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"Tuve la fortuna de haberme enamorado de verdad, de una manera que sólo se encuentran en esas novelas de pasan de generación en generación, y es que tanto él como yo dimos todo y más, siempre más..." Eso me dijo una vez una señora de la que estuve a cargo, y es que al ser enfermera particular eres la última compañía que tienen a veces esas personas mayores que sin olvidadas. Al final, dijo ella, su destino no era estar juntos siempre, pero me aseguró que el tiempo que sus caminos se cruzaron fue el mayor tesoro que la vida les haya regalado.

Lo conoció por casualidad, como cuando vas en el transporte y conoces una nueva canción, así de repentino fue para ella llegar a la sala de cine y verlo a lado suyo en una premier de la que sería su saga favorita; la última entrega se hacía presente esa noche, había comprado los boletos desde meses atrás, iría con sus mejores amigos. A él lo vió en la entrada, con otros tres chicos. Curiosamente, él quedo a lado suyo, y en esos minutos antes de comenzar, le ofreció el chocolate que venía en el combo de palomitas, no aceptó, pero su insistencia fue tanta que terminó aceptándolo. Y así, vieron la película, y pudieron apreciar el final emotivo (aunque ciertamente diferente al libro) y magnífico de aquella historia.

Cuando salieron de la sala, aquel chico salió antes, no lo vió. Pero en el envoltorio del chocolate, venía su número telefónico (¡valla, qué original!). Ya un poco más de medio día le envió un mensaje agradeciéndole el chocolate, y con eso, comenzó una breve historia.

Era un chico que sencillamente te hacía sentir que de verdad tiene sentido tu absurda existencia en la tierra, que de verdad eres alguien querido, que tu cuerpo es perfecto; en pocas palabras te decía mucho, siempre te levantaba, aún cuando no sabías que lo necesitabas. Él la hizo sentir importante, y que podía hacer realmente todo lo que se proponía; la hizo sentir la chica más hermosa, sino de la tierra, al menos de su vecindario; sus pensamientos, de un momento a otro parecían más alegres y positivos. De verdad, él puede ver lo que no puedes verte, es como si viera a través de tí, y te conociera de toda la vida con sólo charlar un rato.

De verdad se enamoró, y cuando se lo dijo, sus ojos, pequeños y brillantes, se iluminaron tanto que la contagiaron felicidad. Fueros novios no más de unos cuantos meses, pero cada día, daban todo de ellos y mucho más. Ella venía de una familia muy recatada y conservadora, jamás le hubieran dado permiso de andar con alguien como él, no la dejaban salir a menos que sea necesario y siempre debía portarme "como Dios manda". Por otro lado él tenía una familia rota, sus padres eran divorciados y, siendo el hijo único, no tenían mucho control sobre su hijo, andaba todo el tiempo fuera de casa, en fiestas pero nunca en vicios. ¿Cómo sería posible que se amaran tanto?

Compartieron momentos juntos: una caminata en el parque, un día en unas cascadas, una tarde de cine, un baile, la llegada de la primavera, un fin de semana en la playa... Hacían de todo a pesar de los obstáculos.

Uno de esos días, la pasión se adueñó de ellos, y de una tarde tranquila charlando pasó a ser la noche especial de sus vidas. Él era seguro, de verdad quería verla sin esa ropa recatada que siempre usaba, y anciaba explorar cada parte de su piel. Ella sin embargo tenía miedo, temblaba por una combinación de terror con deseo, porque al fin quería que sus deseos más profundos se hicieran realidad. Cuando el chico comenzó a quitarle la blusa, ella se retiró de su agarre.

–Apaga la luz.

–Antes, te quiero apreciar.

–No, mi cuerpo no es lindo.

Ella estaba conciente de que su figura no era la más trabajada, y que en realidad no era tan hermosa como él decía. Y sin embargo, él la apreciaba con ternura.

–Sé que no eres como esas chicas que lucen su cuerpo, pero eres perfecta tal como eres. Eres hermosa, para mí lo eres.

Y así, poco a poco, la ternura entre los dos se intensificó, y el fuego hizo que aquellas almas se olvidaran de su pasado, de quiénes eran, de su familia y de su futuro. Sólo tenían presente su cuerpo, sus voces, sus besos, su vida. Parecía ser un juego en el que uno tomaba la vitalidad del otro, tomaban un descanso y los papeles de invertían, haciéndolo más entretenido así. Cuando todo al fin terminó, ella estaba recostada sobre él, escuchando los latidos de su corazón mientras él le acariciaba el cabello con dulzura.

–¿Crees que dure?

–No lo sé.

–Tengo miedo de que te vayas y jamás vuelva a verte.

–Si me alejan de tí, no importa lo que pase, tarde, pero te veré antes de partir para siempre. Te lo prometo.

"Juro que por mi cabeza pasaron millones de pensamientos; si lo había hecho bien, qué habrá pensado de mi cuerpo, fuí lo suficiente para él, qué diría mi madre si se enterara que ya no era virgen, habrá una segunda vez... Pero cuando lo ví, su mirada me dijo que todo estaba bien, y el beso que me dió en la frente después apagó todas esas voces que no dejaban de parlotear en mi cabeza". Invocaba ese recuerdo con los ojos cerrados, y cada que me decía eso, sonreía.

Inevitablemente, ellos se separaron; a ella le mandaron a un colegio religioso, y a él a una universidad extranjera. Jamás se volvieron a ver. Ella jamás se casó, y aún así, ayudando en orfanatos, tuvo los hijos y nietos que ella siempre quiso, además de tener como sobrinos a los hijos de sus mejores amigos. Fue un ejemplo para la humanidad, ayudó e orfanatos, inició movimientos para la salvación del medio ambiente, y ayudó a los animales cada que podía, dejó libros de todo tipo y dejó su huella en la educación de su país. Siempre se cambió de casa, y ahora vieja, en una casa pequeña cerca de un río, sólo le queda recordar lo que en su juventud pasó, y parece ser que ese noviazgo fue lo que la marcó de por vida.

Hoy, en su funeral, al despedirme de ella, ví a un señor de avanzada edad, dejando una rosa amarilla en sus manos, sonriendo, y después se alejó de ella, diciendo "tarde, pero volví a verte antes de partir para siempre..."

Mini cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora