Para entender la obseción hacia alguien o algo es necesario experimentarla, porque la psicología, bajo una visión muy personal, se remite a ver en el paciente un otro sin entender que este tipo de condiciones puede apoderarse de nosotros, algo así como un ejercicio de simpatía y no de empatía.
En mi caso particular, sufrí de obseción hacia un hombre. Lo excepcional de este es que además de odiarme por "robarle lo que más quería" (en defensa puedo asegurar que las causas de su odio son externas a mi y que jamás he tenido que ver con aquello que él piensa), es que desde hace más o menos un año he querido parecerme a él. Y parecerme en todo sentido, es decir, desde la forma en que se viste, desde cada mínima expresión hasta cambiar de pensamientos e incluso de sexo; todo esto apoyado en fotografías e información que pudiera conseguir a partir de cualquier fuente. Las acciones más banas como montar bicicleta, leer un libro o ver alguna película, se convirtió en un ejercicio de constante comparasión con él. Y todo esto desató en mi un problema de existencialismo y de personalidad que jamás había experimentado -caí en lo más bajo de mi existencia mental-, pero a partir de esto entendí diferentes condiciones que había ignorado desde hacía más de diez años y que jamás había querido enfrentar.
Entendí que tenía un problema de autoestima bastante fuerte, que jamás me valoré en tanto a lo que era. Y repasando varios eventos del pasado, pude confirmarlo. Cortes, fumar por un propósito autodestructivo, pensamientos suicidas, entre otros muchos eventos que sucedieron hace unos seis años o más. Todo esto generó que empezara, literalmente, a odiarme y mirar en el espejo un total desconcido. Jamás me consideré alguien inteligente, alguien agradable, alguien interesante, nada resactable sobre mi. Tanto fue este odio que llegó un punto en el que dejé de conocerme: no sabía qué me gustaba, qué no me gustaba, nunca hice algo por pasión, vivir se convirtió en una obligación más que en un placer. Créame, eso fue de lo más horrible que pude experientar. Supe que con veintidos años, no tenía ni idea de quién era o qué era, por lo que esa pregunta se convirtió en un eje fundamental en mi vida.Además de ello, necesitaba una figura o un modelo que me sirviera para poder buscar esa felicidad que tantos queremos experimentrar, por lo que para esta vez mi modelo ideal sería él, Camilo. Creí encontrar en él alguien seguro de sí mismo, satisfecho con lo que hacía, orgulloso de su personalidad; rasgos de los que yo carecía pero los cuales debía imitar. Y así empezó mi obsesión, mi maldita maldición. Idealicé a un a una persona que poco o nada tenía que ver conmigo y empecé a crear lazos y relaciones con él sin que se diera cuenta. Sin conocerme él a mi o yo a él, supe quienes eran sus amigos, qué hacía en sus ratos libres, cómo se comportaba y algún par de pensamientos. Supe de fotografías recónditas en las que aparecía, vídeos, familiares, compañeros, viajes y todo tipo de cosas , mientras que yo sabía cosas que nunca me hubiera podido contar, él se remitía a vivir su vida ignorando todo lo que sucedía. Sin embargo, esta actitud obsesiva y acosadora no me sirvió de mucho pues entendí que por más de que yo quisiera ser él, no lo lograría, porque su contexto familiar y las experiencias que había vivido no eran algo imitable, por lo que caí mucho más bajo. Recuerdo haberlo visto un día y romper en llanto mientras fumaba un cigarro de media noche.
Era un mosntruo que todos los días me decía que jamás pobría ser algo al lado de él, que era más que yo en todos los sentidos posibles y que no valía la pena vivir si alguien como él me superaba en cada aspecto de la vida. Me empezó a dar miedo salir de mi casa y cruzármelo por allí y lo empecé a relacionar con absolutamente todo: bicicletas, calles, libros, películas, música, frases, todo. Y el punto de todo esto es que me di cuenta que jamás conocí a Camilo, realmente pocas veces tuve la oportunidad de hablar con él, pero me creé una imágen que probablemente nisiquiera concuerda con la persona física y a partir de eso empecé a reformularme a nivel existencial. Entendí que la pregunta correcta no es "¿quién soy?" sino "¿qué quiero ser?", que él ni nadie debe aplastar mis pensamientos y sueños porque "es más seguro se sí mismo que yo" y que, mucho menos, es más que yo. Simplemente somos personas diferentes.
YOU ARE READING
La psicología del existencialismo
Non-FictionUn avistamiento a la mente de alguien a quien nadie le importa.