Capítulo 21

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Lo siento, Avery.



Cuando la clase termina me alivia que sea la última del día, y mientras mis compañeros ayudan a la maestra en lo que suena la alarma, recojo mi maleta junto los apuntes, sin prisa. Avery se levanta y se vuelve hacia mí, me cuesta mirarla.

—Misael...

—Llevaré a Mishell a casa —le digo y ella aprieta los labios —, y tengo el turno de tarde en el trabajo de nuevo, si quieres hablar conmigo tendrás que esperar en casa.

Me doy vuelta y salgo del aula lentamente, tomándome mi tiempo, la mirada de Agustín se cruza con la mía y este se levanta de su pupitre para ir en dirección a Avery, ¿por qué lo sé? Porque lo conozco. Y también conozco a Avery, por alguna razón estoy sonriendo cuando salgo del salón.

Mishell ya está esperando por mí en la puerta de su aula, las personas nos miran extrañados cuando tomo su maleta para ponerla sobre mi hombro, como solía hacer.

—¿Vamos? —ella me mira sin expresión y asiente bajando la mirada, ambos caminamos en silencio hasta llegar a mi auto. Cuando le abro la puerta ella se queda quieta sus hombros tensos. Frunzo el ceño —, ¿Mishell?

—Ah, si... —sube y cuando subo a su lado, luego de cerrar su puerta, ella está mirándome fijamente. Enciendo el auto y luego poso mis ojos en los suyos, ella abre sus labios y los cierra de golpe. Luego desvía la mirada —, gracias...

—Está bien.

No me es difícil notar lo diferente que se siente nuestra atmósfera comparada con la de la mañana, ella mira la ventana y sus hombros están tensos, estoy muy seguro que ella apenas y lo nota. Quiero hablar, hacer que ella se relaje, pero las palabras no asoman por mis labios.

Lo siento...

Acelero, intentando desviar el rumbo que toman mis pensamientos, pensar en Avery, en la forma en la que le hablé, en la forma en que admitió todo... Mis puños se aprietan.

Cuándo me detengo frente a la casa de Mishell me siento extrañamente aliviado, ella no se mueve y luego me mira.

—¿Qué va mal, Misael?

—¿Qué?

—No estás siendo tú —se vuelve hacia mí —, sé que me quieres, o bueno, me querías, y por eso nunca me habías mostrado una sonrisa tan falsa, ni una actitud tan fuera de ti. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tratando de...

—No estoy... —ella me mira herida y ya no puedo decir nada.

—¿Qué te pasa?

—No lo sé —digo, molesto —, estoy siendo traicionado de repente y no tengo idea de qué hacer. Yo... No lo entiendo.

—¿Las cosas van mal con... ella? —dice, apretando los labios.

—Natan ha estado enamorado de ti, y a Agustín le gusta Dan —la miro y ella abre los ojos asombrada, miro la calle, para que ella no vea mi lamentable expresión —, ellos eran mis amigos.

—Misael...

—Confiaba en ellos, ¿comprendes? Es complicado enterarme que me han estado ocultando cosas, cosas que me incluyen.

—Es normal que te moleste —susurra —, pero no puedes culparlos.

—¿Qué? —la miro —, ¿los estás justificando?

—Son sus sentimientos, ellos buscaban la forma de protegerse. Incluso si Natan conservaba sentimientos hacia mí, él no quería interferir entre nosotros, él no lo mencionó porque sabía que me dejarías, pero él quería mi felicidad, y tú lo eras. Y no era un mal amigo, él siempre dijo que si se trataba de ti... Me cuidarías debidamente. Por eso reaccionó tan mal cuando le conté de nuestra ruptura y... Él tenía fe en nosotros. Estás siendo egoísta, e inmaduro. Porque no sólo valen tus sentimientos, Misael.

Mi hermana y yo |MHYY2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora