Cuando estuve lo suficiente despierta, mi corazón se aceleró cuando recuerdo a Bianchi, no dejo de preguntarme si está bien al igual que Tess. Todo pasó muy rápido y lo que pasó después de que yo estuve inconsciente no lo sé.
Me encuentro en un pequeño cuarto que tiene mal olor, es a sangre podrida y de solo respirar me dan ganas de vomitar, esto es tan asqueroso. Me pongo de pie, estuve acostada en algo que no se le puede llamar cama.
Camino despacio en el pequeño espacio, hay un pequeño inodoro todo roto a unos metros de la cama y me pregunto, ¿cuántas personas han pasado por aquí?
No aguanto más estar aquí dentro así que busco la puerta y tras comprobar que esta cerrada comiendo a golpearla y a gritar.
Espero que alguien me escuche y venga a sacarme de aquí, cuando no viene nadie solo me deslizo por la pared hasta quedar sentada con mis piernas flexionadas.
Estoy segura de que Henry me encontrará, quiero pensar que si lo hará.
Pasa mucho tiempo antes de oír pasos acercándose, casi no se escuchaban pero el silencio del lugar me permite escuchar. Me puse de pies y busqué algo para defenderme, no me costo mucho encontrarlo porque era lo único ahí. Era un pedazo de inodoro así que no tuve que hacer mucho esfuerzo para quitar la tapa.
Quizás no era lo más protector.
Dieron dos toques antes de abrirla, yo ya me encontraba a un lado para cuando esa persona terminara de entrar yo atacarla.
Y lo hizo, y no dudé en estrellar la tapa en su cabeza.
Un quejido salió de su boca, casi cae al piso pero no lo hizo.
Suelta una pequeña risa como si que le pegaran con una tapa de inodoro fuera solo un chiste, bueno, quizás dan un poco de risa. Me mira con una sonrisa endemoniada, da escalofrío.
- Necesitarás más que una tapa de inodoro para derrotarme aunque pensándolo bien... -me mira de abajo hacia arriba, con una mirada tan oscura y perversa que hasta ahora no me había dado cuenta que tan en peligro está mi vida- nunca podrá-. Terminó de decir con una sonrisa mientras se acercaba a mi.
Puede que no sea una experta en pelea pero sé defenderme muy bien.
- ¿Por lo menos sabes que harán contigo antes de matarte? -un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
- No sé que hago aquí -solo fue un susurro, mi voz moribunda tratando de salir.
- La verdad es que yo tampoco pero, lo averiguaremos ahora -su risa macabra llena el lugar.
¿Quién es ella? Casi es de mi edad.
De pronto recibo un golpe en mi boca y al instante suelto un quejido y caigo al piso de costado. Pero para ella no es suficiente, agarra un puñado de mi cabellos y me hace poner de pie. Lo aprovecho porque no voy a quedarme para ver como me golpea y le pego para atrás sin pensarlo, no sé si moriré en unos minutos pero nadie, absolutamente nadie va a humillarme.
Le golpeé el rostro y clavé mis uñas lo más que puede, después, solo fueron puñetazos en el rostro y uno que otro en el estómago.
- ¡Maldita hija de puta...! -grita, y luego aplasta mi estómago con su puño, no uno ni dos, fueron varias- ¿quieres más, eh?
- Sepárenlas ¡AHORA! -grita una voz masculina, yo estoy en el piso y al fin puedo respirar un poco mejor. Unos brazos me ponen de pie y quiero alejarme, ¿pero como?
- Esa estúpida me atacó cuando entré, solo me defendí -dice con asco y ahora que la veo no me arrepiento, tiene su labio partido y unos arañazos en la mejilla, también tiene un golpe cerca de la frente y no tengo dudas de que fue a causa de la tapa del inodoro.
- Llévensela a la enfermería y la vigilan -dice y al instante el hombre me hace caminar, mi cabello está en mi cara pero todavía puedo ver.
- ¿Porqué... estoy aquí? -pregunto antes de pasar por completo por su lado y me detengo.
Siento miedo cuando él quita mi cabello de mi cara con sus dedos, tocando con suavidad. Sus ojos son de un color azul oscuro, dan miedo.
- Para salvarte -responde con naturalidad, como si por fin pudo decir lo que callaba.
- Entonces que pena, porque yo no necesito salvación.
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En El Olvido ©
Historia CortaCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...