Capítulo único

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En una manada de lobos, había una loba tan blanca como la harina y tan dulce como el azúcar. Los lobos machos solteros siempre estaban detrás de ella. Pero ella no estaba interesada en ninguno. Para huir de todos ellos, siempre iba hacia el río, lo cruzaba y así disminuía su olor considerablemente, luego trepaba a la parte más alta del lugar y se echaba para apreciar con detenimiento el cielo oscuro... — ¿Porqué no hay luz allá arriba? — Se preguntaba la loba hasta quedarse dormida por completo.

Al día siguiente, regresó con la manada, había ocurrido algo. Llegó una loba de otra manada, estaba herida, así que los alfas decidieron acogerla temporalmente. Las demás lobas le dieron la bienvenida, la loba blanca observaba de lejos, algo andaba mal...

Pasaron días, y la loba blanca notó algo, un grupo de hembras la estaba tratando diferente. Ella no había hecho nada, de eso estaba segura.

Casi al finalizar el día, se enteró de lo que sucedía, habían dicho que la vieron junto a la pareja de una de las lobas ¡Claro que eso no era cierto!

La loba triste, se dirigió lo más rápido que pudo al lugar en el que siempre dormía.

Era bastante tarde y la loba estaba dormida. De pronto, sintió un ruido y despertó. Levantó su hocico y olió el aire pensando en que podía ser un molesto pretendiente, pero no era así, olía a hembra. Y no sólo a una. Se levantó rápidamente viendo la cercanía de las lobas y las miró confundida.

Ni siquiera, le dio tiempo a reaccionar, las lobas se abalanzaron sobre ella, entre insultos y mordidas, la loba blanca rogaba piedad. Todo cesó... Pero las lobas seguían ahí. En eso escuchó la voz de la loba acogida. — ¿Porqué no la tiramos por el acantilado? Así acabamos con el problema de raíz. — La loba blanca estaba casi ahogándose con sus lágrimas. Miró hacia el cielo, lo más seguro era que esa sería la última vez que lo vería. La loba casi moribunda deseó estar junto al cielo, en paz. Mientras ella seguía llorando, las demás lobas la arrastraban hacia el acantilado, llegando al filo de este la lanzaron. Las lobas se retiraron del lugar riendo.

Algunos lobos notaron que la loba blanca no estuvo a la hora de comer, así que preocupados fueron en su búsqueda, mientras ellos iban a buscarla. El más joven de los lobos escuchó al grupo de lobas hablar sobre la loba desaparecida. — ¿Qué haremos? ¡Podrían descubrir que nosotras la asesinamos! — El joven sorprendido siguió escuchando hasta que confirmó todo por completo.

Cuando llegaron los lobos contaron lo que había sucedido. Encontraron el cadáver de la loba al final del acantilado, pero no sabían si fue un accidente u otra cosa. El joven lobo salió corriendo hacia ellos y en frente de todos contó la verdad, y señalando a las lobas asesinas dijo: — ¡Ellas la empujaron! ¡Le tenían envidia! — Las lobas culpables bajaron sus colas.

Se hizo una reunión lobuna, en ella se juzgó y se sancionó a las responsables del crimen. Las lobas fueron expulsadas definitivamente de la manada.

Antes de que anochezca, la manada se reunió en el lugar que usaba de refugio la loba blanca como una conmemoración hacia ella, en eso una hermosa esfera blanca y brillante apareció en el cielo, y a sus lados se formaron pequeños destellos de luz.

La loba blanca se convirtió en lo que ahora conoces como "la luna" y sus lágrimas en "estrellas".













La Loba BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora