Narra Diamante
Organizaba sobre mi cama los pedidos que debíamos entregar de aquí a la semana que viene con los chicos. Tenía una pequeña agenda con la que podía allí anotar cosas para que no se me olviden. Suspiré mientras me frotaba los ojos. Estuve hablando sobre cómo, cuándo y en dónde entregaríamos los pedidos con Darien, quien aún no decidía. Me había dicho que me llamaría de aquí a una o dos horas más, por lo que tenía algo de tiempo.
—¿Diamante?
Escuché la voz de Rei detrás de la puerta, pero ésta no se abrió. Guardé todo en una mochila que escondí bajo mi cama antes de ir y abrí la puerta. Rei me daba la espalda y tenía el cabello revoltoso. Ella se dió vuelta, dejándome sin expresión; tenía los ojos hinchados y rojos por haber llorado mucho. Sus jeans tenían manchas que daban evidencia a que habían sido mojados con algo. Temblaba y mucho, tenía los ojos oscuros, las pupilas dilatas y los labios resecos. Estaba pálida y tenía la mirada perdida. Ella se fijo en mí y suspiró entrecortadamente, mientras bajaba su cabeza y escondía su mirada.
—¿Qué te sucedió? —exigí saber mientras agarraba con cariño uno de sus brazos y la llevaba hasta dentro de mi habitación. Cerré la puerta tras ella.
—Y-yo... —¡joder! Estaba aterrada. Sólo tartamudeaba así cuando lo estaba. Me acerqué a ella y la abracé, estrechándola sobre mis brazos y reconfortándola de lo que fuese. Acaricié su enmarañado cabello mientras ella se hacía trizas sobre mí, derramando un mar de lágrimas sobre mi camiseta.
—Shh... ¿Quieres explicarme? ¿Qué ha sucedido?
Ella respondió alejándose de mí, intentando controlar su llanto. Sacó unos papeles de los bolsillos de su chaleco y me los tendió. Los tomé sin vacilar y abrí el sobre que parecía ser el papel más grande entre los que tenía en mi mano. Al leer el título, me quedé anonadado. Sentí a Rei moverse para ir a sentarse a mi cama, abrazando a uno de mis cojines. Dejé de leer la carta en cuanto llegué a los nombres de sus padres biológicos para poder mirarla. Tenía escondida la cabeza en la almohada y lloraba, como sospechaba. Dejé las cartas y notas sobre mi mesita de noche y me acosté junto a ella, estrechándola en mis brazos obligándola a terminar tumbada junto a mi.
—¿Te sientes bien? —pregunté. Era claro que era una pregunta estúpida, pero no sabía que hacer en ese momento.
Negó, mientras suspiraba. Mantenía los ojos cerrados, intentando así poder detener las lágrimas que continuaban saliendo.
—¿V-viste... que tengo un hermano? —preguntó.
¿Hermano? Besé la cabeza de Rei con suavidad para volver a tomar el papel que contenía la información más importante ahora. Observé los nombres con atención, guardando las palabras en mi cabeza.
Sus padres biológicos se llamaban Jeff y Eleonor Chiba. Nacionalidad Italiana. Tenía un hermano: Darien Chiba.
—¿Darien Chiba? —susurré. No, era imposible. Haruka me había contado que la hermana de Darien había muerto en una explosión en Italia junto con su madre. Volví a revisar la información Eleonor Chiba; «fallecida». Eso quería decir que había muerto antes de que entregaran a Rei en adopción.
—Tuve una... Pérdida de memoria... Los certificados médicos explicaban que había recibido un golpe muy fuerte en la nuca que me hizo perder cinco años de mi vida. Y nunca lo hubiera sabido hasta ahora qué leí esos papeles. En ese entonces tenía quince años por lo tanto no recuerdo nada de mi vida entre los 10 y 15 años. Pensé un poco... Mi, uhm... papá biológico, me decía que mi madre había muerto cuando yo tenía diez. Creo que me adoptaron a los quince, mi padre biológico probablemente me dio en adopción a esas dos personas y también creo que mi madre adoptiva había muerto antes de que me entregaran a ellos. No sé si me entiendes... No sé explicarme... yo-.
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Sálvame (Adaptación Rei/Diamante)
Fiksi PenggemarAún con todo en contra siempre te protegeré. Historia adaptada, todos los derechos a su creadora.