El chico Roto

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- ¡Soy un estúpido! ¡Me odio! ¡Agh! .... ah.....ah...lo extraño....lo extraño.....yo....¡Lo extraño tanto! ¡Lo amo! ¿¡Por qué!? ¿Por qué soy tan idiota?..... ¿Por que lo sigo amando así? ....me siento tan solo, tan solo y me odio. Me quiero morir. - lloraba y sollozaba con el rostro enterrado en la clavícula del mayor, como hacía años no lloraba - Me duele.... sálvame - susurro casi de forma inaudible embargado en una tristeza tan pura que era imposible no contagiarse de esta. 

Estaba roto, destrozado, desde hacía tiempo las grietas se fueron incrementando provenientes de un oscuro rincón de su corrupta alma, pero siguío ocultándolo, más y más frágil se volvía, pero él fingía seguir bien.

No, él no queríq dar lastima, no quería depender de nadie (pues esa misma forma de "Vida" fue la que agrieto con mas fuerza su ser) él podía arreglárselas, podría reparar amorfamente sus pedazos rotos y sellar las grietas con mentiras y felicidad fugaz.

¿Seguro?

Sí, él podía, debía, lo haría.

Por mas dañado que se encontrara, seguiría de pie, no permitiría que nadie lo viera de esa forma; tan fragil, no se lo mostraría nunca mas a nadie. Decidió tragarse sus sollozos con alcohol, excusar sus dolores de cabeza con largas horas de estudio, contarle sus penas a la soledad, lavar sus lagrimas con agua helada de regadera y mitigar su inagotable insomnio con llanto ahogado en el frió artificial de su habitación bajo su compañera nocturna; la almohada.

Pero ahora, ahí estaba, frente a él, una de las drogas que había decidido usar para callar los gritos de su adolecida alma; aquel chico. La apuesta más riesgosa, el juego que creía estar controlando, paso justo lo que pensó que podría llegar a pasar, lo que no debía pasar, lo que pasaría solo si perdía el control del tablero sobre el cual ambos jugaban.

Eso paso, el juego se le fue de las manos.

Ahí estaba, el chico al cual no debía ver más que por las noches para saciar su libido ocasional que usaba para compensar a la falta de sentimientos en su corazón, un cambio peligroso y drástico de la sustitución de los sentimientos por placer físico. Tal vez encontrarse en ocasionales momentos diurnos para mantener una charla rápida, seca y vacía. Justo él fue quien lo vio en aquel estado tan patético, vio a su ser roto, demente, perdido y sangrante, la faceta la cual nadie debía ver, tuvo que ir a verla justo el chico al cual no debía ver más de una vez a la semana (Ese era el acuerdo quedado, aún que recientemente las condiciones de encuentro se estaban volviendo solubles) 

Cristales RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora