Capitulo 22

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__________ deshace las maletas, una por una. Está tranquila y todavía no ha llorado como estoy esperando que lo haga. Nuestro viaje se ha postergado, Malibú y todo lo que tenía preparado para ello se ha quedado olvidado por un tiempo. Y siento que lo necesitamos, que ella lo necesita. Y mucho más ahora.

Me acuesto sobre el borde de la puerta, observándola sacar la ropa con cuidado y doblarla sobre la cama. Parece estar muy concentrada y la verdad es que de alguna manera me inquieta verla así. En todo el jodido viaje no ha dicho ni una sola palabra sobre lo sucedido. Hasta Emily se ha ahogado en lágrimas por la muerte de la madre de __________, pero… ¿y ella? Sé lo sensible que es y lo mal que ha de caerle esta noticia, sin embargo hay algo que no cuadra.

Camino a pasos lentos hacia su cuerpo. Cuando llego a tocar sus hombros con mis manos, puedo notar que su cuerpo está totalmente tenso. Como si estuviera guardándose todo para ella y sin soltar nada. Suelto un suspiro. Esto será todavía más complicado de lo que pensé. Pero la necesito de vuelta, necesito escucharla hablar o llorar fuerte, necesito saber que está sintiendo esto.

- ¿Quieres hablar? – le pregunto hablándole al oído y acariciando sus brazos con la punta de mis dedos. Ella se detiene y deja de sacar la ropa de nuestras maletas. Es como si estuviera mirando hacia el horizonte. Como si estuviera dejándolo estar.

- No. – me dice por fin. Persistente, abre un poco más el cierre de la maleta y sigue sacando ropa, como si nada estuviera pasando.

Entonces la cojo de los hombros y la hago girar hacia mí. Quedamos cara a cara. Ella me mira, sin entender nada y con el ceño fruncido. Y yo la miro, acariciando su mejilla derecha con la yema de mis dedos. Está herida. Puedo verlo. Sus ojos brillan de una manera distinta y sé que se lo está pasando mal.

- Tu madre fue una mujer excelente.

- No te metas en esto ¿bien? No es tu jodido problema.

-_________, mírame. – cojo su mentón entre mi dedos y hago que vuelva a mirarme. ___________ vuelve a fruncir el ceño, y sé que puede estar odiándome, pero tanto ella como yo sabemos que esto es necesario. – Tu madre fue una mujer excelente. – repito, mirándola a los ojos. Ella traga saliva, sin dejar de mirarme, tiene los ojos llenos de ira. Y puedo darme cuenta que en cierto punto, ella y yo nos parecemos de vez en cuando.

- Esa mujer no es mi madre. – me dice, sin dejar de mirarme un solo segundo. – Y te lo ruego, no te metas en esto Justin.

- Me has contado la historia, por supuesto que puedo hacerlo.

- No lo hagas. – me fulmina con la mirada. Una mirada helada que a cualquiera podría derribar. Menos a mí, que la conozco tanto.

- Ella sí te quiso.

Me quedo en silencio y ella me voltea el rostro con una bofetada grande y sonora. Dentro de mí sé que algo así pasaría. _________ me mira en su sitio, con los labios abiertos y una sorpresa en su rostro inigualable. Lo ha hecho intencionalmente, puedo sentirlo. Empieza a jadear y me mira arrepentida, como si quisiera pedirme perdón.

- Sabes muy bien que he dicho la verdad. – la miro a los ojos. Ahora mismo no hay ninguna expresión que pueda delatarla. Solo está ida. – El único problema es que tú nunca vas a aceptarlo.

- ¡Cállate! – grita desesperada. Sé que va a golpearme de nuevo. Sé que va a hacerlo porque es la única manera que tiene de desahogarse sin derrotar su ego. Y cuando está a punto de hacerlo, la cojo de los brazos y hago que me abrace a la fuerza. Ella se niega. Mueve el cuerpo en son de protesta y me empuja con las manos para que me separe. Pero soy más fuerte y la aprieto contra mí. ___________ vuelve a hacer intentos y me empuja, pero se ha dado cuenta que no puede, que debe rendirse. Así que poco a poco va bajando la intensidad de sus golpes y va acoplándose a mis brazos. Se abre. Me abraza. Y empieza a llorar fuerte.

Solloza contra mi pecho, que lo ha mojado completamente con sus lágrimas. Y de vez en cuando dice algunas palabras que no puedo comprender. Pero está bien. Está bien así. Está bien así por ahora, quiero que llore, que llore todo lo que debe llorar porque es la única manera de solucionar todo el lío interior que tiene con ella misma. Se acurruca contra mi pecho, abrazándome tan fuerte como puede, mientras yo acaricio su cabello de arriba hacia abajo, besándola en donde mis labios pueden alcanzar. Y solo somos ella y yo, en New York, en nuestro departamento, en nuestro lugar. Y en aquella habitación solo se pueden escuchar sus sollozos y la batalla gigante que está viviendo en su interior, en medio de sus recuerdos.

La madre de ____________ era bisexual. Una noche, después de hacer el amor y quedarnos despiertos toda la madrugada, se atrevió a soltarme el secreto que más había guardado desde que nos conocíamos. Y aquello había sido fácil de asimilar para mí, al menos. Hasta incluso me gané varios problemas por hacer bromas estúpidas respecto a eso. Poco después me di cuenta que no había sido exactamente el hecho de ser bisexual, lo que a ______________ le había dolido tanto. Sino el hecho de que hubiera preferido su opción sexual, en vez de a su propia hija. Llevaba hombres a su casa y a veces mujeres, y ______________ con cinco años de edad no podía entender por qué su madre hacía las cosas que hacía con ellos. Y le arruinó la niñez, y la adolescencia, y absolutamente toda su vida. Y tuvieron demasiadas peleas entre ambas, demasiadas cosas que _________ jamás le perdonaría. Que jamás lograría entender del todo. Solo sabía que su madre no iba a cambiar, ni por ella, ni por nadie. Así que tomó sus cosas y consiguió un trabajo digno en New York, fuera del alcance de Jennifer Peterson totalmente. La última vez que se vieron, pelearon tanto que prometieron no volver a verse nunca más. Y hasta el día de hoy y para siempre, esa promesaría permanecería.

- Yo también la quería. – sollozó __________. Dentro de mí todo está tenso por verla de esa manera. Está rota. Acabada. – yo tam… yo también la quería, Justin, te lo juro.

- Te creo gatita. Te creo, de verdad. – le acaricio la espalda, apretándola más contra mí. Solo con verla de esa manera mis ojos se han empañado de lágrimas y me siento en la necesidad de llorar de la misma manera, pero alguien debe ser fuerte en este momento. – Y sé que ella también lo sabe.

- No, no… no… ella no lo sabe… - niega ella, desesperadamente. Vuelve a sollozar con fuerza y se hunde en mi pecho.

- Lo sabe ___________. Sabe la gran mujer que eres. Que aunque cometió errores, estás aquí, has pasado por tantas cosas y eres jodidamente admirable. – se separa de mí por unos segundos, cubriéndose el rostro con las manos. - Que aunque cometió errores, sabe que eres perfecta. – susurro. Ella quita sus manos y me deja ver su rostro. Está mordiéndose un labio y moviendo la mandíbula, a punto de sollozar de nuevo. – Sé que sabe todo lo que has hecho por Sofia, por mí… cuanto me has cambiado y cuanto has cambiado mi vida.

__________ niega con la cabeza, pero en cambio hay una sonrisa que adorna sus labios con ternura. Me inclino un poco y nos besamos. Ella hace de aquel beso algo mucho más grande al abrir sus labios y dejar pasar mi lengua hacia su boca. Y es tan intenso. Me rodea el cuello y yo sus caderas, cargándola para mí y dejándola en el aire. Sus lágrimas mojan mi rostro y me gusta la sensación que viene con ellas.

- Perdóname. – me dice separándose de mi boca. – No quería hacer eso…

- Hey, ya pasó ¿si? Ya pasó…

- Te amo. – me mira a los ojos. Sus lágrimas han cesado, ahora está besándome de nuevo. Y sus palabras hacen que dentro de mí todo este a su disposición. Como hoy, como siempre. Y desearía que todo esto fuera así por muchísimo tiempo más. Que aunque todo se tornara gris, ella y yo siguiéramos ahí. Pero dentro de mí sé que todo esto estaría por acabarse. Y no me equivocaba.

Tentation 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora