Capítulo 3. ¡Pesadilla ataca!

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Una vez más, sentado al pie de su cama. Con la vista al suelo, percatándose de lo oscurecida que estaba su habitación. Pareciera estar solo pues ningún ruido podía contra las paredes de su cuarto, Stark podía sentirse abatido pero degustaba del silencio en ese momento.

Solo oía su respiración y sentía el palpitar de su corazón, para luego de unos minutos abrazar su mismo cuerpo y presionar sus ojos, cerrándolos.

Respiró con profundidad, lentamente.

─Viernes, enciende la luz ─pidió entre las sombras, frunciendo el entrecejo cada vez más notable que con anterioridad.

Esperó una respuesta de la femenina requerida, pero, tras un par de minutos cursados en el tiempo, nadie respondía.

Extrañado, abrió los ojos de golpe, topándose todavía con la infinita penumbra de su habitación.

─... Viernes ─nombró nuevamente, con una voz más gruesa que antes, una donde reflejara una ira bañada en desesperación.

Y nada, ningún sonido tras la puerta o a su espalda, ni siquiera al oído.

Empuñó sus manos, uniendo corajudo las muelas de su dentadura. Prontamente, se puso de pie para encender manualmente la luz, la negrura en su cómodo cuarto ya no le parecía ni satisfactoria, así que, dio el primer paso hacia el apagador. No obstante, al solo dejar su pie en el piso pudo sentir cómo este se desvanecía haciéndolo caer como si de un hoyo negro se tratara, con los costados de colores tan llamativos que podía ver incontables criaturas sacadas de la mente de un caricaturista perturbado.

Pegó un grito asustado, ya que desconocía su paradero y estaba muy bien enterado de que en cualquier momento en que dejara de caer, iba a morir del impacto.

─¡Viernes! ─exclamó, llamando a su confidente de estos últimos meses.

En ese instante, todo se detuvo. La caída, las criaturas, apagado como su habitación. Pero lo que al menos lo mantenía tranquilo es que nunca tuvo un impacto contra un suelo, más bien, ahora se mantenía de pie con la respiración tan agitada que su pecho se inflaba como pez globo.

En aquel plano donde ahora se encontraba, la luz no era la faltante pero sí paredes que le pudieran indicar que estaba de regreso a la realidad. Y de la misma manera, dándose cuenta de que todo era un sueño, tranquilizó sus sentidos y empezó una caminata por un marcado camino de piedras rojizas ─como el mismo cuarzo─ que se encontraba frente suyo.

Una caminata lenta y sigilosa, observando a sus lados, manteniéndose alerta.

─El Profesor Xavier puede tener razón ─dijo para sí mismo, con el ceño fruncido en demasía, con la suficiente consciencia para recordar su momento con el mutante─...tanta que puedo controlar mis acciones aquí mismo ─mencionó, rodando sus ojos. Seguía caminando, sin embargo, rebobinó dentro en su mente, repitiéndose lo que dijo y así pudo darse cuenta de que entre la realidad y la imaginación hay una línea muy delgada─. ¿Y si esto no es un sueño? ─cuestionó entonces, dejando de arrugar su frente para abrir sus ojos debido a la sorprendente deducción propia.

De inmediato, tomó la decisión de volver a prisas a donde había comenzado su caminata. Pero al dar media vuelta, se topó con un espectro subido al lomo de un caballo azulado.

─¡Muy mortal pero muy inteligente! ─halagó el ser que cabalgaba, con una despiadada sonrisa.

Del lado terrenal...

En la sala de meditación, Doctor Strange se encontraba sentado en un sofá individual, cerraba sus ojos concentrándose y reflexionando sobre los hechos recientes.

PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora