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Al llegar a Sinnoh, Gary estaba sumamente cansado física y mentalmente, el viaje había sido agotador y aunque ya había previsto lo que le esperaba al llegar, no tenía humor para lidiar con ello y, tal como si lo hubiese invocado, una llamada entró en su teléfono, era su padre que estaba sumamente molesto e indignado.

Tal y como el Oak pensaba su padre le vigilaba y ya sabía la escena que había protagonizado, eso solo hacía acrecentar su ira, cada palabra lo llenaba de un odio indescriptible y, cuando no pudo más, empezó a responder a las provocaciones, su idea no era esa en ningún momento, él simplemente quería seguir llevando su típica máscara de indiferencia, pero, ya no pudo más y, como si de una olla express se tratase estalló en cólera, evitando por completo involucrar a su amado en su vómito verbal.

Tanto tiempo callando todo ahora se desbordaba en emociones negativas y por supuesto, su padre no esperaba que él le respondiese así, ya que siempre había sido obediente y sumiso ante él, sin embargo, Gary no podía callar más, ya no le daría más poder a su progenitor y sin esperar a que su padre pudiese responder a algo de lo que el castaño decía, colgó definitivamente su teléfono, gritando de frustración en el acto y golpeando sus nudillos contra el suelo.

Esa delicada máscara que llevaba era más escurridiza de lo que pensaba y sin proponérselo era tan fácil de caer y eso en definitiva solo lo enojaba más, no era posible que después de tanto tiempo seguía sin suprimir sus emociones del todo, no obstante, eso solo demostraba que era humano y sus emociones eran tan intensas que no podía acallarlas; tanto esfuerzo y aún así sentía que su torre de naipes caería irremediablemente en cualquier momento, al menos, había enfrentado a su padre, pero, no estaba seguro de a que costo había sido y eso no hacía más que asfixiarlo sin piedad.

Retractarse no era opción, así que, solo le quedaba avanzar y no retroceder.

Después de un rato y ya calmado, se duchó y finalmente se durmió, no sin antes apagar el teléfono y despejar su mente.

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Al día siguiente, él parecía el mismo de siempre, sin embargo, había una determinación más grande en su mente, dejó su teléfono apagado, ya que no quería escuchar a su padre que conociendolo no lo dejaría en paz tan fácilmente.

Ante ello, empezó su rutina esforzándose más que nunca; si quería dejar de estar bajo la sombra de su familia no podía darse el lujo de cometer más errores, por lo cual, primero debía ponerse al corriente con los días que había invertido en el simposium y segundo, necesitaba seguir con sus investigaciones, no pararía hasta poder graduarse y obtener el renombre que deseaba, pero, desligarse a su familia o al apellido de ésta no era nada fácil, requería un esfuerzo tremendo y, aunque se abría paso para ser reconocido, aquel legado tenía un gran e imponente peso, no obstante, no podía acobardarse, no después de llegar tan lejos, no después de tan titánico esfuerzo, por lo tanto, no se amedrentaría y usaría todas sus armas a su favor, eso incluía las falsas amistades que había conseguido y los contactos que había adquirido, así como el hecho de que estaba becado y era el mejor de la escuela, algo que ni siquiera su familia podía arrebatarle.

Era tiempo de empezar su revolución y demostrar su pasión, ya no había marcha atrás, no había más tiempo para planear o jugar, el momento del cambio debía llegar, aunque, significase undirse cada vez más y ahogarse en su propia ansiedad, no podía renunciar, no después de aquel encuentro con el amor, no después de hacer latir su corazón, no después de saber que aún seguía en pie su propio cuento de amor...

TrébolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora