Capítulo 33 Un aventurero muy desventurado

4 1 0
                                    


- Entonces... ¿Eres un fugitivo de Growlion?

- Si.

- ¿Eres inocente?

- Tal vez.

- ¿Te consideras una persona de confianza?

- A veces.

Hoshigawa me da el visto bueno y termino con el interrogatorio.

Si bien no le ha leído la mente debido a su código de Guardiana, al menos es capaz de percibir sus intenciones, y según ella no se mostrara hostil hacía nosotros.

- Bueno, eso es todo, en marcha.

- ¿No olvidas algo, hozironiano? – Dice Roycewicz.

- Eh... No lo sé ¿Qué?

- ¡¡¡BAJAME DE AQUÍ!!! ¡¡¡LA SANGRE SE ME SUBE AL CEREBRO!!!

Ah... Cierto, olvide que seguía colgado ¿Cómo no lo noté con su cara rojiza? Corto la cuerda con mi espada y el growliano cae al suelo.

- Auch...

- Perdón

- Ya que...

Roycewicz lanza otro silbido a las profundidades del bosque y espera... Algo viene corriendo hacia acá, y efectivamente allí esta, el azkaryon salta desde los arbustos hacia él y comienza a lamerle la cara a la par que mueve su pequeña cola de lado a lado.

- Ya hablaremos de esto más tarde – Dijo con algo de recelo en sus ojos.

El pequeño dragón se limitó a gorgotear ladeando la cabeza con ternura, parece un cachorro, pero el encanto se acaba cuando regurgita una pata ensangrentada del conejo de hace rato hacia Raúl y las chicas que estaban expectantes a nuestras espaldas.

- Hiuu... - Sphiret no pudo evitar sentirse asqueada al ver eso.

- Pobre – Raúl se lamentaba por el conejo, es carmeliano así que le gustan los animales dóciles.

Hoshigawa se limitó a sonreír puesto que no sabía de qué otra forma reaccionar.

- Bueno gente, a moverse, el resto de las bestias no debería tardar en aproximarse a la ciudad, formaremos un cerco en el límite del bosque y evitaremos que crucen.

- O cuando menos lo intentaremos.

- Vamos Sphiret, será divertido. - Dijo Raúl tratando de animarla.

- Ugh...

Roycewicz toma algunos dientes de la bestia caída y algo de su escamosa piel, las guarda en su mochila y partimos.

Caminamos en dirección noreste hacia las afueras del bosque, no está lejos, no quiero apresurarme, debemos estar alertas en caso de que nos sigan por detrás. Roycewicz monta su dragón mientras que los demás vamos a pie, Raúl quiso que Riley lo llevara sobre él, pero el dragón se puso agresivo con él.

- ¡Rhooooaaar!

- ¿Qué le pasa? – Dijo Raúl alejándose un poco de la mandíbula que amenazaba con arrancarle un pedazo.

- ¿No sabes nada de dragones, verdad?

- ¿Eh?

- Nosotros no elegimos nuestros dragones, ellos nos eligen a nosotros, y este muchacho me eligió a mí – Roycewicz acaricio el cuello de su montura y Riley gorgoteaba de felicidad – No son nuestras mascotas, son nuestros compañeros, puede que no lo parezca, pero tienen orgullo. No dejan que nadie más los monte salvo a aquellos en quienes depositaron su confianza.

El Lamento de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora