Los rayos del alba se colaban en mi habitación, señal de que ya amanecía. Me desperté, me senté en mi cama y admiré el paisaje. Los árboles (pinos en su mayoría), se ergían como soldados dando la bienvenida al nuevo día, los pájaros volaban con una trayectoria perfecta, y el sol embellecía aquel paisaje con sus rayos dorados. Después de un rato me levanté y bajé a la cocina. Mis padres y mi hermana aún se estaban despertando. Me preparé un vaso de leche y tomé unas galletas. Mi hermana tomó lo mismo cuando bajó con una sonrisa resplandeciente. Mientras mis padres se preparaban para ir a trabajar (él a una fábrica y ella a una tienda de telas y vestidos), yo me vestía. Hoy era un chico. Alto, de piel mas o menos clara, brazos fuertes pero sin músculos muy marcados. Me terminé poniendo una camiseta marrón y unos pantalones verde oscuro que me llegaban hasta la rodilla, eran anchos y cómodos. Mientras me vestía pude ver marcas de moretones y golpes en mi cuerpo, sobretodo en brazos y en el torso. Me puse una chaqueta encima de mi camiseta de manga corta, haría algo de frío afuera. Me peine mi pelo corto y desordenado, pero a los quince minutos volvía a tener el pelo igual de descuidado. Aproveché mientras me peinaba para mirar mis ojos color arcoíris.
- ¿Estás lista?- le pregunté a Ana María, que me respondió con un asentimiento- Genial, pues vamos.
Cargé su mochila al hombro que me quedaba libre (en el otro estaba mi mochila) y nos marchamos después de despedirnos de mis padres. Caminamos hasta la escuela de Ana María y me quedé a ver cómo entraba por la puerta y se iba a jugar con sus amigas, antes de que llegue la hora de empezar las clases. Yo prefería llegar con el tiempo justo, si no tienen tiempo de verte antes de entrar, no te pueden pegar hasta después. Dado que tenía aún mucho tiempo, paré un rato en un parque y esperé sentado en un banco, viendo como unos niños jugaban en el parque o con sus abuelos, antes de ir a clase. Volví a emprender la marcha después de un tiempo, aminorando el paso conforme llegaba a mi destino. Me quedé quieto en la entrada del instituto unos segundos, hasta que decidí entrar por fin. Intenté pasar lo más desapercibido que pude, algunas personas me vieron ya que soy algo alto, pero muchas no se dieron cuenta. Había aprendido a no llamar la atención. A nadie le importas, así que si no quieres no tienen por qué verte. Al fin y al cabo solo se acuerdan de ti cuando estás enfrente, o cuando quieren que les haga la tarea.
Sonó el timbre al fin y fue fácil escabullirme entre la marea de estudiantes que se formó en la puerta. Conseguí llegar mas o menos pronto al aula y me senté en el fondo de la clase. Nadie quería sentarse ahí porque aquel sitio apestaba (literalmente) y estaba sucio y mugriento. Pero si conseguías ignorar el olor de esas paredes, el sitio no estaba tan mal. Enfrente se sentaba un chico bastante gordo, pero algo bajito así que no tenía problemas para alargar un poco el cuello y ver por encima sin que se note mucho. Además, desde aquí te enteras de muchas cosas. Las más cotillas se sientan al final de la clase, justo entre los altos del medio y el final. Todas posicionadas de manera que se fijen antes en los altos que en ellas y que puedan tener toda la clase a la vista entre todas. Además hay un chico muy inteligente que se sienta justo a tres mesas en diagonal de la mía. Como tengo buena vista, si no me se algo de un examen puedo copiarle alguna respuesta sin que nadie sospeche, ya que hay que estar en este sitio para darse cuenta de la diagonal. Esta clase es pequeña y estamos todos bastante juntos, así que tres mesas no es nada para alguien alto y con buena vista como yo.
La clase fue igual de aburrida que siempre. La historia nunca me ha apasionado y no hay razón para que empieze a gustarme ahora. Me enteré de un par de cosas, cómo de que van a celebrar una fiesta, se irán a la feria y casi toda la clase va. Al fin y al cabo la fiesta es de Meredy, la más popular y la del nombre más exótico. Dice que es asiático, pero no la creo, esa chica no tiene ni idea de estas cosas. Al parecer va a venir un cantante a cantarle cumpleaños feliz y quiere que todos lo vean, menos los que no están invitados, como (¡Qué sorpresa!) yo.
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El fantasma de los ojos arcoíris
RandomDurante miles de años, el fantasma de vidas pasadas, más conocido como "el fantasma de los ojos arcoíris", ha ido recogiendo vidas y recuerdos de otras personas. Ahora, quiere deshacerse de la carga que supone convivir con múltiples vidas a la vez y...