Leia Baltimore
Las malditas mañanas ¡Cómo las detestaba!
Escucho la molesta alarma. Solo quiero dormir hasta cansarme de hacerlo y dormirme de nuevo.
Me levanto de la cama con toda la pereza del mundo, porque en serio ¿Cómo existen personas que se despiertan como si nada haya pasado? Yo me siento como si haya dormido dos minutos y me la paso con sueño todo el día, al menos que haga algo productivo, y aquí es donde el volleyball me ayuda a no ser alguien vaga.
Porque lo admito, soy muy perezosa, solo que lo camuflo con positivismo.
Apago la alarma de mi teléfono que indica que son las 8 a.m. Ojalá las clases fueran a las tres de la mañana, ahí estoy con todas las energías del mundo, y soy capaz de hacer cardio por tres horas.
Necesito cambiar mi reloj biológico ahora que mis vacaciones se terminaron. No sé si sentirme contenta por no sentirme mal de no hacer nada.
Coloco música para empezar mi día, no puedo empezar mi día sin música y sin mi taza de café.
¿Y saben cómo empezar un buen día? Escuchando a Guns and roses.
Hoy es martes, tengo entrenamientos de volleyball en la universidad. Solo por eso, puedo decir que el día no estará tan mal. Los deportes me fascinan y hacen mis días más felices.
Ingreso a mi baño para llenar la bañera con sales y aceites de coco, dejo que la llave comience lento, no quiero que se rebose el agua, mientras tanto salgo al patio para darle de comer a mis cinco perros: tengo un lobo siberiano (Zaas), dos golden (Jack y Mack), un pastor alemán (Lewis), y un san bernardo (Waffles).
¿Qué haría en mi vida sin ellos? Son los únicos hijos que tendré.
Salgo al patio respirando y sintiendo la naturaleza de mi rico jardín en árboles, cuando dos enormes bolas de pelo se me abalanzan encima. Me río por las constantes lamidas de las bestias rubias.
¿Qué tan bueno es la baba de perro en la cara?
— ¡Jack! ¡Mack! Basta — tres más se unen para bañarme de babas. Era como si armaran un complot para abalanzarse y hacerme caer.
— ¡Chicos, basta! — les digo mientras me levanto y río, ellos se sientan mientras mueven la cola, Zaas comienza a ladrarme y alzar su pata señal de que tiene hambre.
— Está bien chicos, gracias a Zaas van a comer un gran banquete. Solo porque él sabe cómo ganarme — todos se me abalanzan otra vez — He comprado una buena leche, estoy confiada que les gustará.
Confío en lo que me dijo el veterinario, espero que la leche haga efecto con los parásitos.
Me río hasta que se acuestan, les acaricio la cabeza a cada uno y me levanto a servirles las croquetas a cada uno, y por supuesto el tazón con leche.
— Espero se llenen hasta la tarde, es suficiente lo que les puse.
Me dirijo a la casa e ingreso a mi habitación, y me meto a la bañera la cual estaba a punto de derramarse, suerte el chorro estaba leve.
Mientras me lavo el cuerpo llego a la parte de abajo de mi seno derecho donde hay una pequeña cicatriz, es pequeña pero cada vez que la toco llegan los momentos de esa noche.
Recuerdo el día del accidente, el peor día de todos, hace siete años que pasó y cada vez que lo recuerdo siento un gran dolor en el pecho como si me ahogara de repente.
Mis padres habían perdido la vida. Siempre me preguntaba cómo le hacían los niños para seguir sin ellos, como te levantabas una mañana sabiendo que ellos no están.
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Mi Bella Luna
Werewolf- Leia, eres todo lo que necesito y quiero - murmura Lucas sobre mi cuello, erizando mi piel. Un Alpha enamorado de su humana. Una humana descubriendo lo desconocido. EDITANDO