11.- Secretos y muerte

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— ¡Gon! ¡Gon! — corrió la niña hasta alcanzarlo a mitad de un pasillo, con el corazón acelerado.

— Hola, ¿Qué sucede, Gilda? — contestó aquél tras detener su caminata por la casa.

— La hermana Krone, me llamó a su habitación, quiso sacarme información, ella sospecha de ustedes. — El riesgo que corrían por saber esa información fue lo que hizo a Gon pensar en la manera de salvar a todos los que pudiera pronto, con Krone encima ya no podían moverse con libertad y el tiempo se agotaba.

— Le diremos a Kurapika que apresure el plan. — Era todo o nada, Gon no dejaría que Gilda y Don pagarán las consecuencias de sus actos.

La cita de cada noche con aquella mujer le causaba escalofríos a Killua pero era su responsabilidad al menos el tiempo que estuvieran ahí.

— Killua, ¿de qué quieres hablarme? — dijo Isabella mientras guardaba su rastreador en uno de sus cajones.

— Es sobre Kurapika y Gon. Están planeando entrenar a los niños para que sean capaces de escapar.

— Entiendo. — a pesar de su respuesta, ella no se veía nada impresionada y Killua supo que para intimidarla necesitaba más místerio, más duda, más miedo.

— También están planeando... matarte.

— ... — esta vez, mamá calló y lo miró fijamente escuchando sus palabras.

— Kurapika... es capaz de cambiar sus ojos a color rojo escarlata y esa particularidad le da la fuerza sobrehumana para atacar y matar a cualquiera que se le interponga. Es un tipo de humano llamado Kuruta.

El escepticismo logrado en mamá fue suficiente para que Killua lograra ganar tiempo. Isabella permaneció pensativa unos minutos y después le agradeció su confesión para dejarlo ir.

El resto de la noche pudieron descansar confiados en que todo marchaba bien. Hasta que amaneció.

— ¿porqué le dijiste eso? ¡me delataste! — regañó el Kuruta de 11 años al albino.

— Era para contenerla, causarle un poco de miedo, ¿no era eso lo que querías? — refunfuño Killua justificando su imprudencia.

— Dios, esto no lo tenía previsto, se lo dijiste para que ella pierda tiempo investigándome, pero puede que adelanten mi entrega gracias a mi orígen, así que dimos un paso muy arriesgado. — explicó Kurapika tratando de pensar en soluciones.

— ¿Y qué con eso? pronto vamos a salir de aquí, al menos no le dije acerca de que ya vimos lo que hay del otro lado y mientras no sepa que soy un asesino profesional no habrá problema. Soy su carta del triunfo para escapar. — sonrió el albino de manera orgullosa.

— Tenemos un problema — interrumpió Gon entrando a la habitación — Krone está trabajando por su cuenta.

— Es más riesgoso así porque no sabemos qué enemigo es peor, la ruca loca o la ruca malvada — bufó Killua.

— Anoche me quedé investigando el mapa de este lugar y hay un espacio que no coincide con las medidas de la habitación de mamá — Kurapika mostró el mapa señalando las dimensiones, en eso Don y Gilda entraron, sus rostros estaban preocupados y nadie lo notaba.

— Ah, ese, es el cuarto de reportes, hay una radio con la que mamá envía mensajes a la base, es decir que probablemente no esté muy lejos. — Killua en poco tiempo descubrió bastante información sobre mamá, con su velocidad, sigilo y lo curioso que era, podía entrar y salir de cualquier espacio sin hacer ningún ruido.

— Hoy tengo algo que hacer en la biblioteca, Gon, Killua, necesito que sigan enseñando a los niños estrategias de juego para escapar. — propuso Kurapika — Don, Gilda, ¿pueden apoyar en eso?

Hunter x Neverland [Libro 1] Completo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora