Parte 1 Sin Título

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- Mi papá es un marinero. Un aventurero que viaja por todo el mundo – dijo Pedro a su amigo Rafael. Ambos eran vecinos y vivían en un pueblito cerca de la capital. Los dos iban a la misma escuela a 5° grado B y siempre que podían se iban a pescar al río.

- Ya se, Pedro – contestó resignado su amigo. - ¿cuántas veces me lo vas a decir?

- Las que sean necesarias – respondió Pedro. – Y ¿sabés una cosa?

- ¿Qué?

- Me encantaría ser como él y poder conocer distintos lugares. Aunque... – reflexionó un poco triste el niño, - no me gusta la idea de que esté tanto tiempo lejos de casa.

- Bueno, amigo – le dijo Rafael tratando de consolarlo – igual siempre tenés noticias de él.

- Sí – respondió Pedro más animado- Siempre nos manda postales desde cada puerto a mí, a mi mamá y a Ana para nuestros cumpleaños y para las fiestas.

La conversación se vio interrumpida porque la caña de Rafa, como le decían en el barrio, empezó a moverse y el hilo que tenía el anzuelo parecía que se iba a cortar en cualquier momento.

- ¡Mirá qué grande es este bagre! – exclamó Rafael cuando su presa salió del agua amarronada del río. El pez no paraba de moverse, tratando inútilmente de liberarse de ese gancho maldito que lo aprisionaba.

Ni bien terminaron de desenganchar el bagre, la caña de Pedro también empezó a sacudirse, y luego de varios esfuerzos, la paciencia del niño también fue recompensada con un pez bastante grande.

Así pasaron toda la tarde, entre juegos y peces, mosquitos y lombrices, hasta que se hizo la hora de volver a casa. Despacito, juntaron sus cosas y emprendieron el camino de regreso al pueblo.

- ¿Hace cuánto que no ves a tu papá? – le preguntó Rafael a Pedro.

- Hace mucho. Como ocho años, más o menos.

- ¿Y nunca tiene tiempo para venir a verte a vos, a tu hermana y a tu mamá?

- No. Mamá me dijo que tiene que trabajar mucho para que cuando seamos grandes, no nos falte nada como ahora. Nosotros somos muy pobres, y es por eso que no viene. Tiene que trabajar duro para juntar mucha plata. Así vamos a comprar una casa más linda y viviremos felices todos juntos para siempre. ¡Ah! ¡Me olvidaba! También tiene que ahorrar mucha plata para poder tener un barco propio y así no tener que trabajar para otros.

- ¿Lo extrañás?

- Sí. Mucho. Pero me conformo con sus postales, pensando que es para nuestro bien.

Con tanta charla, el camino de regreso se les hizo corto. A todo esto, ya estaban las madres de ambos esperándolos, charlando en la vereda. Al verlos, se relajaron y sus caras de preocupación desaparecieron.

- ¿Dónde estaban?- preguntó Susana, la madre de Rafa.

- En el río, pescando – contestaron los chicos casi a coro.

- ¿Se dieron cuenta la hora que es? ¡Son las ocho y media de la noche! – los retó Patricia, la mamá de Pedro.

- Bueno, mami. No te enojes – dijo Pedro dulcemente, tratando de calmar a su mamá con una sonrisa compradora.

- Bueno. Espero que sea la última vez. La próxima lleguen más temprano y traten de ir con un chico mayor – dijo Susana.

- ¿Por qué tanto lío por ir a pescar? – preguntó Rafael entre enojado y sorprendido por la actitud de Susana y Patricia.

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⏰ Last updated: Aug 24, 2019 ⏰

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