—Entonces, te lo encargo a ti —decía con voz monótona un apuesto chico que llevaba una armadura de hierro, como casi todos los que en aquel lugar. A excepción, claro, del chico fuertecito que estaba inclinado frente a él.
—Como usted desee, príncipe. Pero recuerde nuestro trato, debe darme... —comenzó a manifestar mientras alzaba la vista para ver los ojos azul oscuro del joven que ocupaba el trono.
—...Una buena recompensa en tesoros a cambio, lo sé —Rodó los ojos con antipatía. No era que ese chico hubiese sido su primera opción, pero nadie había querido aceptar aquella misión—. Debes irte lo antes posible. Los Guardias Reales te otorgarán todo lo que necesites.
—¿P-príncipe? —interrumpió el plebeyo y, luego de confirmar que el otro no cambiaba en lo más mínimo de expresión mientras guardaba un silencio sepulcral, Cartman decidió seguir hablando— ¿Puedo llevar a alguien conmigo? ¡Eso hará la misión más fácil! —el de cabello oscuro alzó una ceja— ¡... y rápida de completar! —agregó rápidamente.
Craig lo pensó un momento. Entre antes trajeran a la princesa allí, antes podía mandarla al carajo frente a sus padres para dejar en claro que no se casaría jamás.
—Eres libre de pedir y hacer lo que sea —articuló sin mayor convicción mientras se movía de su trono y hacía un gesto con la mano para que todos se retiraran—. Pero partirás mañana —sentenció sin mirar al de cabello castaño.
— ¡Claro! —respondió rápidamente mientras se paraba de allí y comenzaba a marcharse— Estaré aquí a primera hora —añadió con una sonrisa.
Traspasó la puerta del castillo dando grandes zancadas. Debía encontrar a su amigo cuanto antes.
—No —exclamó, sin mirar al que le hablaba. Estaba suficientemente concentrado afilando su espada como para prestar atención a ese intruso.
—¡Vamos, Hippie! ¡Si conseguimos traer a esa estúpida princesa de su castillo, nos llenaremos de honor y gloria! —También de dinero, mucho dinero. Pero eso no se lo diría al chico de cabello negro.
— ¿Y qué rayos te hace pensar —desvió la mirada de su espada por un momento, mientras le dirigía una mirada de odio al gordo—, que llamándome Hippie conseguirás que te acompañe?
— No seas tan duro conmigo, Stannie, sabes que soy la personas mas pobre de por aquí desde que se fue el mierda de Kenny.
— ¡Deja de insultar a tus supuestos amigos, culón!
— ¡Y tú deja de llamarme culón! ¡No estoy gordo, carajo!
Marsh suspiró con frustración. Sabía que Eric lo terminaría convenciendo tarde o temprano, por lo que debía hacer algo antes de acceder a acompañarlo a cambio de nada.
— Iré contigo sólo si dejar de decirle a todo el mundo que soy marica y me gusta Kyle —ordenó con voz firme.
Theodore se mordió el labio.
— Está bien —dijo al fin, perdiendo aquella contienda. El de ojos azules sonrió con autosuficiencia—. Debemos ir mañana al castillo, allí nos darán todo lo que necesitamos para enfrentarnos a los que se nos venga. Podemos juntarnos antes en la Plaza del Rey —aseguró mientras le daba unas palmaditas en el hombro al chico y se marchaba de allí—. Ah, y lleva comida —vociferó cuando traspasaba el umbral de la puerta.
Al día siguiente, ambos chicos se despertaron junto al canto de los gallos. Stanley se despidió de su madre y su hermana, mientras Cartman sólo le dijo a su progenitora que volvería luego. Se dirigieron hacia la plaza central de la ciudad, partiendo juntos desde allí hacia el Castillo Real.
YOU ARE READING
La princesa del castillo
FantasyRescatar una princesa no era una tarea fácil, Stan y Cartman lo sabían, especialmente por los monstruos que podían aguardarles. ¿Pero vivir en el castillo real, junto al príncipe Craig Tucker? Eso era aún peor. Yaoi, fantasía y dragones. Imagen port...