Capítulo 36 El preludio de la opresión

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Bueno... Pudo ser peor.

Pelear contra esos bandidos de Rage trajo tanto beneficios como perjuicios.

Para empezar había una recompensa por ellos, cosa que nos vino como anillo al dedo, pero al llegar a la comisaria nos hicieron un motón de preguntas, un grave error de cálculo, de no haberlo hecho solo tendríamos que haber tratado con los guardias apostados en la entrada principal de la ciudad.

Dado que Raúl y yo estamos prácticamente muertos no había riesgo de que sospecharan quienes éramos en realidad, traer a Roycewicz con nosotros fue realmente conveniente ¿Quién lo diría, no? El habló por nosotros, no sé cómo, pero de alguna manera le cayó en gracia al comandante de la policía de Albatros, nos hicimos pasar por growlianos, los convencimos de ser muy buenos amigos suyos que residían en la capital de Hoziron y que habíamos venido desde tan lejos a recibir a Roycewicz, solo que debido a algunos percances nos retrasamos.

Nos las arreglamos para hacer que nuestras historias inventadas cuadraran casi a la perfección, Roycewicz había arribado a la costa hace poco más de un día, así que tenía sentido, aunque estuvimos a punto de ser descubiertos, pues el acento carmeliano de Raúl lo delataba, pero nuestro amigo growliano logró convencer a los oficiales de que se trataba de una coincidencia, ya que el también venia del campo y no era extraño tener ese acento de ese lado del mapa, así que, esquivamos una bala, por poco.

Ahora, en cuanto a la recompensa, 1000 hozirans por haber entregado al líder de ese pequeño grupo y un pequeño bono de 400 más por encargarnos de sus cómplices, pero no todo es color de rosas, las armas dentro de la ciudad estaban prohibidas para los civiles, esto debido a la reciente actividad mercenaria que poco a poco volvía a ser regularizada en Albatros, antes solo estaba prohibido llevarlas en la capital, pero ahora que la situación en la ciudad portuaria era delicada se decidió adoptar esa norma, si queríamos pasearnos por las calles con nuestras armas debíamos tener una "Licencia de autodefensa civil", cuyos requisitos eran comprar la licencia y el equipo en una armería registrada por la policía local.

Así que, en resumen, nos confiscaron las armas, estuvieron a punto de cobrarnos una multa por infligir la ley al ingresar armados a la ciudad, pero en vista de que solo fue en defensa propia y de paso entregamos al tipo que estaba causando estragos por la zona hicieron una excepción con nosotros.

Dada la naturaleza de la vestimenta de Hoshigawa y Sphiret les pedimos que permanecieran afuera de la ciudad, sus ropas las delataban, una Guardiana y una Purificadora causarían revuelo en toda la ciudad, puesto que Hoziron consideraba hostil a los Guardianes y los Purificadores tienen una reputación de terroristas.

Nuevamente Roycewicz tuvo que salir a dar la cara por nosotros, saliendo con prendas menos llamativas para las chicas y regresando con ellas, ocultaron sus característicos trajes en la mochila de Riley, y así finalmente nos pudimos relajar. En serio, ahora estamos en deuda con Roycewicz, de no ser por él habríamos estado en aprietos mayores, fue una buena idea traerlo con nosotros después de todo.

Una vez con todos adentro buscamos un banco en donde sentarnos y relajarnos un poco, no son ni las 10 de la mañana y ya nos ha pasado de todo.

- ¿Qué hacemos ahora, amigo? – Pregunta Raúl, quien permanece sentado a mi lado derecho.

- Habrá que buscar un lugar en donde pasar la noche, no nos vendría mal acostarnos temprano.

- Conozco un lugar – Roycewicz aportó – Hay una posada a unas cuadras de aquí, tenía planeado alquilarla en cuando volviera del bosque, y lo mejor de todo es que no es caro, encima tienen buena comida, claro que es solo una sugerencia.

El Lamento de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora