefe permitiría.

Por ahora, tengo que comenzar con el contrato del alma. Seungkwan ya lo firmó, y aunque no hay manera de retractarse de eso, tengo que detenerlo antes de que él pida cualquier otra cosa. Tal vez si se detiene, nos comprará un poco de tiempo. Tal vez podríamos hacer una pausa indefinidamente en toda la cosa de las peticiones de belleza.

Aunque de alguna manera, lo dudo.

Tengo que volver a Corea. Tengo que averiguar por qué El Jefe quiere el alma de Seungkwan. Es posible que ambos sepamos de lo que él es capaz, pero eso no explica por qué él quiere coleccionarla ahora. ¿Qué podría lograr con eso si él sólo seguirá viviendo? También tengo que averiguar cómo voy a protegerlo sin sellar mi destino.

Pero antes de hacer nada de eso, tengo que decirle adiós a mi madre.

Sacudiéndome mis jeans, camino las pocas cuadras de regreso hasta su casa. Ha pasado un tiempo desde que me fui, y me pregunto si ella todavía está en el interior. A unas cuantas puertas de su casa, miro alrededor y me pongo mi sombra. Luego cruzo 
la calle y encuentro el mismo banco en el que me senté antes. Una hora pasa, y me inquieto como un adicto al crack. Demasiada basura volando por mi cabeza en este momento, pero tengo que ver a mi madre una vez más antes de irme de Nueva York. 

Sólo… una vez más. 

Después de otros veinte minutos, decido que voy a correr el riesgo. Después de todo, ¿quién dice que ella incluso vuelva a salir hoy? Me levanto del banco y camino hacia el edificio de arenisca. Sé que ella no puede verme, pero algo sobre estar tan cerca de casa hace que mi cerebro zumbe.

Me arrastro por las escaleras y miro a través de la ventana, pero no la veo por ninguna parte. Definitivamente no está en la planta baja. Mirando hacia abajo, me pregunto si hay alguna manera de…

Corriendo escaleras abajo, veo el ladrillo en la esquina del último escalón. En aquel tiempo, pasaba mis noches de fiesta hasta muy tarde. 

Eventualmente, papá me quitó mi llave de modo que no pudiera entrar a hurtadillas después del toque de queda. Después de eso, literalmente tuve que tocar la puerta cada vez que llegaba a casa y que mis padres me dejaran entrar. Naturalmente, esto era inaceptable para mi estilo de vida. Así que hice una copia de la llave de mi madre y la escondí bajo el ladrillo suelto. Estoy bastante seguro de que mamá sabía que robé otra llave, pero desde que papá estaba prácticamente desaparecido, y mi mamá nunca fue fanática de despertarse para dejar entrar a mi trasero, se hizo la vista gorda.

Agito el ladrillo. Al principio, creo que lo ha mandado a reparar. Pero entonces se suelta, y debajo de éste, veo una llave plateada parpadeando a la luz del sol. 

¡Anotación!

Agarrando la llave, corro por las escaleras, dando una última mirada por la ventana, y deslizo la llave en la ranura. La cerradura hace clic, y abro la puerta y paso al interior, conteniendo la respiración como si eso importara. Me estiro hacia atrás y suavemente cierro la puerta.

El Coleccionista - Verkwan (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora