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- ¿Ahora cuál es su excusa, señor Yoon? – Esa dura y molesta voz le hizo detenerse en su intento de llegar silenciosamente a su escritorio. Le dio una mirada de pánico a uno de sus compañeros, pero esos desgraciados miraban fijamente sus computadores con tal de no ser parte de aquella escena.


Aguantando la respiración se enderezo y giro en dirección al ancho hombre mayor que estaba en la entrada de su oficina particular al ser el jefe. Trago saliva, intentando pensar en una excusa decente.


- Ya no te creo esas estupideces de que bajaste a un gatito de un árbol, ayudaste a una abuelita o tuviste problemas con el tráfico, porque sé que vienes caminando – Dijo el de marcadas arrugas entre sus cejas, evitando que Jeonghan dijera que ayudo a una niñita que se cayó y raspo la rodilla. Chasqueo la lengua para luego suspirar.


- Lo siento, tan solo desperté tarde porque alguien desactivo mi alarma – Explico con voz firme, maldiciendo internamente a su diversión de una noche, pues ella de inmediato tomo su móvil al sonar, apagándola y murmurándole a Jeonghan que siguiera durmiendo, que ese sonido no fue nada. Las venas del cuello y la frente de su jefe lo volvieron a saludar.


- Es el colmo, ¿Acaso crees que esto es un juego? Tu cara bonita no servirá de nada en este lugar si sigues siendo un inútil – Gruño con molestia, sin preocuparle avergonzar a su empleado frente al resto de trabajadores – Es tu última advertencia, Yoon – Le amenazo con el rostro rojo de ira al tener que aguantar a ese tipo de trabajadores. Dio un portazo al volver a su oficina, dejando a Jeonghan con una expresión de terror y fastidio.


Ignoro a sus estúpidos compañeros de trabajo que se reían en voz baja de él, centrándose en acabar con el montón de papeles dejados en su escritorio.


Llevaba casi unos seis meses en ese trabajo, un trabajo que encontraba sencillo pero aburrido, además de que sus compañeros de trabajo eran tan... No entendía el sentido de humor de ellos, así que a pesar de que en un inicio lo intento, no lograba congeniar con ellos. Su jefe en un inicio le repetía a cada momento que su cara bonita no le será de ayuda en ese lugar de solo hombres, así que debe esforzarse, pero era difícil si el desgraciado le daba de todo, incluso sobre cosas que no tenían que ver con su papel en la oficina.


Por el momento debería evitar cometer más errores de llegar atrasado o equivocarse en algo por distraerse, todo por culpa de las distintas mujeres con las que se acostaba de vez en cuando. Quizás era su culpa por dejarse llevar por la apariencia, pues la mayoría acababan siendo pegajosas y no le dejaban salir de la cama, atrasándolo, o intentaban hacer algo serio al no parar de enviarle mensajes.


Sería complicado, pero hasta que encontrara otro trabajo o mágicamente su jefe olvidara todo su historial, se controlaría de saciar su libido de esa manera. Volvería a su vieja y confiable mano.


Sin embargo, necesitaba otra forma de relajarse un poco luego del trabajo, así que acabo en un bar cerca de su departamento llamado "Moonwalker". A veces había ido en busca de encontrar a alguien para pasar la noche, pero nunca para disfrutar tranquilo de una bebida y quizás hacer alguna amistad, restringiéndose a hablar solo con los hombres.


Llego y le encantaba el ambiente animado, música eléctrica y colores que variaban en tonos brillantes y atrayentes. Fue a la barra y dio un vistazo al barman alegre y conversador, quien por alguna razón le recordaba a un gato. Este noto su presencia así que luego de excusarse con quien hablaba, se acercó a atenderlo.

Cuerdas y rosas de tinta (JIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora