Capítulo 15

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— Celos —

Narra Noah:

El sueño se me ha quitado, lo que me queda es despertar. Abro los ojos lentamente, aún en la oscuridad veo todo claramente. Me reincorporo y froto mis párpados con mis manos, bostezo y estiro mis brazos. Alargo un suspiro, me levanto de la cama para ir al baño.

Al salir tomo mi maleta que da enfrente de la cama de ______ (mi mejor amiga). Entonces, costumbre mía siempre es mirarla de reojo. Aquella escena me destrozó por completo, incluso como si ella estuviese despierto finjo sonreír forzosamente; porque... Me gusta, la amo. Sé que somos como polos opuestos, pero su gran carisma, su originalidad y personalidad hizo que no me importara el físico, sino sus sentimientos. Aunque sé perfectamente que ella y Finn congenian. Es tan lógico: tienen demasiadas cosas en común, son como almas gemelas.

Sin más me alejo, vuelvo al baño, cierro la puerta con seguro. En la encimera del lavabo dejo la ropa limpia que voy a ponerme, junto con mis cosas necesarias para mi higiene. Me desnudo, entro a la regadera y me baño.
Tomo mi toalla (mía, de mis cosas, de mi propiedad), me seco y salgo secando me los pies en la alfombra que hay en el suelo. Tomo mi ropa, comienzo a vestirme. Cepillo mis dientes, me pongo loción y desodorante. Me pongo un par limpio de calcetines, pronto mis tenis que ato las agujetas. Recojo mis cosas y salgo ya listo. Todavía siguen durmiendo (en la misma cama, ¡mierda!).

Entre los bolsillos de mi chaqueta busco mi billetera, la encuentro y vuelvo a guardarla. Salgo del cuarto. Camino por los extensos pasillos hasta llegar al ascensor, presiono el botón para llegar al vestíbulo. Espero paciente y cuando se abren las puertas me voy. Se puede decir que iré a “explorar”.

Camino por las calles, perdido, solo y con frío.

Es injusto que la chica con la que más has pasado años de tu vida, con la que has compartido experiencias y momentos se aleje por uno de tus amigos o por cualquier chico que se ha cruzado en su camino. Ella realmente me importa, realmente la amo y la quiero mucho; deseo que sus problemas se arreglen, que esté bien consigo misma y que sea feliz, ¿cómo diablos lograré eso? Lo peor de todo es que aquel chico que se ha cruzado en su camino, es mi amigo, es Finn Wolfhard.

Y si, he de admitir que detesto verlos juntos. Encima que me enteré por mi mismo que le gusta, ¿cómo lo descubrí? Fácil. El muy hijo de puta es tan obvio, no finge nada, ni siquiera tiene discreción.

Sólo quiero que en algún momento ella se llegue a fijar en mi. La conozco perfectamente y sé que tipo de chico quiere y desea. Definitivamente Finn no es el indicado, SOY YO.

[ • • • ]

Me detengo frente a una cafetería, específicamente Starbucks. Entro, las voces se hacen audibles, risas por allá y por acá. Está lleno el lugar, hay una pequeña fila, me formo. En ese preciso momento mi celular vibra captando la atención de los que están en mi alrededor, lo tomo, contesto sin haber visto el número.

— ¿Hola? — hablo —.

— Noah, ¿dónde estás? ¿Por qué no estás en el hotel? — es Cooper —.

— Lo siento. Debí dejar una nota, perdón — digo —.

— Disculpa no aceptada. ¿Dónde estás? — insiste —.

— Estoy en un Starbucks, está cerca del hotel... Creo — susurro lo último inseguro —. Tranquila, ya voy para allá, ¿quieres que te lleve un capuchino? — y a través de la línea telefónica escucho su risa —.

— Si eres tan amable —.

— Por supuesto madammascullo imitando una voz chistosa —.

— Que sean dos. Finn también quiere uno — ruedo los ojos tras escuchar aquello, tanto que hasta alejo el móvil para quejarme en silencio —.

— Si, claro. No te preocupes. Adiós — cuelgo, guardo mi celular en el bolsillo, es mi turno, saco mi billetera y pido —.

[ • • • ]

Regreso al hotel algo molesto. Subo al ascensor, presiono el botón número cinco. Espero, las puertas se abren y camino por los pasillos con las bebidas en manos. Toco la puerta del cuarto. Me abre Finn, paso y dejo lo que está en mis manos sobre una pequeña mesa de noche. Me quito mi chaqueta, me quito los tenis y me tiro en mi cama.
______ toma su capuchino, le da un sorbo. El rizado decide tomar una ducha. Sólo somos ella y yo. Me reincorporo, vuelvo a levantarme, camino hasta donde está, me siento a su lado. Rodeo sus hombros con mi brazo.

— Mañana... ¿Iremos a ver a tu mamá? — pregunto, ella aleja su bebida. Me mira a los ojos, se ve melancólica —.

— Si. Mañana iremos a verla — suspira —. Ni siquiera sé con qué cara la voy a ver —.

— Tranquila. Todo saldrá bien, lo prometo — la abrazo, acepta... Al alejarnos seguimos haciendo contacto visual. Aprovecho el momento, para quizá, tal vez besarla —.

Me voy acercando poco a poco, hacemos contacto visual. Nuestras respiraciones aceleradas se mezclan y se profundizan, tomo con cuidado su nuca. Vamos entrecerrando nuestros ojos. Este momento es único, quiero recordarlo para siempre, quiero dar un primer gran paso. Quedamos a escasos centímetros de chocar nuestros labios... Cuando sentimos, presenciamos y escuchamos el ruido de la puerta del baño ser abierta. Todo acabó. Todo por culpa del rizado.

Los celos, la rabia... Me contaminaron. Preferí sustituirlo por una sonrisa forzada, por una sonrisa falsa.

M E    A T R A E S  ( Finn Wolfhard y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora