Capítulo 1: Rubia atrevida

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Las peores épocas eran esas en las que no había guerra, pero tampoco alianzas. Se había ido extendiendo la desconfianza entre las aldeas, y por culpa de esto sucedían cosas que habrían podido evitarse. Tantas peleas innecesarias... ¿Cuándo terminaría?

Eso pensaba Itachi, corriendo al lado de su compañero peligris. Kakashi no había dicho nada desde que dejaron Konoha, y el Uchiha se preguntaba por qué. Detrás suyo, Tenzou y Yugao comentaban lo horribles que habían sido los últimos asesinatos.

Desde hacía unas semanas alguien se había dedicado a atacar los pueblos fronterizos del País del Fuego. Esa persona no era alguien normal; sus métodos dejaban los cadáveres descuartizados. Itachi había visto imágenes de los muertos, y desearía no haberlo hecho. Apenas si eran reconocibles. Sus familiares debían de estar destrozados. ¿Quién haría algo así? Ni siquiera eran ninjas. No tenían forma de defenderse.

Según los rumores, el asesino era un enviado de Sunagakure. Alguien había visto el símbolo de su protector y lo notificó al Tercer Hokage, que era quien los mandó a perseguirlo. Su misión era clara: capturar o, en su defecto, matar al culpable de tales atrocidades. Era la primera misión de Itachi como líder de escuadrón, y no se quitaba de encima la sensación de que fallaría en su deber. Tenía que centrarse.

Ya llevaban varios días persiguiendo al criminal, y ahora estaban más cerca que nunca. Itachi podía distinguir su chakra sin dificultad. Era de un color particular, poderoso, inmenso. No sería un rival fácil de abatir.

Se dirigía a las montañas, algo que había sorprendido al Uchiha. Casi parecía que quisiera darles ventaja. Allí, el escuadrón ANBU podría aprovechar al máximo su marcada mayoría y rodearlo contra las laderas del calvero.

—Démonos prisa —pidió a los demás. Deseaba terminar cuanto antes.

Kakashi aumentó el ritmo, y pronto lo imitaron los demás. Itachi se alegró; tener al peligris en el grupo era más de lo que podía pedir. Acataba las órdenes sin rechistar, ignorando la diferencia de edad, y confiaba en su criterio. La admiración que los demás le tenían también ayudaba a que todo funcionase. Quizás sí podrían lograrlo, después de todo.

Y entonces, por fin, cuando la espesura del bosque se convirtió en un terreno desértico frente a las montañas, pudieron verlo. Kakashi se detuvo de la impresión. Enseguida se oyeron las exclamaciones de Yugao y Tenzou; su enemigo era un niño. Difícilmente pasaría de los siete u ocho años. ¿Ese era el asesino? ¿O se trataba de una trampa para que el verdadero enemigo escapara? No había tiempo para preguntas.

Itachi siguió corriendo en dirección al joven de pelo rojizo. No quería arriesgarse a utilizar el katon, porque esto mataría al niño. Las relaciones con Sunagakure ya estaban suficientemente mal como para asesinar a un crío antes de confirmar que fuese el auténtico asesino.

Lo mejor sería meterlo en una ilusión que lo inhabilitara, pero para eso Itachi necesitaba que le mirara a los ojos... y parecía decidido a no hacerlo. Kakashi lo adelantó, activando el raikiri. Iba a utilizar la formación que habían ensayado. Tenzou y Yugao lo atacaron por ambos lados tras rehacerse de la sorpresa. Kakashi corría directo hacia él. Parecía que ni siquiera tendrían que meterlo en una ilusión para derrotarlo.

Pero el niño ni se inmutó. Levantó los brazos, aún con la mirada clavada en el suelo, y una muralla de arena se interpuso entre él y los ANBU. Los más jóvenes chocaron y cayeron al suelo. Kakashi intentó atravesarla con el raikiri, pero lo único que consiguió fue que otra capa de arena, más poderosa, lo golpeara.

Itachi se le acercó. Ya no cabía duda de que este niño era el asesino. Su poder superaba por mucho los que había visto desde hacía tiempo. Le ofreció la mano y lo ayudó a incorporarse. Tenzou se les unió enseguida; Yugao llegó un rato después.

Sangre arenosa [Naruto: Itachi × Temari]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora