Capitulo 1

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Era horrible, no quería más de esto, pero tenía que aguantar, debía aguantar, sólo por el simple hecho de no querer hacerle daño. Si, si aguantaba un poco más se iría, sabía que se iría...

No se va, ¿cómo? Siempre después de unos minutos en los cuales se "desahogaba" como decía, se iba y lo dejaba sólo.

No podría soportar mucho más esto.

-No, no, no...- se le oía murmurar con los ojos rojos e hinchados por las lágrimas- Vete, vete, no quiero más esto vete, yo... Yo... Ayuda, por favor ¡Ayudaaaa.....!- grito, pero su voz se hizo un susurro hasta que desapareció con el viento.

Es hermoso.... Este horrible cuarto ahora es hermoso. En verdad es hermoso. Sí viera lo que ahora se ha creado seguro le diría "Muy bien, ¡ese es el espíritu! Vas muy bien" siempre fue amante del arte, no por nada era una artista reconocida, si, seguro lo elogiaría por ser un genio. Pues logró crear una mejor melodía que cualquier otro genio de la música, superaba a Mozart con creces, según su criterio, esos sonidos que se produjeron cuando aquella maza, que se encontraba por ahí, chocaba contra su cabeza, simplemente parecía no ser superado por nada, o eso creía hasta que un hermoso grito salió de su boca. Eso sí que no podría superarlo nadie. Al igual que había superado a Miguel Ángel con aquella obra que resulto de la creación de esa melodía. El cuerpo estaba recostado en el centro, juntó a la silla de madera donde él se sentaba, de lado, con un brazo extendido y el otro agarrando fuertemente su bella blusa rosa, a la altura del pecho, la mejor parte era lo que le seguía, la cara... ¡Ahh! La cara, era lo mejor, estaba toda machacada, llena de ese color rojo brillante que tanto le gustaba, y de fondo, unas paredes oscuras manchadas del mismo color, no podía creer el simple hecho de que esa obra de arte fuera creada por sus manos, ni mucho menos que la persona que tanto amaba se hubiera convertido en algo así de bello. En verdad habían creado el mejor cuadro que sus ojos pudieran haber apreciado. Pero el triunfo no era sólo para él, sino que tuvo ayuda, y toda ayuda debía ser reconocida, ¿no es así?.

De un modo muy tierno las palabras de agradecimiento surgieron de su boca:

-Te lo agradezco todo, en verdad que todo, sin ti no hubiera descubierto el talento que tanto buscabas en mí, gracias a ti descubrí el gran genio que vive en mí. Gracias...- Paso su mirada por todo el cuarto, detallando mejor cada rincón hasta quedar por fin en lo que se encontraba en el centro-...Mamá.

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Pero que... ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué no se va? ¿Por qué sigue aquí? ¿Por qué simplemente no se despierta y se va? Pero... pero si eso pasa... significa que volverá a pasar... él no podría soportarlo más.

-No... No, por favor.- Las lágrimas se le escapaba mientras se cubría la cabeza y se encogía en el piso.-No quiero eso... no más...- "Oye, tranquilo." Esa voz... "Tranquilo... Que yo te prometí algo y te aseguro que se cumplirá." Se incorporó lentamente, secándose los ojos con el dorso de la mano. Es verdad, él nunca mentía, y siempre tenía razón, nunca le había fallado, ¿por qué lo haría ahora?... "Eso está mejor, muy bien. Ahora, para que se cumpla mi promesa, necesito que hagas una pequeña cosa..."

No estaba seguro si lo que estaba haciendo era algo bueno, pero ya había ignorado a aquella voz, y la última vez, había sufrido las consecuencias...

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Le dolían las manos del esfuerzo, parecía que le saldrían ampollas, sus pies descalzos le ardían. Estaba sucio, la tierra le cubría todo el cuerpo.

Hacer aquel lugar donde "dormiría" su madre, le estaba costando demasiado trabajo... Pero esto era una pequeñez que tenía que hacer a cambio de lo que había creado hace unos momentos, que gracias a su recomendación, podía ver tantas veces quisiera, pues 'él' le sugirió tomar fotografías con la cámara favorita de su madre, seguro que le gustaría estar ella en esa cámara, y sobre todo participar en esa bella obra.

Una vez asegurado que no hubiera algún lugar por donde se filtrara el frío, se dedicó a observar el lugar.

El lugar que había escogido, era hermoso, o por lo menos a sus ojos eso parecía. El nuevo lecho de su madre, se encontraba bajo un gran y frondoso árbol, al final del jardín, que era iluminado por la luz de la luna llena. Su madre seguro es feliz con su nuevo lecho.

Regreso satisfecho a la casa. Una vez dentro, se dedicó a observar su sudadera azul y sus jeans negros manchados de sangre y tierra.

-Mmm... Mi ropa favorita...- "No te preocupes, se quitará".-Mmm...- "Es más, ¿qué te parece que sea tu ropa de trabajo?" ¡Claro!, su ropa favorita junto con lo que más amaba en la tierra... crear arte.

Corrió lo más rápido que pudo escaleras a bajó, al sótano, donde se encontraba el cuarto de lavado; la casa en la que vivía era grande, contaba con dos pisos y un sótano, sin contar el lugar que ya había nombrado como su estudio; las luces prendieron después de titilar unos momentos, proporcionando luz a toda la habitación, el cuarto era un cuadro gris, con unas pequeñas ventanas, que en el día proporcionaba un poco de luz, se quitó la ropa y la echo en la lavadora.

Corrió a su habitación, un cuarto de la planta más alta, grande, de paredes color beige, una gran cama al centro y a lado de esta un par de mesitas de madera, pegado a una pared de lado se encontraba un armario que cubría casi toda la pared, donde se escondía, de tras de toda la ropa y un panel corredizo que se confundía con la pared, la pesada puerta de metal que conducía a su nuevo "estudio", esta contaba con 4 candados y 2 cerraduras, cada uno con su respectiva llave. A un lado se encontraba la puerta del baño, forrado de azulejos negros, se metió a la bañera que se encontraba al fondo. Sintiéndose una persona dichosa por haber sido bendecido con el don de hacer algo que las personas apreciarían.

Estaba terminando de cambiarse cuando escucho el rechinar de unos neumáticos delante de la puerta.

"¿Esperas visitas?"

-No que yo sepa...- Corrió escaleras abajo. "Espera" le detuvo la voz "No me fio de la situación, ten cuidado"-No te preocupes, se cuidarme solo, no por nada soy cinta negra en karate- Sonrió divertido ante la carcajada de su compañero y siguió su camino.

Llego al pasillo principal justo cuando la puerta de abrió. Sus ojos se abrieron sorprendidos ante aquella presencia.

-Hola...hijo...-

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