Capítulo treinta y cuatro.

248 19 5
                                    

Tragué con dificultad una mínima cantidad de saliva, mi garganta estaba seca y me sentía sedienta, mis parpados pesaban tanto que era difícil abrir los ojos, forcé mis abdominales hasta lograr sentarme para respirar profundamente, pero un olor repugnante a vomito invadió mis papilas olfativas.

–Qué asco...

Farfullé mientras me cubría la nariz y boca con mi mano, pero arcadas me invadieron cuando descubrí que el repugnante olor venía de mi propia mano, la aparté de mi rostro y abrí mis ojos para mirar a mi alrededor, estaba en la habitación que se me había prestado.

La manta resbaló de mi pecho entonces caí en cuenta de mi desnudes, aferré la manta a mi cuerpo abrazándome a mí misma y de soslayo pude ver algo junto a mí.

Lentamente y con temor giré mi rostro para ver mejor y me aterré tanto al notar la espalda de un hombre, subí la mirada y me encontré con la cabellera gris inconfundible de Bloo. Mierda... ¿Qué hice?

Giré mi rostro al lado contrario y sobre el velador junto a la cama había un vaso con un poco de agua, estiré mi mano y tomé el vaso para dirigirlo cautamente hacia mi boca y bebí todo el líquido, resultó tan refrescante pero aún tenía más sed, dejé el vaso sobre el velador y bajé uno de mis pies al piso intentando no hacer mucho ruido pero aquella cama rechinaba con facilidad, jalé la sabana para cubrir mi desnudes, pero el cuerpo junto a mi iba siendo descubierto conforme yo jalaba más la sabana, Bloo estaba completamente desnudo y... no podía evitar contemplarlo, tiene un trasero muy bonito.

–¿Te gusta lo que ves, dulzura? –cuestiono el con un gruñido contra la almohada.

–¡¿Eh?! –me había tomado por sorpresa.

Él se giró hasta quedar boca arriba y no pude evitar que mi mirada se dirigiera a su entrepierna y no pude disimular mi asombro; mis ojos se abrieron exageradamente al ver su erección matutina, había escuchado mil veces sobre aquello, pero esta vez lo estaba viendo frente a mí.

Subí mi mirada rápidamente y me encontré con su rostro plácidamente sonriente, como si estuviera orgulloso de las reacciones biológicas de su cuerpo.

–Oh si cariño, te encanta lo que ves –estiró su brazo hacia mi espalda baja.

–Claro que si... digo... ¡No! –retiré su mano de mi cuerpo dejándola caer hacia el colchón, pero aún extendida hacia mí–. Y cúbrete... –murmuré– que desvergonzado eres...

–Pues has sido tu quien me ha descobijado – estiró su otra mano para jalar la sabana y yo me aferré a ella impidiéndole quitármela–. Incluso estabas observándome, no lo niegues –jaló la sabana con más fuerza y ayudándose con la otra mano me llevó sobre su pecho–. Pervertida.

–No soy una pervertida... –musite cerca de su rostro–. ¿Y porque estás aquí?

–Tu no dejaste que me fuera –dijo sonriente mientras jalaba sutilmente la sabana.

–¿Qué...?

–Tenías miedo porque la cama no dejaba de moverse y me pediste que me acostara contigo.

–No recuerdo eso... –miré sus labios resecos.

–Por supuesto que no lo recuerdas, estabas demasiado ebria. Yo te cargué hasta aquí después de encontrarte besando el inodoro del baño del primer piso –sentí como la sabana que cubría mi vientre se deslizaba poco a poco abandonando mi piel.

Los recuerdos de la noche anterior bombardearon mi mente rápidamente y recordé haber estado vomitando en el baño. Entonces fue Bloo quien me ayudó, debería darle las gracias, pero...

RUDEWhere stories live. Discover now