La agudeza visual del ser humano se deteriora con la edad, lo que se nota en la reducción gradual de la capacidad de expansión de la pupila y la disminución proporcional de la cantidad de luz que llega a la retina.
En resumen, los niños son capaces de percibir imágenes en ambientes menos iluminados que los adultos.
Es decir, ESO que vive en el armario y que te aterrorizó durante tu infancia nunca se fue. Sigue allí, pero ahora no puedes verlo.
Felices sueños.