cuatro

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     Harry apareció frente al mostrador con un paquete de fotografías de tamaño cuadrado, impresas sobre papel semi mate. Las sacó con delicadeza y las expuso sobre la vitrina para que el hombre que las había llevado horas antes para ser reveladas las examinara.

     ―Están perfectas―anunció el individuo tras analizarlas una a una.

     Harry estuvo cinco minutos mordiéndose el labio, nervioso. Si había algún fallo, sabía que el hombre corpulento, de pelo canoso, y de sonrisa escondida no tendría ningún reparo en echarle en cara que era un inepto y que no servía para nada.

     ―¿Cuánto te debo? ―preguntó.

     Se encargó por su cuenta de volver a meter las fotos en el sobre y guardárselo en su maletín de cuero negro.

     ―Serán siete libras con cincuenta, señor.

     El hombre sacó su billetera y le tendió un billete de diez libras. Harry le devolvió el cambió y se despidió de él con una sonrisa. El hombre le volvió la cara y salió de la tienda.

     El joven se pasó una mano por la cara. Notó una mano en el hombro y se volteó para ver a Henry observándolo con una sonrisa.

     ―¿Cómo va todo? ¿Bien?

     ―Sí―admitió―. Genial. Estoy algo cansado pero me acostumbraré.

     ―Puedes tomarte un descanso de diez minutos y salir a comer algo. Yo me quedo aquí.

     ―No, de verdad. Estoy bien. Gracias.

     Henry lo sostuvo la mirada y se hundió de hombros.

     ―Está bien. Cómo quieras. Estaré por aquí si necesitas algo.

     Harry asintió y volvió a darle las gracias. Al devolver la vista al mostrador y a la entrada del local, trastabilló al encontrarse a un joven de ojos marrones y cabello castaño larguirucho frente a él, sonriendo abiertamente.

     ―Hola―dijo.

     Harry parpadeó un par de veces y se aclaró la garganta, a lo que el chico rió. No debía ser mucho mayor que él. Al menos, en altura no lo superaba.

     ―Hola. ¿En qué puedo ayudarte?

   ―Emm―el chico se inclinó hacia delante, colocando las manos en el borde de la vitrina de cristal. Tenía dedos gruesos y largos―, estoy buscando un objetivo fijo de 50mm, para realizar retratos.

   ―¿Alguna marca en concreto? ―preguntó Harry, para informarse antes de meterse en la habitación dónde se guardaba todo el material a la venta. Intentó mirarle a los ojos y que la mirada no descendiera por lo que parecían ser unos fuertes pectorales y una hipnotizante tableta de chocolate. El jersey que llevaba el chico se ajustaba a su abdomen a la perfección. Llevaba una chaqueta sencilla tejana desabrochada encima de éste, y un colgante con una letra G caía sobre su pecho.

     ―Supongo que Nikon será mucho más cara que cualquier otra, ¿no? ―hizo una mueca que Harry encontró adorable, y se vio sonriendo antes de poder contenerse.

    ―Normalmente Canon y Nikon tienen unos precios muy parecidos, y bastante altos hay que decir, pero tienes otras marcas que son más baratas. No obstante, la calidad disminuye.

     ―¿Mucho?

     ―Depende.  Supongo que sabes que los objetivos fijos tienen mucha más calidad que los que no lo son. Si lo necesitas para realizar trabajos muy profesionales, te recomiendo que te compres uno Nikon o Canon, depende de tu cámara, y si no, puedes encontrar algunos baratos de marcas alternativas, como Sigma o Tamron, con los que puedes ir tirando.

Mariposas Perdidas | Louis & HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora