Camila era cliente frecuente en The Blue Door: una cafetería muy famosa en el centro de Soho, iba los fines de semana sin falta, algunas veces por la mañana, otras por la tarde, y, cuando había terminado todos los odiosos quehaceres del día y sus largas clases en línea para aprender italiano habían finalizado, iba por las noches. Para ella era muy común y rutinario, hasta que una chica distinta y nueva en su intinerario mental de "meseros-que-la-han-atendido" hace que sus manos comiencen a sudar, y no precisamente por el vaso de cartón caliente que la ojiverde dejará en ellas.
Su sonrisa le pareció la más hermosa.
Su voz, la más dulce.
Y ¡Diablos! esos ojos grandes y cafés debían ser irreales.
¿Podría aquella chica de la caffetteria ser la indicada?
